América Latina adopta medidas preventivas ante la amenaza del coronavirus

El coronavirus apenas se ha insinuado en América Latina. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha contabilizado seis víctimas fatales, dos en Argentina, dos en Ecuador, una en Guatemala y otra en Panamá, y una cantidad de casos confirmados que pronto se acercará al millar. Esos números provisionales representan el 0,3% de los contagios a nivel global. La baja incidencia obedece en buena parte a factores estacionales y la lejanía con los centros de propagación del virus.  Pero lo que ocurre en China y la UE puede ser algo peor que una película de anticipación. Los gobiernos han comenzado a adoptar medidas preventivas para no correr detrás de los acontecimientos. Venezuela ha decretado el estado de alarma. El Salvador, una cuarentena nacional. Uruguay, la emergencia. Argentina, Perú y Chile han cerrado fronteras. 10 días. Gran parte del subcontinente ha suspendido los vuelos con Europa, EEUU y Asia, así como las actividades públicas. Las escuelan cierran sus puertas desde el río Bravo a la Patagonia.

El covid-19 se acerca a una América Latina, donde la edad media es 31 años, 11 años menos que en la UE. Pero la región aguarda los efectos generalizados de la pandemia con sus propias grietas económicas y  asignaturas pendientes que vienen de lejos. Antes de que se conocieran las primeras noticias sobre una extraña neumonía en Wuhan, la salud pública latinoamericana ya padecía los efectos de los ajustes. En esta parte del mundo se invierte al año 949 dólares per cápita contra el promedio de 3.973 dólares de los integrantes de la OCDE. La OPS advertía en el 2019 que al menos el 30% de la población no accede a la salud pública gratuita. Apenas cuatro países cumplen con los estándares de inversión que recomienda: Uruguay, Costa Rica, Cuba y Panamá. Las nuevas emergencias se reflejan por lo tanto en el espejo de lastres sin resolver como el resurgimiento del sarampión y el brote del dengue que ha provocado 1.530 decesos en los últimos meses y contagiado hasta al presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez, y su esposa.

Cobertura sanitaria deficitaria

Los colombianos piensan que el problema de la cobertura de salud es más importante que el de la violencia. Los brasileños tienen una percepción similar frente a un Gobierno de extrerma derecha que le dedica menos del 3,8% del PIB a la salud y cuando comenzó a hablarse del virus lo asoció a un castigo divino dirigido especialmente contra los apóstatas. El presidente Jair Bolsonaro parece creer en esos diagnósticos a pesar de que tiene buena parte de su equipo de colaboradores infectado. El domingo pasado desoyó toda recomendación médica y el domingo estrechó manos con los manifestantes que pedían el cierre del Congreso. Una de las chispas del estallido social chileno ha tenido que ver el peso dominante de la lógica del mercado en el área sanitaria. El presidente argentino, Alberto Fernández, aseguró en la noche del jueves que el "Estado está presente y va a acompañar a todos" los que se infecten. Pero ese Estado se encuentra quebrado. Argentina, que ya tiene el primer caso de un niño con el covid-19 en América Latina, fue en el 2019 uno de los países más criticados por la OPS por la degradación de un sistema sanitario que alguna vez fue ejemplar. "Tenemos que unirnos en un solo poder de oración, un solo poder espiritual para afrontar esta nueva circunstancia que la vida nos obliga", pidió en Venezuela Nicolás Maduro. La debacle económica ha provocado efectos debastadores en hospitales que a veces tienen también problemas de agua y luz.

Otra preocupación va a la par del covid-19: sus efectos en la economía que, a la vez, repercutirán en las finanzas públicas. "El reto para nuestro país es cómo prevenir y controlar de manera oportuna, certera y precisa la presencia del coronavirus en territorio nacional, sin caer en una sobrerreacción sanitaria que paralice una economía prendida con alfileres", pidió en México el diario 'Milenio'. "Que la medicina no resulte más cara que la enfermedad", pidió.

Mientras, las autoridades sanitarias regionales le piden a la población respetar escrupulosamente las normas de higiene y los protocolos, y no caer en el pánico. Algunas escenas de acaparamiento en los supermercados por parte de los consumidores van acompañando la emoción y el desconcierto de una sociedad que debe replegarse a sus hogares donde no siempre se encuentra la comida.

respetar escrupulosamente las normas de higiene