Crisis económica

Los asaltos a bancos devuelven el poder al pueblo libanés

La desesperación fuerza a la población a irrumpir en sus sucursales bancarias con armas y exigir parte de sus ahorros para poder pagar los tratamientos médicos de sus familiares

“El enfrentamiento es inevitable, aunque sea sangriento; la mafia que nos gobierna ha llegado a devorar la energía de la gente”, denuncia el abogado que asesora a los depositantes indignados

Libano Banco del Líbano

Libano Banco del Líbano

Andrea López-Tomàs

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Cuando los recursos se agotan, la sociedad libanesa pone el cuerpo. Lo hace sin demasiada violencia. Sabe que aquello que exige le pertenece. Entran en sus bancos con toda su presencia y piden, por enésima vez, poder retirar sus ahorros de sus agonizantes cuentas corrientes. Lo han hecho en decenas de ocasiones pero esta es distinta. Traen un arma, rocían la sucursal con gasolina y, entonces, los empleados sacan un dinero que ayer, cuando se lo reclamaban con las manos vacías, parecía no existir. Salen con maletines llenos de billetes mientras, fuera, el pueblo celebra su nuevo Robin Hood. En el Líbano, la desesperación les fuerza a tomarse la justicia por su mano, y la última batalla se libra en las sucursales bancarias.

Sally Hafez entró en las oficinas del banco Blom en Beirut con una pistola de juguete hace un par de semanas. Esta conocida activista, una diseñadora de interiores de 28 años, exigía los miles de dólares que estaban en la cuenta corriente de su hermana y que necesitaba para pagar su tratamiento de cáncer. Logró salir del banco con 13.000 dólares y convertida en un icono. A su lado, estaba Rami Ollaik, su abogado. “Cuando un depositante se está muriendo a las puertas del hospital mientras el banco se queda con su dinero y los banqueros se lo gastan en aviones privados, eso no está bien”, explica Ollaik a este diario, “consideramos legítimo que reclamen sus ahorros por la fuerza”.

“Los depositantes están tomando la ley en sus propias manos por su propia salud”, añade alterado por teléfono. Hace tres años que los libaneses no tienen acceso a sus ahorros tras la imposición de controles de capital informales por parte de los bancos. El colapso del sistema bancario ha hecho que gran parte de su dinero se haya evaporado. Miles de libaneses han gastado sus energías frente a empleados bancarios que les negaban lo que era suyo. Pero, antes, noticias sobre este tipo de asaltos se conocían a cuentagotas. En cambio, ahora no dejan de sucederse. Mientras Sally irrumpía en el Blom, al otro lado de la capital, otro depositante recuperaba 30.000 dólares. Esa misma semana hubo otros siete asaltos de depositantes indignados. Solo este martes, ha habido tres asaltos en diferentes puntos del país. Uno de los cuales lo ha realizado un agente de policía retirado.

“En defensa propia”

Ollaik es el fundador de Unidos por el Líbano contra la Corrupción, un grupo de abogados que lidera la lucha contra los bancos desde hace tres años. “Presentamos la primera demanda contra los bancos, contra varios de sus miembros ejecutivos y también contra Riad Salameh”, el gobernador del Banco Central del Líbano durante tres décadas y actualmente en paradero desconocido, cuenta Ollaik. “Hemos renunciado al poder judicial, lo consideramos el primer responsable de lo que está pasando, ya que han bloqueado cualquier vía para exigir justicia”, rememora este abogado de camino a otro de sus litigios. Superado el judicial, decidieron buscar un nuevo camino. 

Ahora, asesoran a depositantes para realizar sus asaltos y recuperar parte de su dinero. Solo suelen ayudar a aquellos que lo necesitan por motivos médicos. “Dada la situación en el Líbano y el estado de corrupción, acordamos defender el derecho a la autodefensa como una exención de sanciones en caso de emergencias”, indica Ollaik. Los ataques, aunque múltiples, no han causado ningún herido. Más allá de algunos cristales rotos y el desorden que dejan, los depositantes solo quieren el dinero. Pero ya han instalado el miedo en los bancos. Esta semana algunas sucursales han vuelto a abrir con servicios muy reducidos después de varios días de cierre. 

Conversaciones con el FMI

La crisis económica del Líbano ha condenado a tres cuartas partes de la población a la pobreza. La ciudadanía languidece sin medicamentos, sin electricidad y sin agua. Su moneda local, la libra libanesa, se ha devaluado en más de un 90% pero los salarios siguen ajustados al cambio anterior. A partir del 1 de noviembre, el país aumentará su tipo de cambio fijo frente al dólar a 15.000 libras libanesas abandonando las 1.500 libras por dólar que se mantenían desde 1997. El gobierno lleva meses enfrascado en conversaciones con el Fondo Monetario Internacional para desbloquear un programa de asistencia financiera. 

Mientras las autoridades no implementen reformas financieras, como una ley de control de capitales, el rescate no llegará. “Esto ha llegado a los niveles más extremos de humillación; la gente está enfadada y habla de quemar las casas de los propietarios de los bancos en el Líbano y en el extranjero”, reconoce Olliak. “El enfrentamiento es inevitable, aunque sea sangriento; la mafia que nos gobierna ha llegado a devorar la energía de la gente, no les importamos”, añade el abogado para EL PERIÓDICO. Los libaneses no tienen otra opción que, armados con su cuerpo y grandes dosis de desesperación, exigir lo que les pertenece. A las puertas de los bancos, cargando un maletín lleno de su dinero, recuperan por un instante el poder.