Malestar social

La segunda huelga multitudinaria por la reforma de las pensiones pone a Macron contra las cuerdas

Entre un millón y cerca de tres millones de franceses se manifiestan en contra del retraso de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años

La jornada de protesta ha tenido un seguimiento multitudinario en los sectores de los transportes, la educación y la energía

Imagen de la manifestación de este martes en París en contra de la reforma de las pensiones que plantea el Gobienro de Macron.

Imagen de la manifestación de este martes en París en contra de la reforma de las pensiones que plantea el Gobienro de Macron. / ALAIN JOCARD / AFP

Enric Bonet

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El Gobierno de Emmanuel Macron jugó con fuego al presentar una reforma de las pensiones en plena crisis energética y de la inflación. Y empieza a quemarse. Entre 2,8 millones de personas, según los sindicatos, y 1,27 millones, según la policía, se manifestaron este martes en el conjunto de Francia contra la criticada medida, que aumentará la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años (con 42 o 43 cotizados para recibir una pensión completa). Los sindicatos volvieron a desbordar las calles del país vecino en la segunda huelga general en menos de dos semanas.

Tras la movilización del 19 de enero —con entre uno y dos millones de manifestantes, siendo la más multitudinaria desde 2010—, los sindicatos han redoblado su apuesta en el pulso social con el Ejecutivo centrista. Lograron superar las cifras de movilización de la primera huelga nacional, cuyo seguimiento masivo había cogido con el pie cambiado al macronismo. Pese a la dificultad de renunciar a un día de sueldo en tiempos de inflación, las organizaciones de trabajadores tienen el viento en popa gracias a la impopularidad de la medida.

Hasta un 72% de los franceses se oponen al texto, según el último sondeo del instituto Elabe, en que se observa un incremento del rechazo. El Gobierno "ya ha perdido la batalla ideológica", destacó en una entrevista para BFM TV Philippe Martinez, secretario general de la CGT, uno de los principales sindicatos franceses que organiza las protestas junto con el resto de organizaciones de trabajadores. Además de retrasar la edad legal de jubilación, el texto exige haber cotizado 43 años a partir de 2027 para cobrar una pensión completa, en lugar de 2035 como está previsto en la legislación actual.

Una movilización superior a la del 19 de enero

"El Gobierno debería defender nuestro sistema de pensiones como un modelo a imitar por el resto de países europeos, en lugar de intentar igualarlo a la baja con el resto de sus vecinos", asegura a El PERIÓDICO Sabrine Farouzi, de 60 años. Esta educadora de guardería, que participó en la manifestación en París, se vería directamente afectada por la reforma, puesto que su entrada en vigor progresiva está prevista para este verano, alargando tres meses cada año hasta alcanzar los 64 años en 2030. 

Entre 500.000 personas, según los sindicatos, y 87.000, según las fuerzas de seguridad, desfilaron por las calles de la rive gauche en una marcha en que predominó un ambiente festivo, pese algunos pocos incidentes, sobre todo en la zona de la estación de Montparnasse. La policía informó de unos 30 detenidos.

"No tiene ningún sentido que Macron haya impulsado esta medida en estos momentos. En lugar de tocar las pensiones, debería ocuparse de la crisis energética y de la lucha contra el cambio climático", afirma Sabrina, de 45 años. Esta asalariada en una empresa energética votó al dirigente centrista en las últimas elecciones presidenciales, pero este martes viajó desde la región del Norte-Pas-de-Calais hasta París para que el presidente "escuche un poco más a los ciudadanos". "Hay una angustia general", reconoce Catherine Brodard, de 65 años, que trabaja en la biblioteca del museo Pompidou y que también se manifestó por "la situación crítica de los hospitales públicos".

Además de la capital, hubo movilizaciones multitudinarias en Marsella (205.000 personas, según los sindicatos), Burdeos (75.000) o Nantes (65.000). En total, se celebraron unas 260 protestas, siendo significativas las elevadas movilizaciones en localidades medianas y pequeñas, como Albi (20.000 manifestantes), Châteauroux (15.000) o Roanne (14.000). 

Como suele suceder en Francia con las huelgas nacionales, el seguimiento resultó dispar entre el sector público y el privado, en que resulta más difícil ausentarse de su puesto de trabajo. El paro contó con un apoyo masivo entre los trabajadores de los transportes: apenas circularon un 10% de los trenes regionales y un 30% de los de alta velocidad. El tráfico del metro en París se vio muy afectado. La CGT anunció entre un 75% y un 100% de trabajadores en huelga en las refinerías y depósitos de combustible de Total. 

Según el SNES-FSU, principal sindicato en la educación secundaria, el 55% de los profesores hicieron huelga —un 25%, según el Ministerio de Educación—, unos niveles ligeramente inferiores a los del 19 de enero. Incluso algunos ayuntamientos, como el de París, cerraron sus puertas como medida simbólica para protestar. En cambio, la mayoría de los comercios de la capital estaban abiertos.

La reforma "no es negociable"

Pese a la fuerte presión social, Macron aseguró el lunes que la reforma "es indispensable cuando nos comparamos con Europa". La primera ministra, Élisabeth Borne, se mostró tajante: el aumento de la edad mínima de jubilación hasta los 64 años "no es negociable", dijo el domingo. El Ejecutivo centrista también se opone a la propuesta de la izquierda de organizar un referéndum sobre la medida, que llegará la semana que viene en el pleno de la Asamblea Nacional. Desde las altas esferas gubernamentales, defienden la necesidad del texto por el déficit de unos 13.000 millones (un 3% del gasto en jubilaciones) que acumulará dentro de 10 años el sistema de pensiones, que actualmente es excedentario. Un discurso que apenas está calando en la opinión pública.

De hecho, las protestas empiezan a hacer mella en los diputados afines a Macron, así como en algunos representantes de Los Republicanos (socios del PP). Actualmente, el texto no cuenta con el apoyo de una mayoría absoluta de escaños, teniendo en cuenta el número creciente de diputados disidentes en las filas macronistas y de la derecha republicana. Si no lograra la mayoría parlamentaria, el Ejecutivo siempre podría aprobarlo por decreto a través del polémico artículo 49.3. Pero esto comportaría un desgaste político aún mayor.

Como ya sucedió en 1995 y 2010, los sindicatos han logrado llenar las calles contra la reforma más dura en la última década del sistema de jubilación galo, uno de los más avanzados en el mundo y que garantiza uno de los menores porcentajes de gente mayor pobre en Europa. Esta movilización representa un nuevo capítulo en la tradición histórica de los franceses de resistirse a los recortes del Estado del bienestar. Así lo reflejaba este martes el diario progresista 'Libération' en una divertida portada en que relacionaba las protestas con el inminente estreno de la última película de Astérix y Obélix: "Las pensiones. Toda la Galia resiste".

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