Elección polémica

La CDU recupera la alcaldía de Berlín entre sospechas de apoyo de la ultraderecha

La crispación laboral y el descontento persisten en Alemania pese a los buenos datos macroeconómicos

El nuevo alcalde de Berlín, Kai Wegner, y la alcaldesa saliente y nueva responsable de Finanzas, Franziska Giffey, este jueves tras ser elegidos.

El nuevo alcalde de Berlín, Kai Wegner, y la alcaldesa saliente y nueva responsable de Finanzas, Franziska Giffey, este jueves tras ser elegidos. / MICHELE TANTUSSI / REUTERS

Marina Ferrer

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El conservador Kai Wegner se convirtió este jueves en el alcalde-gobernador de Berlín, con los socialdemócratas como aliados, entre signos de descontento entre las filas de su socio menor y apoyos de la ultraderecha. La hasta ahora alcaldesa, Franziska Giffey, pasa a la segunda posición al frente de Economía, un puesto clave en una capital atenazada económicamente, con una creciente precariedad y donde el déficit de vivienda a precios asumibles es el principal quebradero de cabeza de sus 3,6 millones de habitantes.

Wegner precisó tres rondas de votaciones en la Cámara regional berlinesa para lograr su elección, pese a que entre su Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) tenían una mayoría holgada -86 escaños, frente a los 73 de la oposición-. Pero parte del SPD repudiaba la 'gran coalición' y hubiera preferido ver a Giffey al frente del tripartido con Verdes y La Izquierda, como en los dos años anteriores. En la votación definitiva aparentemente contó con apoyos de la ultraderechista Alternativa para Alemanya (AfD), partido con el que la CDU, como el resto del espectro parlamentario, rechaza toda cooperación.

Son muchas las circunstancias anómalas que han precedido al regreso al poder de la CDU en la capital alemana. Wegner, de 50 años, se impuso con más de 10 puntos a Giffey en los comicios del pasado febrero. Era en realidad la repetición de los celebrados en 2021, que fueron invalidados a raíz del caos logístico en que derivaron, con irregularidades administrativas en unos 200 locales.

Ala centrista

A Giffey no se le puede responsabilizar de lo ocurrido, puesto que no estaba al frente de la alcaldía al generarse ese caos, sino su correligionario, Michael Müller. Pero su coalición con los Verdes y La Izquierda nació con el pie torcido. La política socialdemócrata, que había sido ministra de Familia bajo la cancillera conservadora Angela Merkel, representa el ala más centrista del SPD. De haber podido, habría firmado ya en 2021 una coalición con los liberales, pero le falló la mayoría.

La repetición electoral la destronó a la segunda posición, tras la CDU. Matemáticamente habría sumado los suficientes escaños para seguir al frente de su tripartito con los Verdes y la Izquierda. Pero sus relaciones con la que fue su segunda en esa alianza, la verde Bettina Jarasch, eran públicamente nefastas. En febrero, Jarasch estuvo a punto de quedar segunda tras Wegner, hasta que el recuento de votos le dio la ventaja a la aún alcaldesa por 53 votos. Fue una humillación para Giffey, que acabó de envenenar el ambiente entre ambas.

Buena parte del SPD expresó su rechazo a la decisión de Giffey en la consulta a las bases previa a la firma del pacto de coalición: salió el 'sí' por un 54,3%, reflejo de ese descontento.

"Pobre, pero sexy"

El rechazo entre las filas socialdemócratas a una gran coalición liderada por los conservadores va más allá del caos que rodeó las regionales de 2021 o la frustración por los malos resultados de la alcaldesa en la repetición de estos, el pasado febrero.

Wegner recupera para la CDU el liderazgo del gobierno en la capital y ciudad-estado alemana. El último alcalde conservador fue Eberhard Diepgen, quien perdió el puesto en 2001 tras abandonar los socialdemócratas la coalición. Fue una ruptura precipitada por un escándalo financiero que dejó a la capital al borde de la bancarrota. Su origen fueron los negocios especulativos de una sociedad bancaria -Bankgesellschaft-, de la que Berlín era accionista mayoritario, y que dejaron un agujero de 8.000 millones de marcos (unos 4.000 millones de euros).

El responsable del desastre fue la CDU y el ganador de la partida fue el socialdemócrata Klaus Wowereit, el alcalde que acuñó la frase de "pobre, pero sexy" como señal de identidad de la capital alemana.

El problema es que Berlín ya no es la capital atípica y barata de tiempos de Wowereit -en el cargo hasta 2014-. De capital de los prodigios, con alquileres increíblemente bajos para una capital europea, se pasó a ver cómo se disparaban los arriendos hasta lo insostenible. Verdes e Izquierda apostaban por llevar a la práctica el resultado de la consulta popular de 2021, en que se impuso la propuesta de expropiar bloques de pisos a grandes inmobiliarias para paliar la escasez de vivienda protegida. La gran coalición de Wegner y Giffey rechaza esa opción y propone urbanizar parte del gran parque ciudadano que es el antiguo aeropuerto de Tempelhof o desmantelar los llamados "huertos urbanos" que se reparten por toda la ciudad.