CRISIS POLÍTICA
La juventud peruana quiere convertirse en motor de cambio
Una nueva generación ha cobrado protagonismo en la crisis de noviembre que impidió consolidar el proyecto ultraconservador
Camino a las elecciones generales de abril, los jóvenes quieren, como en Chile, cambiar la constitución heredada de Fujimori
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
"Demoler, demoler, demoler, demoler", cantaban los Los Saicos en el lejano 1964. Ese grito es considerado mundialmente un antecesor legítimo del punk que estalló en 1976 en la escena londinense. El tema "Demolición", grabado hace 56 años, no se caracteriza por el vuelo poético, pero si por una bronca que ha cobrado nueva actualidad a la luz de los últimos estremecimientos en Perú, que tuvo en pocos días varios presidentes (Martín Vizcarra, destituido por el Congreso, el efímero conspirador Manuel Merino y el actual mandatario provisional, Francisco Sagasti) masivas movilizaciones y, como dato novedoso, un papel casi excluyente de los jóvenes. Inti Sotelo y Bryan Pintado fueron parte de ese magma inesperado. Los mató la policía durante las protestas contra Merino que lo obligaron a dimitir. Ahora devinieron símbolos de sus compañeros.
Perú camina a tientas hacia las elecciones generales de abril. Carga como pesada herencia el hecho de que todos los presidentes electos tras la caída de Alberto Fujimori a fines de 2000 fueron encausados por corrupción (Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski) y el restante, Alan García, se pegó un tiro para evitar la cárcel. Harto de ese pasado y un presente sin horizontes, el protagonismo juvenil parece mirarse por momentos en el espejo del estallido social chileno. Casi de manera espontánea irrumpieron voces, discursos, prácticas desconocidas, unidas en parte por la lógica de las redes sociales y la inmediatez.
Generación del Bicentenario
La destitución de Vizcarra fue el revulsivo. Sagasti corteja y a la vez teme de esa fuerza inorgánica y sin portavoces que suele identificarse de un modo genérico como "la generación del bicentenario", por los fastos de julio próximo. El reconocido comentarista político César Hildebrandt considera que no estaría al frente del Ejecutivo "si no fuera por la juventud que llenó plazas y esquinas de rabia".
Para la joven Jimena Ledgard, magister Magister en Medios y Comunicaciones por el London School of Economics, durante los años de predominio del discurso neoliberal se identificaba a cualquier protesta como enemiga del progreso. Se los llamaba "terrucos (terroristas)", como si fueran simples subproductos del grupo armado Sendero Luminoso que asoló a Perú en los años ochenta. El miedo a ser tachado de esa manera tuvo un efecto intimidatorio en los peruanos por casi tres décadas. "Es posible que estemos viendo el comienzo del agotamiento de ese chantaje”, estima Ledgard, y explica el cambio como consecuencia de una "aceleradísima politización".
Martin Tanaka, columnista del diario limeño El Comercio, cree que es prematuro asignar un papel determinante a los hombres y mujeres nacidos cuando ya era historia la dictadura de Fujimori. Señala al respecto que, durante las peores semanas de la pandemia que ha matado a casi 40.000 personas, los jóvenes eran vistos como individualistas y trasgresores incorregibles de las medidas de aislamiento. "Pero después de las masivas movilizaciones de noviembre decimos, por el contrario, que se trata de una generación con ansias de participar en los asuntos públicos, con un alto sentido crítico del que cabría esperar una renovación en el liderazgo político futuro".
"Demoler" la Constitución de Fujimori
Existe otro punto de contacto entre la experiencia chilena y la peruana. Al igual de lo que sucedió en el país vecino a fines de 2019, ha surgido el reclamo de "demoler" la Carta Magna redactada en 1993 a imagen y semejanza de Fujimori. El Congreso ya ha recibido un proyecto de ley a favor de la realización de una consulta popular en abril que abra las puertas de los cambios constitucionales. Es poco probable que una legislatura sospechada de tantos actos dolosos facilite ese proceso. Solo la presión social, se dice, podría acelerar esos tiempos.
Los jóvenes han descubierto, según otra conocida periodista, Patricia del Río, que "en la calle se saca presidentes, deroga leyes, cambia constituciones". Desde las páginas de Perú 21, la columnista Cecilia Valenzuela lanzó su alerta: "la posibilidad de redactar una nueva Constitución en el contexto de desorden es demasiado peligrosa. Le ruego a la juventud peruana que reflexione y no se entusiasme con la sola idea de cambiar las cosas". Pero esta nueva generación no quiere renunciar a tener un papel relevante y sale a señalar a los que ya les piden moderación. "Se han llenado la boca todo noviembre hablando de democracia, la protesta y sus “héroes” para pasar a tildar de extremistas y vándalos a quienes ahora están en la calle exigiendo condiciones para vivir con dignidad", dijo la antropóloga Sandra Rodríguez.
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