El conflicto de los Balcanes

Las mujeres de Kosovo entierran las viejas generaciones de la guerra

MULTIMEDIA | Kosovo, 15 años de la independencia. ¿Cómo está hoy?

Las que fueron niñas durante el conflicto étnico han liderado una silenciosa lucha contra la cultura patriarcal de Kosovo, donde hoy la presidenta es una mujer

Un mujer compra en un quiosco de una calle de Pristina, la capital kosovar.

Un mujer compra en un quiosco de una calle de Pristina, la capital kosovar. / Irene Savio

Irene Savio

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Hay una palabra que recurre últimamente en el vocabulario kosovar. Es el término albanés zgjoi que en español puede traducirse como colmena. Se debe a Zgjoi, una película de Blerta Basholli (Pristina, 1983) que cuenta la historia real de Fahrije Hoti, una mujer que luchó contra el entorno misógino en el que vivía para convertirse en una apicultora tras la muerte de su marido. La película entró en la preselección de los Oscar en 2022 y fue elegida como mejor drama en el Festival de Sundance, lo que ha enorgullecido a Kosovo. "Las historias de resiliencia de mujeres siempre han estado ahí, solo que antes nadie las contaba", reflexiona Basholli.

Es una metáfora del Kosovo de hoy, en el que mujeres que no habían nacido o eran niñas durante el terrible conflicto de Kosovo (1998-1999) empujan para abrirse huecos en espacios antes ocupados por la vieja generación de hombres que hizo la guerra y gobernó hasta hace poco desde la independencia unilateral de Serbia, en 2008.

La película de Basholli, y su gran éxito fuera y dentro de Kosovo (donde estuvo en las salas durante seis meses), es un ejemplo. Ruptura con el pasado patriarcal, cambio generacional y mujeres que no son sólo víctimas sino también fuentes de regeneración son algunas de las instantáneas del filme, en el que el conflicto entre los serbios y albaneses de Kosovo tiene presencia, pero no es la herramienta principal. "Algunos me criticaron por ello, pero mi objetivo era mostrar la historia de resistencia de Fahrije", cuenta la cineasta, en entrevista en sus estudios en Pristina en los que está trabajado en un nuevo filme, que también tendrá una protagonista mujer.

La directora kosovar Blerta Basholli, en su lugar de trabajo en Pristina.

La directora kosovar Blerta Basholli, en su lugar de trabajo en Pristina. / IRENE SAVIO

La amenaza del integralismo

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"No fue hace mucho. Justo después de la independencia, Kosovo se convirtió en un polo de atracción para la corriente wahhabista, que llegó desde afuera para participar en la reconstrucción de Kosovo y construir mezquitas. Daba miedo", cuenta Rogova. Pero en 2014 se produjeron las primeras detenciones, principalmente de personas acusadas de afiliarse a grupos terroristas en Siria e Irak (se llegó a estimar 300 combatientes kosovares), e incluso fue arrestado el imán de Pristina. "Esos arrestos nos salvaron. La sociedad reaccionó positivamente", dice Rogova. Desde el comienzo de la guerra en Siria, 253 foreign fighters kosovares regresaron a Kosovo, unos 100 murieron y 82 permanecen en Oriente Medio, según el último informe de la Comisión Europea sobre Kosovo.

En otra dimensión, hoy en Kosovo la presidenta, la ministra de Exteriores, la de Justicia y la de Industria son mujeres. Vjosa Osmami, una exrefugiada de 40 años y que pronto cumplirá su segundo año en la presidencia de Kosovo, es un caso emblemático. Ocupa un cargo que ya perteneció a otra mujer, Atifete Jahjaga (2011-2016), pero también a Hashim Thaçi, exlíder del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK), quien dejó su cargo en 2020 después de ser acusado de crímenes de guerra. Además Osmami también es fundadora de Guxo (Atrevimiento, en albanés), una pequeña formación de centroderecha.

Contra el estigma

Aún así, el camino a recorrer aún es largo. De acuerdo con los principales indicadores, la participación en la política de mujeres es todavía escasa y la tasa de empleo femenino es baja, algo que también remite a los matrimonios tempranos. Además, una reforma de 2016 permite ahora que las mujeres sean legalmente propietarias de bienes, pero la cifra total de estos casos no llega aún a las 9.000, según datos actualizados hasta 2021. Además, las mujeres siguen siendo en Kosovo víctimas de violencia doméstica (la pandemia disparó los casos) y tráficos sexuales, una verdadera plaga en esta región. 

Más doloroso aún si cabe es el estigma que todavía permanece sobre las violencias ocurridas durante la guerra. De acuerdo con datos de diversas oenegés, el conflicto dejó unas 20.000 mujeres víctimas de abusos sexuales. Pero apenas alrededor de 2.000 han registrado sus nombres en la comisión instituida para la identificación de estos crímenes, lo que las oenegés dicen que remite a que se avergüenzan y no quieren que sus casos sean públicos.

Una excepción es Vasfije Krasniqi, una de las pocas mujeres en Kosovo que al día de hoy han denunciado ser víctima de estupro. Lo hizo hace tres años. Veinticinco años después del inicio de aquella guerra, también son aún escasos los juicios por estos delitos. Krasniqi, que llegó a ser elegida en el Parlamento kosovar, hoy coordina una red de mujeres supervivientes, pero no vive en Kosovo.