crisis sanitaria global

EEUU pone en marcha el mayor rescate económico de su historia

El Senado de Estados Unidos ratifica el mayor estímulo económico de la historia del país

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Ricardo Mir de Francia

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Los ecos de la Gran Recesión han planeado estos días como una funesta advertencia sobre la cúpula del Capitolio, donde republicanos y demócratas han negociado el mayor paquete de estímulo en la historia de Estados Unidos para tratar de prevenir que el coronavirus hunda a su economía en una larga travesía por el desierto. Hace 12 años se priorizó el rescate al sector financiero sobre el rescate a la ciudadanía, a pesar de que fueron los bancos y las aseguradoras las que hundieron al sistema con su temeraria especulación en el sector inmobiliario. La calle se sintió abandonada cuando más ayuda necesitaba, una lección que han tratado de aplicarse esta vez la Casa Blanca y el Congreso en pleno año electoral. Ambos pactaron el miércoles un plan de dos billones de dólares para reflotar a las grandes empresas, pero también a los hogares y las pymes. 

Las dimensiones del estímulo acordado, que todavía debe ser ratificado en ambas cámaras del Congreso, no tienen precedentes. Supera con creces al New Deal lanzado durante la Gran Depresión (1929-1933), así como a la suma combinada que se destinó durante la última crisis a rescatar a la banca e impulsar posteriormente la recuperación.

Pero las circunstancias no dejaban muchas alternativas. Cuando salgan este jueves las cifras de empleo, se espera que millones de estadounidenses hayan pasado a engrosar las listas del paro. Amplios sectores de la economía se han paralizado. Y no hay viso alguno de que la emergencia sanitaria esté controlada. En menos de un mes EEUU ha pasado de tener 70 casos de covid-19 a rondar los 60.000 y la OMS cree que podría convertirse pronto en el principal foco de la pandemia

Letra pequeña

El rescate es tan voluminoso que pasarán días hasta que se conozca la letra pequeña. Equivale al 10% del PIB. "Es un nivel de inversión más propio de los tiempos de guerra", dijo el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell. "A los estadounidenses les digo: la ayuda está de camino, una ayuda grande y rápida”, replicó su contraparte demócrata, Chuck Schumer. El paquete incluye ayudas directas a los estadounidenses, con un cheque de 1.200 dólares para cada adulto (1.103 euros) y 500 para cada niño, siempre que los ingresos por hogar no superen los 198.000 dólares. Amplia los beneficios para los parados, una categoría que incluirá también a los autónomos y la economía colaborativa. La ley garantiza cuatro meses de paro, con un aumento de 600 dólares sobre la prestación.  

Paralelamente destina 350.000 millones en préstamos a las pequeñas y medianas empresas, que no tendrán que devolver los créditos si mantienen su plantilla durante la crisis o reanudan las contrataciones a partir de junio. Un capítulo en el que entran también las administraciones locales. Para reforzar al sistema sanitario, crecientemente desbordado –particularmente en Nueva York, el epicentro de la epidemia- por la falta de respiradores, camas o UCIS, la ayuda ascenderá a los 150.000 millones. 

Compañías receptoras

Y de ahí se llega al punto más polémico de la ley, los 500.000 millones que se destinarán a las grandes empresas. Buena parte de ese dinero irá a respaldar los préstamos de la Reserva Federal, pero también se esperan rescates específicos para la aviación comercial o el sector hotelero. Los demócratas han conseguido al menos que haya un poco de supervisión porque la Casa Blanca quería que se mantuviera en secreto el nombre de las compañías receptoras. Aun así las condiciones impuestas son mínimas. Los receptores no podrán lanzar operaciones de recompra de acciones mientras reciban las ayudas, que no podrán destinarse a compañías de la familia Trump o de los congresistas. Pero nada les impide despedir a trabajadores o compensar generosamente a sus ejecutivos. 

La ley tampoco ha incluido una moratoria para las hipotecas, como querían algunos demócratas. En su conjunto, no es un paquete para transformar la economía sino una suma de parches para amortiguar la esperada debacle económica. Miope para algunos, insuficiente para otros. “¿Acaso no hemos aprendido nada?”, se preguntaba Jared Bernstein, uno de los arquitectos del estímulo del 2009. “Es una ley terrible”, ha dicho el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. “Es una gota en el océano. Estos números no funcionan”. Todavía hay alguna posibilidad de que la ley sea modificada en la Cámara de Representantes, pero el tiempo apremia. Los mercados volvieron a registrar fuertes subidas, después de que el Dow viviera la víspera su mejor jornada desde 1933 como respuesta al estímulo cocinado en el Congreso.