Revuelta en los 'tories'

Truss da un giro de 180 grados y renuncia a bajar los impuestos a los contribuyentes más ricos

La decisión reponde a la impopularidad de la medida y la presión de los miembros del Partido Conservador hundido en los últimos sondeos

Kwasi Kwarteng, ministro británico de finanzas.

Kwasi Kwarteng, ministro británico de finanzas. / REUTERS / Clodagh Kilcoyne

Begoña Arce

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El ministro de Finanzas británico, Kwasi Kwarteng, prometió “el inicio de una nueva era”, cuando el 23 de septiembre presentó su presupuesto de medidas económicas. Lo ocurrido después ha sido calamitoso y culminó con una intervención de salvamento del Banco de Inglaterra de 65.000 millones de libras. Una de las decisiones más impopulares era la rebaja de impuestos a los más ricos. “Se mantendrá”, insistía la primera ministra Liz Truss el domingo por la mañana en la BBC. Menos de 24 horas después quedaba anulada esa rebaja del 5% a quienes ganan más de 150.000 libras (172.000 euros) al año. Una maniobra humillante dando marcha atrás, para frenar la rebelión en el Partido Conservador y salvar al gobierno completamente desacreditado, con menos de un mes de vida.

"Una pequeña turbulencia"

Al anunciar la renuncia Kwarteng no admitió haber cometido un error, ni piensa cambiar de estrategia. Se trata simplemente, vino a decir, de eliminar una distracción. “Está claro que la abolición del 45% se había convertido en una distracción en nuestra misión primordial de abordar los desafíos de nuestro país. Lo entendemos y hemos escuchado”, señalaba el comunicado. Tras el anunció la libra esterlina subió y los mercados parecieron más estabilizados. Al ser preguntado si considera haber perdido la credibilidad y contemplaba dimitir, el ministro rechazó de plano marcharse. “En absoluto”, contestó. “Estamos concentrados al 100% en el plan de crecimiento”. El abandono de la rebaja debilita el argumento de Truss de que es necesario bajar los impuestos para potenciar el crecimiento y atraer a los inversores, uno de sus fundamentos económicos.

En Birmingham, donde los conservadores celebran su cita anual, Kwarteng se refirió desde el estrado al cambio sobre la rebaja fiscal de horas antes como “una pequeña turbulencia”. En su discurso, con el guion reescrito y de apenas 20 minutos, no hubo anunció alguno, ni detalles, sobre los términos de su nueva política. “El Reino Unido necesita una nueva visión” y “el crecimiento la única manera de aumentar las oportunidades y la prosperidad”, afirmó, dejando claro que el plan previsto por el gobierno sigue adelante.   

Truss y Kwarteng se enfrentan a la rebelión de los diputados conservadores, que han visto al Partido hundirse en los sondeos y amenazaban con votar contra el presupuesto en el Parlamento. A la cabeza de un grupo de insurrectos, dos exministros, Michael Gove y Grant Shapps, habían criticado públicamente el plan de Truss. Shapps calificó de “inevitable” la renuncia a la bajada del impuesto. Gove pide ahora que el gobierno no recorte los presupuestos públicos. Las presiones sobre no cesarán. Los conservadores se han convertido en un partido fraccionado e ingobernable.

Fanáticos

“El cambio llega demasiado tarde para las familias” y para “remediar el daño qua se ha hecho. La credibilidad económica ha quedado destruida”, afirma Rachel Reeves, la laborista a cargo de los asuntos económicos. El giro de 180 grados sería insuficiente para atajar las críticas y recuperar la confianza de los mercados. De acuerdo con Paul Johnson, director del Instituto de Estudios Fiscales (un prestigioso organismo independiente de análisis económico), la abolición de la bajada del impuesto sólo es “una pequeña medida del presupuesto”. Kwarteng tiene “mucho trabajo que hacer aún, si quiere mostrar un compromiso creíble de sostenibilidad fiscal”. Y a no ser que de otro giro rotundo a sus planes, el gobierno “no tendrá otra opción que considerar recortar el gasto público”.   

Un multimillonario donante del  Partido Conservador, Gareth Quarry, ha pasado a apoyar al Partido Laborista y le ha donado 100.000 libras prometiendo más ayuda en el futuro. Quarry afirma que Truss y   Kwarteng son “fanáticos”, que siguen unos principios económicos “de escuela primaria”.