POLÉMICA EN RIAD

El príncipe saudí pirateó el móvil del dueño del 'Washington Post'

Naciones Unidas reclama una investigación para confirmar que Bin Salman espió a Jeff Bezos

El príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman.

El príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Un brutal asesinato, un virus informático, una relación extramatrimonial y un pulso soterrado por el control de la información. La trama tiene suficientes elementos para convertirse en una buena película, un thriller de alto voltaje con dos de los hombres más ricos del mundo como protagonistas, aunque no debería banalizar la gravedad de los hechos. Naciones Unidas ha reclamado una investigación para determinar si el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman, pirateó el teléfono del fundador de Amazon y dueño del ‘Washington Post’ Jeff Bezos. Su llamamiento ha dado credibilidad a los análisis forenses del teléfono de Bezos, que el año pasado vio como un tabloide desvelaba con fotos y mensajes íntimos su relación extramatrimonial con la periodista Lauren Sánchez

Bezos y Bin Salman intercambiaron números de teléfono durante una cena en Los Ángeles en 2018. Por entonces, el hombre fuerte del régimen saudí estaba embarcado en un programa de reformas sociales y económicas fervientemente aplaudidas desde las cancillerías occidentales, una imagen en tecnicolor que periodistas como Jamal Khashoggi del ‘Washington Post’ se encargaron de cuestionar relatando los aspectos más oscuros de su gestión. Bin Salman aprovechó la oportunidad para tejer una relación personal con el hombre más rico del mundo enviándole mensajes de texto, como un vídeo cursado en mayo del 2018 desde su teléfono móvil que presuntamente estaba infectado con un virus informático.

Pocas horas después grandes cantidades de datos empezaron a salir del teléfono de Bezos, de acuerdo con el análisis forense de su celular encargado por el dueño del Amazon y más tarde enviado a los investigadores de la ONU. "La información que hemos recibido sugiere la posible implicación del príncipe heredero en el espionaje de Bezos en un intento para influenciar o silenciar las informaciones del ‘Washington Post’ sobre Arabia Saudí", han asegurado los expertos de la ONU, especializados en ejecuciones extrajudiciales y libertad de expresión. 

La historia se complicó en octubre de aquel mismo año, cuando Khashoggi fue salvajemente desmembrado en la embajada saudí de Estambul, un asesinato orquestado por el propio Bin Salman, según las conclusiones de la CIA. Unas semanas después el saudí le envió otro mensaje a Bezos con la foto de una mujer muy parecida a la periodista Sánchez, con la que el empresario mantenía un affaire hasta entonces secreto y que con el tiempo acabaría desencadenando su divorcio de la novelista MacKenzie Sheri.

El propio Bezos anunció su divorcio en enero del año pasado tras 25 años de matrimonio y un día después el tabloide estadounidense ‘National Enquire’ desveló su relación con la periodista acompañando la exclusiva con fotos, mensajes y detalles íntimos de la pareja. Las revelaciones airearon una grave intromisión en la privacidad del magnate, que encargó una investigación para averiguar el origen de la filtración. 

American Media, la compañía editora del ‘National Enquire’, aseguró por entonces que había obtenido la información sobre el romance de un hermano de Sánchez, pero la investigación de Bezos no tardó en cuestionar esas afirmaciones. Su jefe de seguridad, Gavin de Becker, publicó en marzo que el análisis forense había concluido con "un grado de confianza alta" que Arabia Saudí accedió al teléfono de Bezos para apropiarse de un gran volumen de información privada. También habló de la "estrecha relación" que David Pecker, el dueño de American Media, trabó en los meses anteriores a la publicación con Bin Salman. 

Tecnología israelí

Todo parece apuntar también a que el autócrata saudí utilizó los servicios de la firma israelí de seguridad NSO Group para infiltrase en su celular, según ha publicado ‘The New York Times’. Un detalle que en otras circunstancias hubiese sacudido a la monarquía saudí, ahora secretamente aliada con el Estado judío en la pugna que ambos mantienen con Irán, su enemigo común.

La embajada saudí en Washington ha rechazado las acusaciones, tildándolas de "absurdas", pero la credibilidad de su país está por los suelos y, como demostró el asesinato de Khashoggi, Bin Salman tiene muy pocos reparos en utilizar cualquier método para silenciar a sus críticos.