Elecciones en Israel

Binyamín Netanyahu, el retorno del rey que nunca se fue

Gracias al apoyo de la extrema derecha, el líder carismático, ególatra y polarizador vuelve para sacar a Israel del caos que él mismo creó

Benjamin Netanyahu, líder del Likud, se dirige a sus seguidores en el cuartel general de su partido.

Benjamin Netanyahu, líder del Likud, se dirige a sus seguidores en el cuartel general de su partido. / AMMAR AWAD / REUTERS

Andrea López-Tomàs

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Han hecho falta cinco comicios y miles de millones de shekels pero 'Bibi' lo ha conseguido. Binyamín Netanyahu volverá a ser primer ministro de Israel. El fascinante líder del Likud ha sido la opción preferida de un millón de israelís. Desde una oposición feroz durante los últimos 16 meses, el primer ministro más longevo de la historia del país retorna a casa e Israel está a salvo de nuevo. Porque el rey 'Bibi' encarna al Estado hebreo: su mano dura como nación rodeada por enemigos, su camaleónico savoir faire para resistir tres lustros en el puesto, y la seguridad que emana. Netanyahu encarna a un pasado de expansión, victorias y liderazgo. Tras año y medio de caos, papá 'Bibi' vuelve para dar un futuro a Israel.

Con solo 46 años, fue el primer ministro más joven en llegar al poder en 1996 tras el asesinato de Yitzhak Rabin. También fue el primero nacido en el Estado de Israel. Tres años después, fue derrotado por el laborista Ehud Barak, el último Gobierno de izquierdas en Israel. (Los cuatro escaños mínimos obtenidos por el mismo partido tras estos comicios, siendo los únicos representantes de izquierdas en la Cámara, indican que harán falta décadas para que el país pueda ver algo igual.) Y es que Netanyahu es un nombre que significa excepción en Israel. Tras volver a gobernar en 2009, ha sido el único en conseguir formar Gobierno tres veces seguidas, ya que también lo hizo en 2013 y 2015.

También es el primer ministro elegido más veces, con cinco gobiernos a sus espaldas. Los 15 años a la cabeza del Ejecutivo superan incluso el tiempo como líder del país del fundador de Israel, David Ben Gurion. Pero, a su vez, ha sido el único primer ministro de la historia del Estado imputado por corrupción mientras aún ejercía en el cargo. Astuto como ninguno y capaz de aliarse con cualquiera, 'Bibi' vuelve al poder con el horizonte de escaquearse de sus disputas con la justicia. Sus nuevos socios de la extrema derecha ya han expresado su intención de modificar el sistema judicial en un guiño a los cargos de soborno, fraude y abuso de confianza que no han logrado derrotar a Netanyahu.

Ególatra y carismático

Figura polarizadora por excelencia, el político de 73 años retorna como si de un mesías se tratara. Sus campañas electorales así lo han elevado con su nombre más pronunciado que el de su partido. El carisma, la perseverancia y la egolatría de Netanyahu le han valido las acusaciones de culto a la personalidad que le persiguen desde hace años. Pero Israel, un país históricamente aislado en una región que le odiaba, necesita hombres así. De la mano de Donald Trump, el "mejor amigo que ha tenido Israel en la Casa Blanca", 'Bibi' consiguió lo inimaginable: la normalización de relaciones con países árabes sin ceder ni un centímetro de territorio y el reconocimiento estadounidense de Jerusalén como capital israelí.

Netanyahu ha sido capaz de enterrar la causa palestina al fondo del baúl de los recuerdos. Con ella, agoniza el diálogo de paz y languidecen millones de palestinos bajo la ocupación y el bloqueo. Mientras, ha situado a Israel en el mapa mundial como una potencia ordenada, que lidera campañas de vacunación impecables y esquiva crisis económicas globales. Y lo ha hecho usando y tirando a políticos y aliados para mantenerse en el poder, como hizo con Benny Gantz. Netanyahu se negó a cederle el puesto de primer ministro aunque lo acordaran al formar un Ejecutivo conjunto en el 2020. Pero es que Israel necesita a 'Bibi', porque si 'Bibi' gobierna, Israel va bien. O eso cree él. Ahora también un millón de israelís. 

Cuando en junio del año pasado se formó el primer Gobierno sin Netanyahu en 12 años, muchos celebraron el fin de una era. Pero 'Bibi' nunca se fue. Su voz grave y su figura imponente dominaron la Kneset durante meses, y sus intentos para derrocar el "Ejecutivo del cambio" tuvieron resultados apenas un año después. Y aunque los expertos alertan de que ya es un peligro para la democracia, nadie le reprocha a Netanyahu todos los millones gastados en campañas electorales, los años perdidos sin aprobar políticas, la radicalización de gran parte de la sociedad. Nadie puede reprochárselo. Es 'Bibi'. Es el rey.

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