Crisis en el Partido Conservador
Truss defiende su criticado plan económico e insiste en que bajar impuestos "es lo que se debe hacer"
"Siempre que hay cambio hay perturbaciones y no todo el mundo está a favor", admite la primera ministra
Begoña Arce
Periodista
Liz Truss aprovechó este miércoles el discurso de debut como primera ministra en la conferencia anual del Partido Conservador para defender su plan económico y la rebaja de impuestos como clave para generar crecimiento.
"Rebajar los impuestos es lo que se debe hacer, moral y económicamente", afirmó. De cara al futuro, "mis tres prioridades para la economía son crecimiento, crecimiento y crecimiento". Eso incluye el compromiso de "cumplir la promesa del Brexit". "A final de este año", anunció, "toda la burocracia de la Unión Europa habrá pasado a la historia".
Con una intervención de apenas media hora, mucho más corta de lo habitual, Truss echó el cierre al traumático congreso celebrado en Birmingham, tras la reacción adversa de los mercados financieros a los nuevos planes económicos y la hostilidad manifiesta de sus propios diputados. "En estos tiempos difíciles debemos actuar. Estoy decidida a hacer avanzar al Reino Unido para superar la tormenta", proclamó, tratando de mantener la calma. Sólo de pasada aludió a las críticas universales que ha recibido su estrategia económica. "Siempre que hay un cambio hay perturbaciones. No todo el mundo va a estar a favor, pero todo el mundo va a beneficiarse de los resultados", afirmó. "La escala del desafío es inmensa. Por eso, en el Reino Unido tenemos que hacer las cosas de manera diferente".
Marcha atrás
Sobre la marcha atrás, que se vio forzada a dar en el recorte de impuestos a los que más cotizan, repitió la fórmula empleada por el ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng. La medida se había convertido "en una distracción" y por ello ya no forma parte del plan. "He entendido y he escuchado". Mientras los laboristas avanzan arrolladores en los sondeos con una ventaja de entre 25 y 33 puntos sobre los conservadores, Truss atacó a lo que llamó la "coalición anticrecimiento", que según ella engloba a todo el resto de las fuerzas políticas, a los que acusó de abogar por "más impuestos, más regulaciones y más injerencia".
Truss intentó convencer al país de que su visión, la fórmula de reducir el papel del Estado y suprimir regulación, va a funcionar "a largo plazo". Las encuestas muestran la condena sin paliativos de los votantes, cuya confianza le será imposible recuperar. En sólo un mes la primera ministra ha conseguido ser aún más impopular que Boris Johnson. "Inútil", "incompetente", "poco fiable" y "peligrosa" son algunos de los adjetivos con que más frecuentemente la definen los ciudadanos.
En el discurso, muy similar a la letanía que repetía en las elecciones primarias al liderazgo, no hubo ningún anuncio, ni detalles nuevos. Tampoco mención alguna a la oposición interna en el partido o las divisiones y fisuras en el Gobierno que retan su autoridad como primera ministra.
Dada la falta de carisma, las pocas facultades para la oratoria y el ambiente de insurrección de los últimos días, al menos Truss, que llegó a la sala de conferencias acompañada de su marido, no empeoró las cosas y cuando entre aplausos abandonó el estrado, sin duda debió respirar aliviada.
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