Relevo en Brasil
La grotesca despedida de Bolsonaro
Aquejado de una depresión por la que llora constantemente, el presidente ultra se ha desentendido del traspaso de poder a Lula
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Jair Bolsonaro se despide del poder como una sombra grotesca del excapitán del Ejército que, agitando con su mano una pistola imaginaria, se propuso refundar Brasil. El presidente ultraderechista que abusaba frente a las cámaras y en las redes sociales de una locuacidad tan provocadora como desenfrenada, se llamó a un silencio casi monacal desde que fue derrotado en las urnas por Luiz Inácio 'Lula' da Silva. Bolsonaro ha actuado con despecho. No solo se ha negado a darle a su sucesor los atributos de mando. Tampoco estará presente en Brasilia en el momento en que comience a hablarse en pasado del Gobierno de ultraderecha. El 'Mito', como lo han llamado sus seguidores durante los días que creía sentirse bendecido por los astros, apenas ha tomado la palabra en las vísperas de la toma de posesión de Lula. Primero, para hablar de fútbol y decretar el luto nacional por la muerte de Pelé. Recién en las últimas horas de su tormentosa gestión alzó su voz. "Se ha perdido una batalla, pero no perderemos la guerra", le dijo a su auditorio durante una transmisión en vivo en las redes sociales.
Fue una despedida teñida de amargura, al punto de que criticó a su sucesor y a la justicia electoral. A su vez, volvió a presentarse como un outsider del sistema. El dato llamativo de su intervención es que criticó el intento de acto terrorista en Brasilia. "Nada está perdido", aseguró, de cara al futuro, porque "Brasil, créanme, no se agotará este 1 de enero". Bolsonaro expresó su prescindencia de los acampes en la capital de ultras que piden un golpe militar. No obstante, dijo que esas manfestaciones son "pacíficas".
Días de depresión y llanto
Parece no haber mejor destino para Bolsonaro que las regiones más trumpistas de Estados Unidos. En principio se quedaría en Florida, preferentemente en Orlando. Antes de partir, se anegó en lagrimas. "Los amigos e interlocutores más cercanos están preocupados. En sus últimos días en el Planalto, el presidente parece haber perdido conexión con la realidad, y haberse sumergido de cabeza en un mundo paralelo. Como en trance, ha creado su propia narración de los acontecimientos que le rodean", señaló Carlos José Marques en una columna publicada por la revista Istoé, sobre las últimas horas como jefe de Estado. "Muestra signos de un estado depresivo crónico que le lleva a llorar copiosamente en cualquier momento", añadió.
En ese estado de "insania", como lo definió Marques, Bolsonaro se ha retirado de Brasilia antes de que llegaran los nuevos ocupantes. "El dolor y la humillación de la derrota suelen mitigarse cuando la liturgia del relevo se lleva a cabo con rigor y dignidad. Esto no es, desde luego, lo que estamos presenciando", remarcó Marcos Azambuja, columnista del diario carioca O Globo. "Obedecer a un ceremonial probado consuela a los que se van y ayuda a moderar la exuberancia de los que llegan. Sobre todo, permite cerrar un capítulo de forma digna y que la vida continúe. Bolsonaro -con su silencio y virtual reclusión- hace persistir una intensa inquietud sobre sus verdaderos sentimientos e intenciones. Así, siguen vivas las esperanzas ilegítimas de muchos de sus seguidores, que continúan en la puerta de los cuarteles o en espacios religiosos, con la esperanza de provocar una intervención militar, o incluso divina".
El peso de la herencia
"No entregará la banda presidencial a Lula. Es una cuestión interesante determinar si se trata de un último ataque simbólico a la democracia, un problema de cuna (mala educación), una huida o una combinación de las tres cosas. Una cosa mal resuelta por las democracias es el alcance del blindaje judicial concedido a los jefes de Gobierno o a los jefes de Estado", consideró por su parte uno de los habituales comentaristas de Folha de Sao Paulo, Hélio Schwartsman.
El inventario de la era Bolsonaro comienza a realizarse en medio de este azoramiento y no se descarta que la justicia comience a tomar cartas en el asunto más temprano que tarde. Lula habló de una herencia calamitosa en todos los órdenes. Días antes del cambio de mando, la policía federal concluyó que el excapitán violó la paz pública al difundir de manera "voluntaria" y "consciente" noticias falsas que relacionaban a la vacuna contra el covid con el riesgo de contraer sida, además de alentar a las personas a no usar máscaras protectoras. La pandemia, que en un principio fue ridiculizada por el presidente, al punto de calificarla de "gripecita", ha dejado casi 700.000 muertos.
Bolsonaro se ha ido del Gobierno, pero permanece en Brasil el bolsonarismo. Los analistas estiman y lamentan que esa franja iracunda de la sociedad ha llegado para quedarse. Así lo hizo saber el excapitán.
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