Proceso histórico

El juicio definitivo a Trump

El histórico segundo 'impeachment', por "incitación a la insurrección", arranca el martes en el Senado

Será central la cuestión sobre la constitucionalidad del proceso, que podría acabar en una semana

Sus abogados han rechazado la petición para que declare y una votación previa apunta a la exoneración

Manifestantes reclaman el 'impeachment' para Trump en una protesta en San Francisco.

Manifestantes reclaman el 'impeachment' para Trump en una protesta en San Francisco. / periodico

Idoya Noain

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Todo está preparado para el segundo 'impeachment' a Donald Trump, un juicio político doblemente histórico que arranca el martes en el Senado. Nunca antes un presidente de Estados Unidos había sido sometido dos veces al proceso. Nunca ninguno lo enfrentó tras abandonar el cargo y, aunque hay un precedente en el siglo XIX de un exsecretario de guerra juzgado tras dejar la cartera, ese es el elemento central de la defensa del exmandatario para plantear este 'impeachment' como inconstitucional.

Tampoco nunca antes, claro, el ocupante del Despacho Oval había sido señalado por "incitación a la insurrección", el único cargo que Trump enfrenta por lo que los nueve 'managers' demócratas del 'impeachment', que actúan como fiscales, han definido como su "inconfundible" responsabilidad en el asalto al Capitolio del 6 de enero. El episodio sacudió los cimientos democráticos de EEUU, conmocionó al país y dejó cinco muertos, y Trump está señalado por arengar a la turba aquel día, después de meses alimentando la furia con sus acusaciones infundadas y teorías conspiratorias sobre fraude electoral.

Como también han escrito los demócratas en el documento legal de 80 páginas que presentaron el martes pasado planteando su caso, tampoco "desde el nacimiento de la república ningún enemigo, extranjero o nacional, ha obstruido nunca el recuento de votos en el Congreso. Ningún presidente ha rechazado aceptar un resultado electoral o desafiado los procesos legítimos para resolver disputas electorales. Hasta el presidente Trump".

El republicano, desde el 20 de enero, está instalado en su club Mar-a-Lago en Palm Beach (Florida), sigue sin haber reconocido la legítima victoria de Joe Biden públicamente y nunca ha dejado de defender, sin pruebas, la falsedad de que ganó las elecciones, según él "de forma aplastante" (Biden obtuvo siete millones más de votos que él). Su insistencia en hacer de esas mentiras estrategia central de su defensa hizo que muchos abogados rehusaran defenderle o abandonaran el barco, y Trump no pudo anunciar hasta hace ocho días el fichaje de los letrados Bruce Castor y David Schoen. Y aunque estos van a centrarse en retar la constitucionalidad del proceso y en tratar de amparar en la primera enmienda que protege la libertad de expresión las polémicas declaraciones de Trump, también han hecho un guiño a su cliente y en el documento de 14 páginas que presentaron el martes niegan que sean falsas sus afirmaciones, por más desacreditadas que estén.

Interrogantes, secreto y prisas

Aunque todo esté listo hay también numerosos interrogantes, en parte porque los 'managers' demócratas han protegido a cal y canto su estrategia y no la han compartido ni con sus propios ayudantes para evitar filtraciones. Aunque puede haber una laguna de pruebas dada la prisa con la que se redactó y aprobó el artículo de 'impeachment' (una semana) se espera, por ejemplo, que en el juicio se proyecten vídeos recopilados de Parler, Twitter y otros medios para tratar de recordar las acciones de Trump. Se escuchará sin duda el audio de la llamada que hizo al secretario de Estado de Georgia presionándole para "encontrar" votos y amenazándole (aunque su defensa niega que hiciera ninguna de las dos cosas). Lo que no se sabe aún es si se convocará a testigos.

Uno que parece descartable es el propio Trump, aunque este jueves Jamie Raskin, el congresista de Maryland que dirige el caso para los demócratas, le solicitó que testificara "en un lugar y hora conveniente" para ambos, dándole de plazo desde este lunes al jueves. Inmediatamente obtuvo una respuesta negativa de Castor y Schoen.

Cabría aún la opción de emitir una citación, pero es improbable que se haga. Requeriría el respaldo de una mayoría de senadores (descartable cuando incluso algunos de los 50 demócratas lo consideran "una idea terrible") y podría abrirse una batalla legal por cuestiones de privilegio ejecutivo que prolongaría el proceso, algo que nadie parece desear.

Se anticipa que este 'impeachment', que no presidirá el presidente del Supremo, el juez John Roberts, sino el senador demócrata Patrick Leahy, podría ser el más rápido de la historia y acabar el sábado, solo cinco días después de empezar. Los republicanos están ansiosos por pasar página; los demócratas, por centrar el trabajo en las cámaras en el avance de la agenda de Biden y su lucha contra la pandemia, aunque siguen considerando fundamental juzgar a Trump y no solo buscar una condena sino inhabilitarlo para cualquier cargo federal en el futuro.  

La exoneración, probable

El resultado también está en el aire, aunque de momento la balanza parece inclinarse por la exoneración. Aunque en la Cámara baja 10 republicanos votaron a favor de someter al proceso a Trump, en una parte previa del proceso 45 de los 50 senadores conservadores expresaron en una votación su idea de que el juicio político es inconstitucional. Haría falta que 17 votaran con los 50 demócratas para condenarle y las cuentas, donde al menos por ahora solo se considera probable un voto contra Trump de cinco, no salen. 

Nada de eso impide que los demócratas estén decididos a juzgar a Trump. Descartan tajantemente el argumento de que el hecho de que ya no esté en el cargo haga inconstitucional el proceso porque, aseguran, asumir eso daría licencia a futuros presidentes a cometer acciones susceptibles de 'impeachment' en sus últimos días en el cargo y luego dimitir para evadir responsabilidad. Pero, sobre todo, siguen vivas la indignación visceral y la profunda rabia por la embestida de Trump contra el sistema y por un asalto al Capitolio que aterrorizó a los legisladores, llegando a hacerles temer por su vida, un trauma que recordaba esta semana Alexandria Ocasio-Cortez.

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