Guerra en Ucrania

Rusos en Barcelona: "No es fácil ser ruso estos días"

Reportaje multimedia: resumen de la primera semana de guerra

Las claves de la guerra entre Rusia y Ucrania

Varios ciudadanos nacidos en el país cuentan su sorpresa por la invasión de Ucrania y comparten su incertidumbre por el futuro

Entrevista a tres jóvenes rusos que residen en Barcelona

Montse Martínez

Montse Martínez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Semblantes serios y cansados ya desde primera hora de la mañana. Alguna lágrima, también. Y es que -aseguran- no es fácil ser ruso estos días, especialmente si aún estás atónito por la decisión de Putin de invadir la vecina Ucrania. Alexander, de 32 años, Zinaida, de 36, y Alexey, de 29, los tres de nacionalidad rusa y residentes en Barcelona, comparten un café matinal mientras reflexionan sobre los sorprendentes acontecimientos. Se acaban de conocer gracias a un chat del que forman parte 400 personas, en su mayoría rusos residentes en Catalunya, que lleva por título identificativo "Rusia sin Putin".

Alexander Antukh, informático en una gran empresa, salió de Rusia con su pareja, profesora de idiomas, en el 2015, tras la anexión rusa de la península de Crimea. "No salí porque encontré trabajo fuera, busqué trabajo fuera para poder salir", puntualiza para añadir: "Hace ocho años ya no me gustó la deriva que tomaba el Gobierno ruso, el país estaba cada vez más cerrado". "Ahora el desastre ya es total", puntualiza para luego admitir que no le sorprende demasiado la invasión rusa, que describe como un "horror" y una "atrocidad contra el mundo y contra los rusos".

Alexander Antukh, ruso residente en Barcelona.

Alexander Antukh, ruso residente en Barcelona. / Joan Cortadellas

Para hacerse cargo del temor que impone el régimen, aún viviendo a miles de kilómetros de Moscú, basta oír los argumentos de otra compatriota, que quiere permanecer en el anonimato por miedo a posibles represalias. "Tengo a toda mi familia allí y Putin les ha robado todo el futuro", lamenta, para añadir: "Rusia va a retroceder décadas".

Más ayuda de Occidente

Es difícil saber qué tiene en la cabeza el mandatario ruso, admiten todos. Pero Alexandre es contundente al afirmar: "Putin sueña con una URSS 2.0". Cuando oye términos como tercera guerra mundial o guerra nuclear, tan en boga estos días, no se echa las manos a la cabeza. "Las cosas podrían descontrolarse", asegura mientras pide más ayuda, sobre todo militar, de la Unión Europea y la OTAN porque, considera, las sanciones económicas no son suficientes. "La ayuda de Occidente a Ucrania no es suficiente", sentencia.

A su lado, Zinaida Pshennikova, nacida en una localidad rusa cercana a la frontera con China, es profesora de Historia y salió de Rusia en el 2018. Se dedica a dar clases de historia de Rusia a niños rusos en Barcelona. "Putin ha llevado a cabo su propio suicidio", dice, convencida de las graves consecuencias que va a conllevar el aislamiento económico, político y social fruto de su gestión. Su condición de lesbiana no le hizo demasiado fácil su vida en su país pero, pese a ello, sueña con volver algún día.

Zinaida Pshennikova, rusa residente en Barcelona.

Zinaida Pshennikova, rusa residente en Barcelona. / Joan Cortadellas

No cree que el mandatario ruso eche mano del arsenal nuclear pero puntualiza: "Tampoco creí que invadiera Ucrania y mira...". "Rusia ha retrocedido varias décadas", lamenta y asegura que el mandatario toma decisiones sin demasiada planificación. "Estamos en pleno caos", sostiene.

"Somos pueblos hermanos"

Alexey Kurbatov, ruso nacido en Moscú y residente en Barcelona.

Alexey Kurbatov, ruso nacido en Moscú y residente en Barcelona. / Joan Cortadellas

También Alexey Furbatov, nacido en Moscú, diseñador de vídeo, es contundente al responder si imaginaba la invasión rusa de Ucrania: "Nunca, somos pueblos hermanos". Trabaja en una empresa de arquitectura con sede en Moscú y todos los arquitectos más jóvenes de 27 años se han escondido para evitar ser llamados a filas. Hubo una época, reflexiona, en los años 90, cuando Rusia intentó ser, sin éxito, una democracia plena.

Alexey utiliza el símil de un psicópata dentro de un edificio con todos los vecinos dentro para referirse a Putin y a su pueblo. "Hay que pararlo"-asegura- "porque si no también será una muerte lenta para Europa".

Suscríbete para seguir leyendo