Lucha contra la pandemia

Hong Kong pondrá pulseras para los positivos aislados y adopta un código de colores al estilo chino

Las medidas siguen la senda del continente pero son más suaves, pese a contabilizar unos 3.000 casos diarios de coronavirus

Personal sanitario en el aeropuerto internacional de Hong Kong conduce a los positivos en coronavirus, con código rojo, a un hotel donde cumplirán una cuarentena.

Personal sanitario en el aeropuerto internacional de Hong Kong conduce a los positivos en coronavirus, con código rojo, a un hotel donde cumplirán una cuarentena. / JEROME FAVRE

Adrián Foncillas

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Hong Kong fiscalizará la cuarentena domiciliaria de los contagiados con pulseras de geolocalización y adoptará un código de colores que medirá el riesgo de sus ciudadanos y limitará el movimiento de los peligrosos. Las medidas van a contrapelo en un mundo que convive con el virus y despiden cierto 'aroma' chino que repele a muchos hongkoneses. Una lectura pausada sugiere una actuación ineludible contra los estragos pandémicos y la evidencia de que ningún recetario ha empatado en eficacia con el de los compatriotas del continente.

Hong Kong ya recurrió a dos sistemas de pulseras en los primeros compases de pandemia. El actual se servirá de Bluetooth, redes inalámbricas y GPS para fijar la ubicación del positivo. Sobre la eficacia de las pulseras existen dudas técnicas porque no detectan los desplazamientos verticales en la ciudad con mayor densidad de rascacielos del mundo y el margen de error en los horizontales oscila entre los 50 y los 100 metros. El sistema de colores en el teléfono móvil, por su parte, prevé el rojo para los contagiados y el amarillo para los que han estado en contacto con infectados o en zonas de riesgo. Ninguno podrá acceder a lugares sensibles como hospitales o geriátricos. También plantea dudas. Algunos expertos adelantan que las prohibiciones asociadas al rojo incentivarán el secreto de los contagiados aunque es previsible que las multas del equivalente de 3.000 euros y los seis meses de cárcel por evadir la cuarentena obligatoria frenarán los engaños.

Urgencia pandémica

Se preguntó menos por sus grietas en la rueda de prensa donde se anunciaron las medidas, que por el acentuado control social que muchos intuyen. El sistema de colores desembarca en la isla en el peor momento y era previsible que los periodistas aludieran al reciente episodio de Henan, tan grosero como aislado: los códigos de salud de los estafados por unos bancos rurales de esa provincia china rural amanecieron rojos un día sin más razón que evitar sus desplazamientos para protestar. “Hong Kong adoptará un sistema de códigos de salud al estilo chino”, tituló una web antigubernamental.

El nuevo secretario de Sanidad hongkonés, Lo Chung-mau, subrayó la urgencia pandémica, negó intenciones espurias y repitió que solo “un pequeño número” de ciudadanos padecerá limitaciones temporales de movimiento. “No aplicaremos ninguna medida sanitaria en áreas ajenas a la pandemia. Sostener lo contrario no es realista. A aquellos que están removiendo las aguas les digo que no mientan y pido a la población que no les escuche”, ha afirmado el Jefe Ejecutivo, John Lee.

Distinto nivel de control

Las medidas adoptadas por Hong Kong siguen la senda china pero quedan muy rezagadas. Un contagiado agraciado con una cuarentena domiciliaria es inconcebible en el continente: aquí son aislados en centros por tiempo indefinido. El código de colores hongkonés, a juzgar por las primeras informaciones, también es más laxo: basta en Pekín con pasar en bicicleta cerca de un edificio donde hubo un contagiado una semana atrás para que una llamada policial ordene unos cuantos días de encierro en casa.

El uso de la tecnología alimentó sesudos debates en los primeros compases de la epidemia que situaban el eje entre democracias y dictaduras. La diferencia, sin embargo, es más cultural que política: Taiwán o Corea del Sur, ensalzados tercamente como saludables alternativas asiáticas al Gran Hermano chino, también recurrieron a geolocalizaciones y otros métodos similares sin ningún lamento social. Tampoco protestaron los hongkoneses dos años atrás por las pulseras pero la degradación de libertades desde que fuera aprobada la Ley de Seguridad Nacional ha extendido la desconfianza incluso a medidas sanitarias elementales.

Hong Kong vadeó la pandemia con parecido éxito a la China continental pero su suerte cambió este año. En pocas semanas pasó de inmaculada a devastada. Las fotos de pacientes tratados en la calle y las bolsas de cadáveres certificaron el colapso de una de las redes sanitarias más modernas del mundo. Más de un millón de hongkoneses se han contagiado sobre una población de 7,5 millones y más de 9.000 han muerto en los últimos meses. Hong Kong y el resto de China comparten la política de cero covid pero difieren en eficacia. La primera roza esta semana los 3.000 contagios diarios mientras la segunda, con una población 200 veces mayor, no alcanza los 400. El fracaso de su fórmula quedó subrayada durante los recientes fastos del aniversario de la devolución de Hong Kong a la madre patria: tuvieron sus autoridades meses para prepararlos y acabaron juntando en la misma habitación al presidente chino, Xi Jinping, con un contagiado.