Elecciones presidenciales 2022

Le Pen saca provecho de su política discreta durante la pandemia

Un sondeo refleja que la la líder de extrema derecha se impondría al presidente francés en la primera vuelta de los comicios del próximo año.

La gestión de la campaña de vacunación será crucial para recuperar la confianza de los franceses, una cuestión que, por ahora, beneficia a la presidenta del Reagrupamiento Nacional 

Un debate Macron-Le Pen, en directo

Un debate Macron-Le Pen, en directo

Irene Casado Sánchez

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El tiempo apremia. En quince meses, los franceses se darán cita en las urnas para escoger a un nuevo inquilino que ocupe las estancias del Palacio del Elíseo o prolongar la estancia de su actual residente. La pugna enfrentará, según vaticinan múltiples sondeos, a Emmanuel Macron contra la líder de extrema derecha, Marine Le Pen. Se repetirá así el escenario de 2017, con una diferencia notable: la presidenta del Reagrupamiento Nacional tendría ventaja. Le Pen obtendría entre el 26% y 27% de los votos en la primera vuelta del escrutinio, frente al 23%-24% del líder de La República en Marcha, según una encuesta publicada este mismo lunes en el diario L’Opinion

"No podemos hablar de nada. El coronavirus lo está aplastando todo. Caería una bomba atómica y no tendríamos ni cinco minutos para hablar de ello”, bromea con cierta amargura Marine Le Pen detrás de las cámaras y micrófonos, guarecida en un discreto segundo plano que parece jugar a su favor.

De la crítica a la prudencia

La prudencia de su actual estrategia emerge como el resultado de un ejercicio de ensayo y error. La pasada primavera, cuando la primera ola de coronavirus golpeaba al Hexágono, Le Pen optó por arremeter contra Macron y su Gobierno acusándole de mentir "en todo", de "ocultar el nivel de debilidad y falta de preparación del Estado", de decretar "tarde todas las decisiones desde el inicio de la crisis". Las teorías del complot llegaron incluso a colarse en su discurso, preguntándose si el covid-19 no se habría "¡escapado de un laboratorio!". 

Esta táctica de acoso y derribo se tradujo en una importante pérdida de popularidad entre los franceses. A principios del pasado mes de abril, según el barómetro del Instituto Elabe, la líder de extrema derecha perdía tres puntos entre la opinión pública: sólo el 23% de los franceses tendría una imagen positiva de Le Pen. "Se trata de la personalidad política cuyo índice de confianza está más en declive, por detrás de su sobrina, Marion Maréchal [figura clave de la extrema derecha], y de la exministra de Sanidad, Agnès Buzyn", analizaba por aquel entonces el semanario Les Echos

Su aprobación habría disminuido "entre las personas mayores, que son relativamente legitimistas, pero también en [la región] de Grand Est, una de las zonas más afectadas por la pandemia de coronavirus -añadía el presidente del instituto de encuestas-. Es posible que una parte del electorado escuche los discursos de Marine Le Pen, pero considera que no es el momento de pronunciarlos, en plena crisis".

Lección aprendida

líder de ultraderechaprudente y comedidalepenista crisis comparable a la Primera Guerra Mundial proteccionista y nacionalista

Con todas las miradas puestas en la campaña de vacunación, elemento clave de la recta final del quinquenio macronista, Le Pen y sus compañeros de filas han encontrado ya un filón para salir poco a poco de la sequía mediática. "¿Cómo puede haber confianza en las vacunas si se actúa con una opacidad tan increíble?", se interrogó la líder ultraconservadora en la radio France Inter, antes de añadir que no se vacunará hasta la llegada al mercado de una "vacuna tradicional"

La desconfianza de los franceses, una baza crucial

"Desde el inicio de la crisis sanitaria […] nos hemos visto obligados a constatar que el Gobierno ha creado todas las condiciones para [alimentar] la desconfianza que hoy existe. La desconfianza tiene una consecuencia directa en la aceptabilidad de las medidas [gubernamentales]", insistió Le Pen el pasado mes de diciembre. Esta aprensión en torno a la gestión de la crisis por parte del Ejecutivo y el hastío de los franceses tras meses de restricciones conforman, sin lugar a dudas, un comodín para la extrema derecha

Macron tiene quince meses para recuperar la confianza perdida y recortar la ventaja que favorece a su principal oponente. La presidenta del Reagrupamiento Nacional cuenta con el mismo periodo de tiempo para desacreditar a su rival sin espantar al electorado.

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