Informe de inteligencia

Estados Unidos tensa la cuerda con Arabia Saudí

La CIA acusa al príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, de ordenar el asesinato del periodista Jamal Khashoggi

La Administración Biden pretende marginar al gobernante de facto del Reino y "recalibrar" las relaciones con su viejo aliado

El periodista saudí Jamal Khashoggi, asesinado el pasado octubre.

El periodista saudí Jamal Khashoggi, asesinado el pasado octubre. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Cuando era todavía candidato a la presidencia, Joe Biden hizo de Arabia Saudí uno de sus ejemplos de cabecera para tratar de demostrar que la defensa de los derechos humanos y la democracia volverían a ser pilares fundamentales de la política exterior estadounidense si conquistaba la Casa Blanca. “Haremos que paguen un precio y les convertiremos en el paria que verdaderamente son”, dijo el demócrata durante la campaña. Aquel órdago enfrenta ahora su primera prueba de fuego. Su Administración pretende desclasificar el informe elaborado por la CIA sobre el asesinato del columnista saudí del ‘Washington Post’, Jamal Khashoggi, según varios medios norteamericanos. Las conclusiones son conocidas, pero falta saber el impacto que tendrán en la complicada relación entre ambos países. 

La Agencia Central de Inteligencia concluyó hace dos años “con un grado elevado de confianza” que el príncipe heredero Mohamed Bin Salman ordenó personalmente el asesinato del periodista de 59 años en el consulado saudí de Estambul, según publicaron en su día varios medios estadounidenses. Khashoggi era crítico con la monarquía saudí y aquella mañana de octubre del 2018 entró en la legación para tramitar los papeles de su inminente boda con su prometida turca. No volvió a salir de allí con vida, a pesar de que uno de los hermanos de Bin Salman le habría asegurado antes de entrar en el consulado que no tenía nada que temer, según publicó el ‘Washington Post’. Una vez dentro, el periodista fue presuntamente drogado y descuartizado. Su cuerpo nunca se ha encontrado. 

La Administración de Donald Trump se negó a desclasificar el informe de la CIA para no dilapidar su privilegiada relación con Bin Salman, el gobernante de facto de Arabia Saudí y una de las piezas fundamentales en la diplomacia triangular pilotada por Jared Kushner que desembocó en los acuerdos de normalización diplomática entre Israel y varios países árabes. Pero con su característica tendencia a airear secretos de Estado, Trump acabó refrendando las sospechas. “El encubrimiento saudí del asesinato de Khashoggi es el peor en la historia de los encubrimientos”, afirmó el entonces presidente. “Le he salvado el culo”, dijo después refiriéndose al príncipe heredero.  

Planes para recalibrar la relación

A la postre, Trump dio por cerrado el caso imponiendo sanciones a 17 saudís involucrados en el crimen y aceptando implícitamente la versión del régimen que, tras negar inicialmente su implicación, acabó describiendo lo sucedido como una operación mal ejecutada por sus fuerzas de seguridad para extraditar al periodista. Varios de ellos fueron condenados en sus tribunales. Pero ahora esa patata caliente está a punto de volver a abrirse por obra de una Administración Biden que parece dispuesta a plantarse ante las purgas de Bin Salman y los desmanes de su ejército en Yemen. “La intención del presidente, así como la de su gobierno, es recalibrar nuestra relación con Arabia Saudí”, dijo el jueves la portavoz de la Casa Blanca. Pero el informe no se hará público hasta que Biden hable primero con el octogenario rey Salman, según fuentes de la Administración. Salman es todavía jefe de Estado, aunque desde hace años se rumorea que padece demencia. 

No es la primera vez que se escuchan palabras semejantes en Washington. También hubo ganas de ajustar cuentas con el Reino tras los atentados del 11-S, después de que se descubriera que 14 de los 19 secuestradores de los aviones eran saudís. Pero los intereses comunes de la realpolitik más cruda acabaron prevaleciendo. Washington ya no depende del petróleo saudí como dependía hace dos décadas y, por el momento, Biden se ha atrevido a frenar el envío armas ofensivas a Riad para que sean utilizadas en la guerra de Yemen, donde su aliado ha matado a cientos de civiles.

Acercamiento saudí a China

Todo indica que Biden pretende marginar a Bin Salman, quizás con la esperanza de que el rey retire a su vástago favorito el título de príncipe heredero, algo que el viejo Salman ha hecho en dos ocasiones durante su reinado, una maniobra sin precedentes desde de que la tribu de los Saud tomara el poder del país hace casi un siglo. Ese sería el mejor de los desenlaces posibles para su Administración, dado que Washington necesita a Riad en la lucha contra el terrorismo yihadista o que su aliado se está acercando sin disimulos a China, con la que coopera en su programa nuclear y en las licencias telefónicas del 5G

Y entre tanto Bin Salman hace gestos de distensión. En las últimas semanas ha liberado a varios presos políticos, algunos de ellos con la doble nacionalidad saudí-estadounidense, y ha lanzado reformas de su sistema judicial en un guiño aparente a las nuevas demandas que llegan de Washington.