Polvorín en Asia Central
La retirada de EEUU deja vía libre a China en Afganistán
Pekín intentará impulsar la cooperación económica con los talibanes y descarta enviar tropas o involucrarse en la política interior del país
Pese a su satisfacción inicial por la humillación estadounidense, Moscú teme que la inestabilidad afgana pueda extenderse a sus aliados en Asia Central

l Consejero de Estado y Ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, se reúne con Mullah Abdul Ghani Baradar , jefe político de los talibanes de Afganistán, en Tianjin, China, el 28 de julio de 2021. / XINHUA


Marc Marginedas
Marc MarginedasPeriodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Toda retirada militar de un país o una región del mundo por una potencia ocupante constituye un topetazo de envergadura en el imaginario tablero de complejos equilibrios estratégicos que se ha ido formando en los años o décadas precedentes. Los habitantes de Afganistán, país centroasiático de hostil geografía, población irreductible y tumba recurrente de imperios, conocen bien este juego de tronos que les ha llevado a ver pasar, en los últimos dos siglos y medio, a mongoles, británicos, soviéticos y occidentales liderados por EEUU. La salida definitiva de las tropas estadounidenses, tras dos décadas de presencia ininterrumpida en el estado centroasiático, ha generado un vacío de poder que, según coinciden la mayoría de analistas, será ocupado por China, país con el que comparte una corta y montañosa frontera, zona tradicional de tránsito del opio afgano hacia el gigante asiático.
Lo que ya es seguro es que la influencia que eventualmente ejerza Pekín sobre el Gobierno talibán que se acabe instalando en Kabul se materializará de forma muy diferente a la fracasada tentativa de edificar un Estado de la nada, auspiciada en los últimos 20 años por el bloque occidental liderado por Washington. En un artículo del 'Global Times', publicación que forma parte del aparato de propaganda chino, la posibilidad de mantener una presencia militar en el país era descartada por completo. "Pese a que algunas voces en Occidente están esperando a que China juegue un papel más amplio tras la repentina marcha estadounidense, especulando incluso con la posibilidad de enviar tropas, expertos chinos han dicho que todas estas especulaciones no tienen fundamento", rezaba el texto.
"Lo máximo que puede hacer China es contribuir a la reconstrucción después de la guerra, impulsando proyectos como la denominada Nueva Ruta de la Seda". Dicha iniciativa, un proyecto de enlaces marítimos y terrestres entre China y Europa, pasando por Asia Central y siguiendo el ejemplo de la antigua Ruta de la Seda, genera recelos en Washington, al ver como Pekín expande su influencia con el comercio como moneda de cambio.
En opinión de Michael J. Green, vicepresidente para Asia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, y Gabriel Scheinman, director ejecutivo de la Sociedad Alexander Hamilton, la retirada militar estadounidense constituye un paso atrás en la nada soterrada lucha hegemónica que libra EEUU con China. "La base estadounidense de Bagram", que abandonaron las tropas estadounidenses a principios de julio, era "la más cercana a China". A partir de ahora será "la base de Doha (Catar), a 1.300 millas" (unos 2.000 kilómetros), recuerdan ambos autores en un artículo de 'Foreign Policy'.
Oportunidad inmejorable
En todo caso, Pekín ve en la retirada de EEUU una oportunidad inmejorable para minar la credibilidad de Washington como aliado, en especial con el Gobierno nacionalista de Taiwán, y enfatizar la narrativa de que se trata de una superpotencia en declive y que los años venideros consolidarán el estatus planetario del gigante asiático. Los titulares de 'Global Times' de las últimas semanas son muy ilustrativos al respecto. "El abandono afgano es una lección para el Partido Democrático Progresista de Taiwán", encabeza un comentario editorial. "¿Por qué EEUU eventualmente abandonará Taiwán?", se lee en otro.
El papel de Rusia en el Afganistán posterior a la retirada de EEUU va a ser mucho más modesto que el de China, más allá de la satisfacción temporal con la que el Kremlin ha recibido la humillación infligida a EEUU, a sus ojos similar a lo sucedido a finales de los ochenta con ocasión de la retirada de la URSS. Con una economía del tamaño de Canadá, el país dispone de una limitada capacidad de proyectarse más allá de sus fronteras. En un artículo publicado en 'Euroasia.net', Richard Ghiasy, investigador del reputado Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo, ya daba daba cuenta hace cuatro años de cómo los objetivos de Rusia en el estado centroasiático se habían modificado tras la derrota soviética. "Afganistán no es considerada ya (por Moscú) como una zona de expansión territorial, sino como una fuente de ansiedad debido al extremismo y a la posibilidad de que se extienda la inestabilidad a los aliados de Rusia en Asia Central".
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