Lacra endémica
Biden anuncia seis tímidas medidas ejecutivas para el control de armas
El presidente impulsa acciones modestas ante el estancamiento de legislación en el Congreso
Idoya Noain
Corresponsal en EEUU
Corresponsal en Estados Unidos desde 2001.
Idoya Noain
La lucha por incrementar el control de las armas de fuego forma parte del adn político de Joe Biden pero, como en otros momentos de su carrera, el demócrata choca también en la presidencia con las dificultades para acometer una auténtica reforma que históricamente se resiste en Estados Unidos. Este jueves Biden ha comparecido en la Casa Blanca para anunciar seis medidas ejecutivas que quedan lejos de sus ambiciosas promesas de campaña e, incluso para los aliados que aplauden sus acciones, son modestas. Y la auténtica batalla está en el Congreso, donde tras ser aprobadas en la Cámara Baja están estancadas dos propuestas legislativas que solventarían lagunas en el sistema de control de historiales antes de una venta.
Biden, de hecho, ha urgido de nuevo en su anuncio al Congreso a actuar tanto en esa legislación como para renovar la limitación de armas de asalto. Y sabe que son las cámaras las que pueden ir más lejos que sus medidas, que ha anunciado acompañado por el fiscal general, Merrick Garland, y por activistas.
Una de esas acciones ejecutivas pone en la diana la proliferación de las llamadas "armas fantasma", que se construyen con partes y, sin un número de serie, hacen prácticamente imposible detectar su origen. Otra busca restringir el acceso a complementos que permiten transformar una pistola en un arma más similar a un rifle de precisión. En ambos casos Biden insta a elaborar propuestas con esos fines al Departamento de Justicia, al que también solicita que prepare un marco de legislación de "bandera roja", con el que se vetaría el acceso a armas de fuego a individuos que fueran señalados como un potencial peligro por familiares o agencias del orden.
Una "epidemia"
En medio de la lucha contra la pandemia del coronavirus y con el foco puesto en los esfuerzos de vacunación, la recuperación económica y el plan de infraestructuras, la cuestión del control de armas ha quedado de nuevo relegada a un segundo plano en la lista de prioridades, incluso cuando Biden y la Casa Blanca reconocen que la violencia con armas de fuego es "una epidemia y una vergüenza internacional" y aun cuando ha vuelto el horror de las masacres. A las recientes en Colorado y Atlanta se ha sumado en las últimas horas una en Carolina del Sur, donde un antiguo jugador de la Liga de Fútbol Americano se ha suicidado de un disparo este jueves tras matar la víspera a tiros a cinco personas, incluyendo dos niños de cinco y nueve años.
En lo que va de año, unas 11.000 personas han muerto en EEUU por armas de fuego, informó el fiscal general, Merrick Garland. Según un informe reciente del grupo Everytown for Gun Safety al que aludió Biden, el problema le cuesta al país unos 280.000 millones de dólares al año en tratamientos médicos y psicológicos.
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