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Kamala Harris: guante de seda, puño de hierro

La candidata a la vicepresidencia de EEUU, Kamala Harris, en un acto el jueves en Delaware

La candidata a la vicepresidencia de EEUU, Kamala Harris, en un acto el jueves en Delaware / periodico

Ramón Lobo

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El movimiento transversal que trata de expulsar a Donald Trump de la Casa Blanca necesitaba algo más que a Joe Biden. La teoría del mal menor no es suficiente para movilizar a millones de personas arrasadas por las crisis del 2008 y del coronavirus, y lograr un vuelco en la política de EEUU. No basta el creciente rechazo al actual inquilino de la Casa Blanca. Se necesita ilusión.

Kamala Harris aporta lo que no tiene Biden: juventud (55 años frente a 78), carisma, energía y futuro. Es una mujer fuerte, directa e implacable, y simpática, virtud que gusta mucho en su país. Reforzará el apoyo femenino y el de las minorías, que ya estaban con Biden. Puede ser capital en el voto suburbano, clave en los estados que decidirán el ganador de las elecciones.

Existe una norma no escrita en EEUU que asegura que un buen candidato a vicepresidente no necesita aportar votos, lo importante es que no los reste. Una broma popular en Washington asegura que el trabajo de vicepresidente consiste en no estorbar y estar siempre localizable por si muere el presidente. Esta vez es diferente. Biden tiene 78 años y achaques de salud. No parece un hombre con cuerda para dos mandatos. La elección de su número dos debería un superar examen: ser presidenciable a corto plazo. Y Harris lo es.

Insultos de Trump

Era la más temida por el entorno de Trump de la lista de precandidatas. Por eso el presidente y su claque mediática se han lanzado a la yugular con su mejor argumento intelectual: el insulto. El objetivo es colgarle el cartel de "peligrosa izquierdista". No deben estar demasiado seguros de que funcione porque también han rescatado el racismo, usado con Obama. Ponen en duda su elegibilidad como candidata. Otra vez el asunto del nacimiento, como si los negros educados que tienen éxito en sus profesiones no pudieran ser ciudadanos estadounidenses.

A Biden le gustaba Susan Rice, embajadora ante la ONU y asesora nacional de seguridad con Obama. Es una mujer preparada, pero sin gancho. No mejoraba sus posiciones. Apunten el nombre como posible secretaria de Estado. También le agradaba Amy Klobuchar, senadora por Minnesota que destacó en la primera parte de las primarias demócratas. La muerte por asfixia de George Floyd en Minneápolis bajo la rodilla de un policía truncó sus posibilidades. Fue la fiscal que dejó sin castigo al mismo policía en un incidente similar anterior. El empuje nacional del movimiento Black Lives Matter aconsejaba la elección de una candidata afroamericana.

Elisabeth Warren hubiese sido un guiño a la izquierda aunque sus relaciones con Bernie Sanders no son las mejores. En su contra está la edad: 71 años. Para aquellos que estén pensando en Alexandria Ocasio-Cortez, decirles que la ley de EEUU sitúa en 35 años la edad mínima para ser presidente (y vicepresidente). Ocasio-Cortez tiene cinco menos. Este sector progresista no está feliz con la elección, no tanto por diferencias ideológicas, sino porque les aleja de la posibilidad de colocar a uno de sus candidatos en dos o tres elecciones.

Giro verde

Harris tiene un récord de votaciones progresistas en el Senado y cree en la necesidad de dar un giro verde a la economía de EEUU para luchar contra la catástrofe climática. También tiene un perfil conservador como fiscala general de California. No debía ser demasiado roja cuando Trump y su hija Ivanka realizaron aportaciones en su campaña de reelección.

Una encuesta de Reuters-Ipsos le daba un apoyo del 90% de los demócratas, y no disgusta a los republicanos moderados. Su gran momento llegará el 7 de octubre cuando debata con el vicepresidente de Trump, Mike Pence, un ultracatólico insípido. Su principal punto débil es la fortaleza porque la exigencia será máxima.

Mientras, Trump no deja de prepararse el terreno para no aceptar la derrota y provocar una crisis constitucional sin precedentes. Ni siquiera disimula en su guerra contra el US Postal Service, al que pretende dejar sin fondos para que no se pueda votar por correo.

Movimiento mesiánico

A su derecha crece un movimiento mesiánico, nacido en internet en el 2017, y al que Twitter ya ha bloqueado varias cuentas. QAnon no cree en las vacunas ni en el covid. Están convencidos de que Trump libra una batalla contra las fuerzas del mal que tratan de imponer el canibalismo y la pedofilia. Van a tener una representante por Georgia en el próximo Congreso de EEUU.

Biden ha demostrado que no tiene miedo de una mujer fuerte que le va a robar el foco. Quizá porque es lo que necesita: ser menos visible y hablar poco. Tiene tendencia a la metedura de pata. Sanders dijo de Kamala Harris que sabe lo que hay que hacer para defender a la gente de la Administración más corrupta de la historia. Esta vez habrá un partido unido detrás de un objetivo común: no perder la democracia.

En un espacio de Noticias Telemundo, en el que el invitado debe completar una frase, Kamala Harris calificó a Trump de criminal. Al preguntarle por su palabra favorita en español dijo entre risas que empezaba con 'c' y tenía una 'j', y que la usaba mucho para referirse a aquellos que no los tienen.