Guerra en el este de Europa

EEUU y Ucrania: un "apoyo inquebrantable" con fisuras en el horizonte

MULTIMEDIA | Los momentos clave del frente bélico en la guerra de Ucrania

Biden promete apoyo inquebrantable "el tiempo que haga falta" pero enfrenta brechas nacionales y retos internacionales

El presidente de EEUU, Joe Biden, y el de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante la rueda de prensa conjunta en Kiev, este lunes.

El presidente de EEUU, Joe Biden, y el de Ucrania, Volodímir Zelenski, durante la rueda de prensa conjunta en Kiev, este lunes. / DIMITAR DILKOFF / AFP

Idoya Noain

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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, escenificaba este lunes con el viaje sorpresa a Kiev el mensaje que su Gobierno ha lanzado desde que hace ahora casi justo un año Rusia devolvió la guerra a Europa: el del un "compromiso inquebrantable e infatigable" con Ucrania. Ese compromiso se ha evidenciado en los últimos 12 meses desde Washington, que ha aprobado destinar 113.000 millones de dólares para ofrecer asistencia sobre todo militar pero también económica directa y humanitaria al país eslavo y que ha jugado un importante papel, incluso desde antes incluso del inicio de la invasión, en la movilización de aliados de la OTAN y la unificación de Occidente contra la agresión de Vladímir Putin.

Se exacerba el enfrentamiento de Washington con Moscú y se tensa peligrosamente la ya difícil relación con China

Para el demócrata, no obstante, el momento de este aniversario marca también un punto decisivo, y lleno de incertidumbres, por más que él repita que el respaldo se mantendrá "el tiempo que haga falta". La amenaza de fracturas, tanto en la comunidad internacional como a nivel nacional, se intensifica, especialmente ante la perspectiva creciente de una guerra prolongada y de desgaste que podría aumentar la presión sobre Volodímir Zelenski para entrar en negociaciones. Y aunque la inteligencia de EEUU ha llegado a la conclusión de que recuperar Crimea ahora no es posible y anima a preparar la contraofensiva al esperado ataque intensificado de Rusia y no centrarse en todas las ciudades donde Moscú manda tropas como Bajmut, de momento Biden también mantiene el respaldo a Zelenski para que intente retomar el máximo territorio posible antes de sentarse a negociar.

Es también un momento de riesgo. Porque un año de contienda no solo está exacerbando el enfrentamiento de Washington con Moscú, que empieza a adquirir tintes casi personales entre Biden y Putin, que hablaron por última vez el 12 de febrero del año pasado. Está tensando aún más la ya difícil relación con China, un choque aún más trascendental y de graves consecuencias para el futuro global. Las acusaciones vertidas este fin de semana por el secretario de Estado, Antony Blinken, contra Pekín de estar planteándose armar a Rusia fueron el último paso en una peligrosa escalada de tensión.

Brechas internas

Dentro de EEUU, aunque aún de momento minoritaria, la oposición a seguir sosteniendo la ayuda a Ucrania vibra en el ala más ultra del Partido Republicano. El peso desmedido de esa facción en la débil mayoría conservadora en la Cámara de Representantes pone en peligro la aprobación de nuevas partidas. Y aunque el 'speaker' Kevin McCarthy ha mostrado su rechazo a una resolución "fatiga Ucrania", que ha presentado este mes Matt Gaetz, uno de los extremistas del Freedom Caucus, los números de apoyo de otros 10 republicanos al texto, que dice que "EEUU debe acabar su ayuda militar y económica a Ucrania y urge a todos los combatientes a alcanzar un acuerdo", anticipan una batalla interna.

Sondeos como uno reciente de AP muestran además una erosión entre los ciudadanos del respaldo a la implicación estadounidense. Esta ha caído en nueve meses 12 puntos hasta el 48%. Ahora el 59% de los preguntados dice que más importante limitar el daño a la economía de EEUU que sancionar a Rusia, cuando hace un año el 55% veía más importante el castigo a Moscú aunque impactara en casa. Y en privado representantes del Gobierno de Biden han transmitido al del Zelenski que hay un límite en la paciencia del Congreso y la ciudadanía y que será difícil sostener el nivel de asistencia. "Seguiremos intentando que entiendan que no podemos hacer todo y cualquier cosa por siempre", explicaba a 'The Washington Post' desde el anonimato un cargo de la Administración.

La máquina militar

El apoyo militar hasta ahora ha sido el mayor de todos los países. En ese terreno EEUU ha ido haciendo incrementos gradualmente, rompiendo barreras que se había autoimpuesto para evitar que pudieran verse en Moscú como una provocación. Inicialmente por ejemplo se resistieron a enviar misiles de medio alcance, pero acabaron haciéndolo. Más recientemente ha pasado lo mismo con los tanques Abrams. Y está por ver si Zelenski, con el apoyo de algunas voces tanto demócratas como republicanas dentro de EEUU, logra que se le entreguen los aviones F-16 y misiles de largo alcance que busca, aunque Biden parece preocupado por abrir definitivamente la puerta a que Ucrania pueda alcanzar objetivos en el interior de Rusia.

La guerra de Ucrania ha puesto también a funcionar a toda máquina el complejo industrial militar de EEUU, tanto para cumplir sus compromisos para entregar armas y municiones de ayuda a Ucrania como para responder a las demandas también crecientes de los aliados, que están teniendo que recurrir a sus propios arsenales y repostarlos. Es algo que desde China hasta críticos de la guerra ven y denuncian como un interés de Washington en la contienda, con la industria militar funcionando como en tiempo de guerra sin estar técnica ni oficialmente en una. Pero es también algo donde otras voces y analistas identifican la exposición de los problemas que EEUU y su industria de Defensa han acumulado a lo largo de décadas y que, según ese análisis, cuestionarían la capacidad estadounidense de librar un conflicto tradicional de alta intensidad prolongado.

Con los envíos "se han vaciado arsenales de algunos tipos de municiones y sistemas de armas" y puede llevar cinco años o más volver a llenar el arsenal de municiones de 155 milímetros y de sistemas Javelin y de misiles tierra aire Stinger, según advertía en un informe reciente el director del programa de seguridad internacional del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, Seth Jones.

Mientras se suple a Ucrania, además, los contratos de armas firmados con Taiwán van con cuatro años de retraso. Y cada vez son más en el Gobierno de Biden quienes miran al conflicto en Ucrania con la perspectiva de lo que puede pasar si China intentara unificar la isla por la fuerza. Algunos cargos hablan ya de tratar los teatros de seguridad de Europa y Asia como interconectados. Y especialistas como Michéle Flournoy, exsubsecretario de Defensa, llaman a "pensar cómo traducir para Taiwán lecciones" aprendidas en Ucrania, como la importancia en entrenamiento en conflicto asimétrico que EEUU dio a los ucranianos desde la invasión de Crimea en 2014.

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