Cambio político en Brasil

Lula se afana en borrar lo antes posible la herencia más ultra de Bolsonaro

Después de firmar varios decretos que revocan leyes y proyectos de la extrema derecha, el presidente intenta no frenar el ritmo de los cambios

Lula junto a su mujer durante el entierro de Pelé.

Lula junto a su mujer durante el entierro de Pelé. / AFP

Abel Gilbert

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"La muerte de Pelé es una pérdida irreparable para Brasil". La primera actividad pública de Luiz Inacio Lula da Silva como presidente fue "despedir a nuestro rey del balón". Lula estuvo en el estadio de Santos donde se velaba el féretro, saludó familiares y volvió de inmediato a sumergirse en la febril actividad de un Gobierno que intenta desde las primeras horas de existencia revertir la herencia política, institucional y cultural de cuatro años de ultraderecha.

En la misma noche del domingo, Lula estampó su firma en 13 decretos consensuados previamente con sus variopintos aliados de centro, derecha e incluso izquierda. El Gobierno que encabeza el Partido de los Trabajadores (PT) decidió liberar de inmediato el pago de 600 reales, unos 110 euros, a 21 millones de ciudadanos que reciben el programa estatal "Auxilio Brasil". Para hacer realidad esa medida tuvo que negociar con el Congreso una subida del gasto público. Los acuerdos con los sectores moderados e incluso exbolsonaristas serán en adelante indispensables en la legislatura si quiere hacer realidad el programa de "reconstrucción" de un país que definió como "en ruina".

Este martes se han disipado casi por completo las últimas y minoritarias manifestaciones frente a cuarteles de los seguidores de Jair Bolsonaro. En las redes, en cambio, fluía como detrito la bronca de los ultras por algunas de las acciones inaugurales de Lula como la revocación de un decreto del anterior Ejecutivo que allanaba el camino para la compra de armas bajo la excusa del coleccionismo, la caza y el deporte. El excapitán del Ejército había elevado a seis la cantidad de pertrechos en manos de un civil. Esas compras deberán ser inscritas en un breve plazo en el Sistema Nacional de Armas. 

Como si se tratara de un ritual de purificación, empleados del ministerio de Economía lavaron con sal gruesa la entrada al edificio de esa cartera que ocupó hasta el 31 de diciembre el neoliberal Paulo Guedes y ahora maneja Fernando Haddad. Lula había resuelto tomar una medida de limpieza de mayor alcance: frenar las privatizaciones de ocho empresas estatales, entre ellas la petrolera Petrobras, el Correo, la Empresa Brasileña de Comunicaciones y el Servicio Federal de Procesamiento de Datos, entre otras. El diario Folha de San Pablo se preguntó si el Gobierno entrante se atrevería a detener la reforma del sistema de pensiones llevado a cabo por el ministro saliente.

Volver al mundo

La semana de Lula comenzó con una clara instrucción a su ministro de Exteriores, Mauro Vieira: reinsertar con premura a Brasil en el mundo y reactivar las relaciones con la UE, deterioradas entre otras razones por la agenda ambiental de Bolsonaro. Tras años de distanciamiento, Marina Silva se ha reconciliado con Lula y volvió al ministerio de Medio Ambiente con el compromiso de la "deforestación cero" y la ya anunciada reactivación del Fondo Amazonía, que cuenta con financiamiento de Noruega y Alemania. El excapitán había suspendido ese programa que le permitirán a Silva contar con 600 millones de dólares. Otra decisión de impacto ecológico es la anulación de un decreto de Bolsonaro que permitía la explotación sin límites de recursos minerales territorios indígenas en esa región.

La agenda ambiental de Lula tendrá que pasar sin embargo una prueba en su propio Gobierno. El ministro de Agricultura, Carlos Fávaro, está ligado al mundo del negocio agropecuario que suele ser señalado como uno de los principales participes del desmonte. No es la única contradicción que debe administrar el mandatario. Para derrotar a la ultraderecha se alió con el moderadísimo Gerardo Alckmin quien, además de vicepresidente controlará el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio.

Más allá de las ilusiones que ha generado la toma de posesión en Brasilia, el pasado domingo, no todo irá tan rápido como se anhela. La ministra de la Mujer, Aparecida Gonçalves, reconoció que, con este Congreso, inclinado hacia la derecha, será por el momento imposible despenalizar el aborto. Lula se ha comprometido a mantener una relación armoniosa con los medios de prensa. Este martes, tanto Folha como el diario carioca O Globo informaron que la ministra de Turismo, Daniela Carneiro, quien llegó al Gobierno como parte de los acuerdos electorales que permitieron vencer a Bolsonaro, tiene una relación de larga data con un parapolicial condenado por asesinato en Río de Janeiro. Se trata del primer dilema que se le plantea al jefe de Estado a tres días de haber ocupado el palacio Planalto.

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