Guerra en el este de Europa

El forzoso y cuestionado equilibrio de China con la guerra de Ucrania

El Gobierno de Xi no ha condenado la invasión rusa, pero ha defendido que la soberanía del país eslavo debe ser respetada

Pekín replica a Washington que es EEUU la que suministra armas a Ucrania y le acusa de "propagar información falsa"

El presidente ruso, Vladímir Putin, conversa con su homólogo chino, Xi Jinping, durante el encuentro que mantuvieron el pasado 16 de septiembre en la cumbre del grupo de Shangái, en Samarcanda.

El presidente ruso, Vladímir Putin, conversa con su homólogo chino, Xi Jinping, durante el encuentro que mantuvieron el pasado 16 de septiembre en la cumbre del grupo de Shangái, en Samarcanda. / SERGUÉI BOBYLEV / SPUTNIK / REUTERS

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

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Es Estados Unidos la que riega el campo de batalla de armas, ha respondido este lunes China a la advertencia estadounidense de que se plantea seriamente enviárselas a Rusia. La acusación había partido el fin de semana del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien aludió a unas pruebas que no aclaró. El patrón es conocido. Once meses atrás, recién estrenada la guerra en Ucrania, Washington ya anunció el inminente auxilio militar chino. La noticia, al igual que ahora, fue alegremente rebotado por la prensa global sin un gramo de escepticismo ni exigencias de pruebas. "La postura china sobre la crisis de Ucrania se puede resumir en una frase: promover la paz y el diálogo", ha insistido un portavoz ministerial visiblemente hastiado por la tozudez con la que Washington la presenta como aliada de Moscú. "Dejen de culpar a otros y de propagar información falsa", ha pedido.

El conflicto ha impuesto equilibrios a la diplomacia china. Por un lado, no ha condenado la agresión rusa ni habla de "invasión" y ha responsabilizado del desaguisado a la expansión de la OTAN. Por el otro, ha subrayado que la soberanía territorial de Ucrania merece ser respetada. Su actitud, según las interpretaciones, va desde la neutralidad escrupulosa al apoyo a Rusia pasando por una equidistancia escorada. Un hecho incontrovertible sobrevuela los debates semánticos: en un año de guerra no ha enviado ni una cantimplora a las tropas rusas.

A la cacofonía contribuye la brecha entre palabras y hechos. Las conmovedoras declaraciones fraternales no han escaseado desde que Vladímir Putin visitó Pekín en la inauguración de los Juegos Olímpicos y firmó con Xi Jinping un prolijo documento que hablaba de "amistad sin límites" y descartaba las "zonas prohibidas para la cooperación". Cuando días después los tanques rusos cruzaron la frontera, muchos dieron por descontada su alianza en el campo de batalla. Pronto se comprobó que había tantos límites a la amistad como zonas prohibidas a la cooperación y ninguna es más elemental que la militar. Varios comunicados han acentuado aquel entusiasmo sin que China haya aportado nada tangible a Moscú. No es probable que a Putin le contenten los compromisos chinos de desempeñar un liderazgo responsable, ofrecer estabilidad a un mundo sumido en el caos y otras zarandajas, pero no se le han escuchado quejas. Con esa entusiasta cobertura diplomática, sostienen varios analistas, China se eximiría del auxilio militar. Sí que se han escuchado las quejas de Occidente, y particularmente de Washington, porque Pekín no sujeta a Putin.

Nuevo orden multilateral

Son vigentes los análisis que un año atrás descartaban el alineamiento chino en algún bando. Pekín comparte con Moscú el interés por un nuevo orden multilateral que mitigue la influencia de Washington. Las unen, por ejemplo, los lamentos por su imperialismo y costumbre de amontonar misiles tras sus fronteras o liderar organizaciones de defensa para atosigarlos, ya sea la OTAN en Europa o el Aukus y el Quad en el Pacífico. Pero cualquier cooperación encuentra su línea roja en Europa, prioritaria para la diplomacia china tras asumir como irrecuperable la sintonía con Washington.

"China ha sido muy cautelosa en no ir demasiado lejos en su auxilio a Rusia porque está preocupada por las sanciones. Reclama la neutralidad en el conflicto ucraniano pero camina sobre una cuerda muy delgada, no siempre con éxito, y eso ha motivado que países del este de Europa y el Báltico se hayan alejado de ella", señala Stanley Rosen, profesor de Ciencia Política en el Instituto Estados Unidos-China de la Universidad de South Carolina.

La guerra es una calamidad diplomática para China. Ha frustrado sus galanteos con la Unión Europea, decantada sin remedio hacia la hostilidad estadounidense, y congelado el gran acuerdo de inversión firmado con Bruselas en 2020. Ha reanimado a la OTAN cuando muchos pedían jubilarla, ahora incluso con gobiernos asiáticos. Y pone en peligro esa relativa paz global que ha aceitado durante cuatro décadas la exportación de sus manufacturas y evitado las distracciones en su desarrollo económico y social interno.

No ha entrado China en guerra en casi medio siglo y no parece una buena idea romper la racha en un asunto que le es ajeno, que arruinaría su relación con Europa, que la enfrentaría a la mayor potencia militar del mundo y que detendría su progreso económico. En ese contexto asegura de nuevo Washington que cuenta con pruebas de que China se plantea enviar armas a Rusia.

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