Nuevo mapa de la energía

El gas en el sur del Mediterráneo, arma de poder e inestabilidad

Los hidrocarburos han sido clave en la construcción de los equilibrios de poder en Argelia mientras en Libia son una arma de presión entre facciones

Planta de procesamiento de gas en Timimoune (Argelia).

Planta de procesamiento de gas en Timimoune (Argelia). / ECONOMIA SONATRACH ARGELIA Unité de traitement de gaz, Groupement GTIM , Timimoune.

Marc Ferrà

Marc Ferrà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El petróleo, pero sobre todo el gas, es la principal fuente de sustento de Argelia. Los pozos de estos hidrocarburos, bajo el desierto del Sáhara, han sido clave en la construcción del Estado rentista argelino y sus equilibrios de poder, así como su carta de presentación para hacerse un hueco en la escena internacional. Algo parecido a lo que sucedió en la Libia del antiguo dictador Muamar el Gadafi, aunque tras la guerra y los conflictos de la última década, el país se encuentra fracturado y sin perspectivas de encontrar una salida. Sus importantes reservas han sido motivo de disputa y arma de presión entre las facciones que pugnan por el control del país.

Petróleo, gas y poder se entremezclan en Argelia. Es un sector vital y estratégico para el juego de tronos argelino. Sonatrach, la empresa petrolera y gasística estatal, "es un instrumento de intervención pública del Estado", explica Eurèlia Mañé, profesora de Política Económica y experta en el país magrebí. Mañé sostiene que la operadora estatal es parte de la política nacional, pero también internacional, ya que el gas es una de las principales bazas que tiene Argelia para moverse en el tablero regional.

Este tipo de estados funcionan dándole a la población un buen nivel de vida gracias al dinero del petróleo, pero, a la vez, privando a sus ciudadanos de libertades, como sucede en el Golfo. En los años 70, ya como Estado independiente, Argelia inició una oleada de nacionalizaciones de las empresas petroleras. Esto ayudó a aumentar las políticas sociales, mientras se construían escuelas, universidades y hospitales. 

La otra cara de la moneda

La gran ventaja que supone el gas y petróleo para el Estado argelino puede ser, a la vez, su mayor debilidad. Al centrar gran parte de su economía en esta actividad extractiva y no diversificar en otros sectores, cuando los precios de los hidrocarburos bajan durante largos periodos, el Estado se encuentra con las manos atadas. Es lo que le sucedió a finales de los años 80, cuando el desplome de los precios vació las arcas argelinas y provocó una oleada de revueltas.

En 2019, miles de personas volvieron a salir a la calle en el llamado Hirak argelino para mostrar su rechazo al quinto mandato del presidente, Abdelaziz Buteflika, pero también con reivindicaciones sociales y un sentimiento, especialmente entre los jóvenes, de falta de expectativas de futuro, un futuro que el Estado ya no podía garantizar, según defendían los manifestantes. 

La incertidumbre libia

Libia se encuentra dividida, no hay un poder centralizado y varios grupos se reparten el control del territorio. Aunque se han intentado varios procesos de paz y diálogo, también la celebración de elecciones, el país sigue congelado en la incertidumbre. Actualmente, los equilibrios de poder son opacos y cambiantes. Las protestas de 2012 contra Gadafi desembocaron en una guerra contra el dictador; después de su muerte, no se logró encarrilar una transición y se tradujo en una guerra civil. Un conflicto que se alarga y en el que también participan países como Turquía, Rusia o Qatar, entre otros. La extracción y exportación del gas y petróleo también ha vivido los vaivenes del conflicto. 

Los yacimientos de hidrocarburos están custodiados por la Guardia de las Instalaciones Petrolíferas, un conjunto de milicias locales del interior del país. En los últimos años, se han producido cortes de este suministro que han desestabilizado las exportaciones, ya que las dos principales facciones enfrentadas han utilizado este recurso para presionar al oponente. Ocurrió en la primavera del año pasado: las tribus leales a Jalifa Haftar, que controla la parte oriental del país, cortaron la extracción para presionar al Gobierno de Unidad Nacional, basado en Trípoli.

El acuerdo entre el Líbano e Israel

El contexto actual también ha empujado a muchos países a buscar nuevos yacimientos en el Mediterráneo. Las reservas submarinas frente la costa libanesa e israelí ha sido un motivo más de disputa, aunque recientemente también un revulsivo para tender puentes, aunque sea puntualmente. En octubre del año pasado, los dos países firmaron un acuerdo "histórico" para fijar su frontera marítima compartida. El Líbano busca explorar si hay bolsas de gas en esta zona que le puedan ayudar a superar la crisis económica que golpea el país. Israel también ve en estos recursos como una oportunidad tras encontrar cantidades importantes de gas en las aguas ahora debidamente demarcadas.

Suscríbete para seguir leyendo