Política y religión
Controversia en Argentina por un ácido retrato de la iglesia evangélica
La serie 'El Reino', que emite Netflix, ha provocado la ira de las iglesias pentecostales
La ficción cuenta la historia de un pastor de dudosa moral que se convierte en candidato presidencial de la derecha
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
La historia de un pastor evangélico de dudosa moralidad que, a partir de un asesinato, se convierte en candidato presidencial de la derecha alborota a los argentinos y esparce sus repercusiones por la región. La serie El Reino, de la plataforma Netflix, ha generado controversias a diestra y siniestra. El realizador Marcelo Piñeyro y la escritora Claudia Piñeiro son los responsables de los ocho capítulos que cuentan la miserable picaresca de Emilio Vázquez Pena, el obispo pentecostal encarnado por Diego Peretti. El histriónico pastor salta del púlpito a la política de la mano de su abogado (Chino Darín) pero, por encima todo, es rehén de Rubén Osorio (Joaquín Furriel), un supuesto agente de la inteligencia norteamericana tan inescrupuloso como sagaz, al punto de dirigir la campaña proselitista y encargarse de la formación del futuro Gobierno conservador.
Tanto la trama como la construcción de la figura del religioso, desprovista de todo rasgo compasivo, han provocado la ira de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (Aciera). La organización criticó "el contenido y el mensaje" de la serie. A su vez, acusó a Piñeiro, la autora de la novela La viuda de los jueves, de tener un "encono hacia los evangélicos" que se explica en "su militancia feminista" y el respaldo a la ley de interrupción voluntaria del embarazo. "Usar el arte para inventar una ficción con el fin de crear en el imaginario popular la percepción de que quienes lideran esas comunidades religiosas solo tienen ambiciones de poder o de dinero es reprochable".
Aciera aclaró no tener "intención alguna de censurar la obra" y rechazó en ese sentido que todos sean tachados de "seguidores de (Jair) Bolsonaro" o "reaccionarios de derecha". Por último, invitó a sus autores a ver el trabajo pastoral que realizan en las zonas más empobrecidas de la ciudad, en las cárceles y los hospitales.
"La censura es censura, la quieras disfrazar de lo que la quieras disfrazar", ha respondido la escritora. El director, Marcelo Piñeyro, se ha desmarcado también de los señalamientos. Ha asegurado que El Reino es solo "una ficción" y que la pintoresca iglesia cuyo principal desvelo es el dinero y el timo es "inventada". No obstante, ha avisado: "el que se quiere poner el sayo, que se lo ponga". Piñeyro y Piñeiro comenzaron a pensar en la serie cuando irrumpió en Estados Unidos el fenómeno de Donald Trump. No habían siquiera delineado el guion de la serie cuando Jair Bolsonaro ganó la presidencia de Brasil con el inestimable apoyo de las diferentes iglesias pentecostales. Peter Lanzani, uno de los actores de la serie, ha considerado que el propósito de la ficción "nunca es herir sentimientos". "De lo contrario, me tengo que enojar con cada película de Scorsese", ha añadido.
Antagonismos
El sociólogo Pablo Semán, quien desde hace décadas investiga el fenómeno evangelista en Argentina y Brasil, ha estimado que la serie, más allá de su mezcla de géneros (entre el policial y el realismo político), ha pecado de cierta ligereza. Ha recordado al respecto que los evangélicos "han sufrido durante décadas estigmas, discriminaciones, violencias". Pero sus pastores y buena parte de la feligresía "ignoran" al mismo tiempo "hasta qué punto causa dolor la oposición a la agenda de diversidad y de género que es fuerte en sus filas". El evangelismo expresó una fuerte oposición a la ley que despenalizó el aborto y, junto con la iglesia católica, movilizó multitudes en las calles. A Semán le parece, por otra parte, "mentira que haya que hacer entender que los evangélicos también son humanos".
Peso político
Al igual que ha sucedido en Brasil, las iglesias evangélicas han crecido de manera sostenida durante los últimos años. En 2010, un 75% de los argentinos se consideraba católico, contra el 62,9% del presente. Por su parte, los argentinos que dicen seguir a una iglesia evangélica pasaron a representar al 15,3% de la población. La encuesta realizada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) da cuenta de que a medida que aumenta "el nivel educativo" se evidencia una mayor cantidad de personas "sin religión". Los pastores evangélicos, señala también la encuesta, tienen mayor influencia en "los niveles educativos más bajos" de un país con 40% de pobres.
El Reino no ha hecho más que darle visibilidad en las pantallas a un tema que ya ha sido objeto de atención por parte del mundo político. De hecho, el expresidente Mauricio Macri fue el primero en salir a la caza del voto evangélico con una agenda fuertemente conservadora.
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