Huelga general

Los sindicatos franceses mantienen la presión contra la reforma de las pensiones

Cerca de un millón de personas se manifiestan contra el aumento de 62 a 64 años de la edad mínima de jubilación

El seguimiento de la tercera huelga general resulta inferior al de las semanas precedentes

Una manifestación contra la subida de la edad de jubilación propuesta por Macron.

Una manifestación contra la subida de la edad de jubilación propuesta por Macron. / EFE

Enric Bonet

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Retirada, retirada de la reforma de Macron". Bajo esta proclama, unas 7.000 personas se manifestaron este martes en la población de Chartres contra la impopular reforma de las pensiones. Situada a unos 80 kilómetros al suroeste de París y conocida por albergar una de las catedrales góticas francesas más monumentales, esta localidad se convirtió en las últimas semanas en uno de los símbolos de la actual ola de protestas en Francia.

Las movilizaciones contra el aumento de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 42 o 43 años cotizados para recibir una pensión completa) destacan por el multitudinario seguimiento en localidades pequeñas y medias. Una geografía parecida a la 'Francia periférica', donde estalló hace cuatro años la revuelta de los chalecos amarillos.

Tras las movilizaciones multitudinarias del 19 y el 31 de enero —con 1,27 millones de manifestantes, según la policía, los datos de manifestantes de la semana pasada fueron los más elevados desde finales de la década de 1980—, la tercera huelga general tuvo un seguimiento inferior a las precedentes. Entre cerca de dos millones de personas, según los sindicatos, y 757.000, según la policía, se manifestaron en todo el país para mantener la presión sobre el Gobierno de Emmanuel Macron. Le piden la retirada de la impopular medida, que empezó a ser debatida el lunes en la Asamblea Nacional.

"Esta vez no somos tantos en la calle, pero esto se debe a las manifestaciones del sábado", asegura en declaraciones a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA Jean-Paul Sedaine, de 59 años. Este obrero de la construcción, que se quedó recientemente sin trabajo —el desempleo de la gente mayor es un problema muy recurrente en Francia y que contribuye al acalorado debate sobre la edad de jubilación—, llevaba una bandera tricolor francesa en medio de un cortejo en que abundaban los tradicionales chalecos y banderolas sindicales.

Los sindicatos confían en que a las protestas del fin de semana se sumen de manera masiva los empleados del sector privado. Y así reflejar la oposición multitudinaria al aumento de la edad legal de la jubilación, rechazada por un 69% de los franceses, según el último sondeo del instituto Ifop.

“Puntos en común con los chalecos amarillos”

"Cuando empecé a trabajar, la edad de jubilación era de 60 años, luego la subieron a 62, ahora a 64 y no me extrañaría que pronto fuera mucho más", lamenta Nathalie Couillon, de 52 años, afiliada en la CFDT, la moderada organización sindical que se convirtió en una de las principales impulsoras de estas manifestaciones. Esta vendedora empezó a trabajar a los 16 años y considera que jubilarse a los 64 años "es demasiado tarde", sobre todo para aquellos que "ejercemos oficios difíciles". "Muchos de mis compañeros sufren problemas físicos. Esta misma semana se murió un amigo mío de 59 años", reconoce Laurent Marchand, de 50 años, obrero en una fábrica metalúrgica.

Como ya sucedió con las huelgas del 19 y el 31, las miradas estuvieron puestas sobre todo en las manifestaciones multitudinarias y festivas, pese algunos incidentes en localidades como París o Rennes. Entre 400.000, según los sindicatos, y 57.000 personas, según las fuerzas de seguridad, desfilaron por las calles de la capital francesa desde la plaza de la Ópera hasta la Bastilla.

Los sindicatos organizaron 200 protestas en el conjunto del territorio francés, siendo especialmente significativo el seguimiento considerable en localidades pequeñas y medias, como Chartres, Chateauroux (8.000 manifestantes, según los sindicatos), Saint-Nazaire (15.000) o Beauvais (7.000). “Esto refleja que la Francia popular se siente amenazada por la reforma de las pensiones. Hay evidentes puntos en común entre la indignación suscitada por esta medida y la que se vio durante la revuelta de los chalecos amarillos”, explica a EL PERIÓDICO el politólogo Christophe Bouillaud, profesor en Sciences Po Grenoble.

A diferencia de otras históricas movilizaciones sindicales, como las de 2010 o 1995, los franceses no hacen huelga por procuración. La presencia en las protestas de trabajadores de sectores diversos del privado representa una de las novedades de estas movilizaciones, aunque los paros con una mayor repercusión tienen lugar en los transportes, la educación o la energía.

Menor seguimiento que las huelgas precedentes

El tráfico ferroviario se vio "muy afectado", con más de un 50% de trenes de alta velocidad cancelados y un 70% de los regionales. La huelga de los agentes ferroviarios continuará el miércoles. En París, solo circularon con normalidad las dos líneas de metro robotizadas (de un total de 16). Un 20% de los vuelos han sido anulados en el aeropuerto parisino de Orly. Según el Ministerio de Educación, el seguimiento de la huelga fue del 14,6% de los maestros de primaria y del 13,75% de secundaria, un 10% menos respecto a los datos de la semana pasada.

Los trabajadores de las refinerías de Total, que ya habían impulsado una exitosa protesta en otoño que dejó sin combustible un tercio de las gasolineras, también se ausentarán de su puesto de trabajo este miércoles, además de este martes. Y la producción de la electricidad disminuyó el equivalente de cuatro reactores nucleares, sin que esto provoque cortes de luz, indicó la eléctrica EDF.

Pese a la fuerte presión social, Macron se niega a retirar la reforma. El impopular texto, que también exige haber cotizado 43 años para recibir una pensión completa a partir de 2027, llegó el lunes al pleno del Parlamento, donde había un ambiente más que bullicioso.

"Debemos escoger entre la reforma o la quiebra", dijo el ministro del Presupuesto, Gabriel Attal, desde el estrado de la Asamblea Nacional. Según el Gobierno, si no aprueban el texto, el sistema de jubilaciones acumulará un déficit de unos 13.000 millones de euros en 2030, lo que representa un 3% del gasto total en pensiones. Un argumento que apenas ha calado en la opinión pública.

Tras haber fracasado en la batalla por el relato, Macron confía, con cierto cinismo, que la dificultad de hacer huelga de manera reiterada en estos tiempos de inflación y las vacaciones escolares de febrero sean sus mejores aliados en este pulso social.