Quintos comicios
Los ultranacionalistas ganan las elecciones en Kosovo
Las negociaciones para formar Gobierno no serán fáciles ya que no han alcanzado la mayoría absoluta
La UE espera que el nuevo Ejecutivo retome el diálogo y logre la normalización con Serbia
En el centro de Pristina, la capital de Kosovo, menos de un kilómetro separa el ayuntamiento de la ciudad y la sede del Gobierno nacional. Ambos edificios son iconos del tsunami político que en los últimos años se ha abatido sobre Kosovo, rompiendo equilibrios establecidos durante el período de la violenta escisión de este país de Serbia, y la posterior independencia (1999-2008). El primero fue conquistado por el partido nacionalista de izquierda Vetëvendosje (Autodeterminación) por primera vez en 2013. En el segundo se sentarán, si no han cambios de última hora, representantes de esa misma formación, ganadora de las elecciones legislativas del pasado domingo con el respaldo de miles de jóvenes hartos de la políticos que han gobernado estos años el país.
El anuncio fue hecho por el fundador y candidato a primer ministro de Vetëvendosje, Albin Kurti, y aceptado por el Partido Democrático de Kosovo (PDK), integrado por muchos veteranos del extinto conflicto. “Estas elecciones eran un referéndum, y este referéndum sobre la justicia y el empleo, se ha ganado”, fueron las primeras palabras de Kurti. “Nos queda un largo camino, pero nuestros objetivos son buenos y nobles”, añadió. La derrota del PDK llega después de que recientemente uno de sus principales líderes, el expresidente y exguerrillero Hashim Thaçi, fuera forzado a apartarse de la vida política tras ser acusado por un Tribunal Especial para Kosovo de crímenes de guerra en 1998 y 1999.
Con esto como preámbulo, sumado a la corrupción, la pobreza y la desigualdad social que en estos años han corroído el proyecto kosovar, se ha forjado la victoria de Kurti, según explica Arben Hajrullahu, profesor de la Universidad de Pristina. “Estas elecciones suponen un giro para Kosovo, un cambio promovido por una generación joven que quiere poner fin a la irresponsabilidad, el nepotismo y la corrupción de la clase política que gobernó este país a partir de 1999”, afirma Hajrullahu. “Kurti ha ganado gracias a sus promesas de grandes reformas, para una mayor cohesión social, una profunda reestructuración del sistema judicial y grandes mejoras para la educación”, añade.
Los datos explican el desastre socioeconómico kosovar. Para citar algunos indicadores que muestran la situación: el índice de desarrollo humano de Kosovo es en la actualidad uno de los peores de la región, solo el 30% de la población activa tiene un trabajo (al menos legalmente), y el 18% vive con menos de 5,5 dólares al día (4,53 euros). La pandemia ha sido el último golpe. Ha contraído aún más la economía, ampliamente basada en el consumo y en las remesas que envía la diáspora. Por ello, los desafíos son inmensos, así como también lo son las expectativas creadas.
Economía subdesarrollada
Kreshnik Ahmeti, responsable de Relaciones Internacional de Vetëvendosje, explica así el reclamo de su partido. “Somos un país con potencial pero que necesita de ayuda para crecer. Tenemos una economía subdesarrollada, y necesitamos que haya cooperación regional y un mini-plan Marshall con fondos europeos para alcanzar cohesión social y también avanzar en el diálogo con Serbia. Queremos ese diálogo pero también necesitamos crear una economía que genere empleos para nuestros jóvenes”, afirma al EL PERIÓDICO.
Porque esa es la gran inquietud europea e internacional: la normalización de la relación con Serbia y el reconocimiento definitivo de este país como Estado soberano, algo que hasta la fecha solo un centenar de países han aceptado (España, no). Una preocupación que también se desprendía de las palabras del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, y el de Ampliación, Oliver Varhelyi. “El camino europeo de Kosovo también pasa por la normalización global de las relaciones con Serbia y la UE espera que las nuevas autoridades de Pristina se comprometan de forma constructiva", dijeron el lunes Borrell y Varhelyi.
Un elemento de moderación podría provenir del resultado electoral. Si bien los kosovares han dado el triunfo a Kurti, su formación podría no conseguir la mayoría absoluta de 61 escaños en un Parlamento integrado por 120 parlamentarios (se sabrá solo cuando se terminen de contar todos los votos, incluso los de la diáspora, posiblemente en una semana), lo que abriría las puertas a un pacto con las minorías de serbios, bosniacos, romanís y turcos.
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