La 'geringonça' , el invento portugués que sí ha funcionado

Antonio Costa, Jerónimo de Sousa y Catarina Martins. / periodico

Marta López
Marta LópezPeriodista
Periodista. Redactora jefa del suplemento Entender más
MARTA LÓPEZ
Cuando el 10 de noviembre del 2015, reunidos en un hotel tras 34 días de discretas negociaciones, António Costa , del Partido Socialista (PS), Catarina Martins, del Bloque de Izquierda (BE) , y Jerónimo de Sousa, líder del Partido Comunista (PC), sellaron el pacto que iba tumbar en una moción de censura al conservador Pedro Passos Coelho, ganador de las elecciones, nadie daba un duro por la supervivencia política de ese extraño pacto político más allá de seis meses. Desalojado del poder, el exvicepresidente Paulo Portas, lo bautizó como la 'geringonça', que vendría a significar una chapuza, un cacharro que no funciona.
Pero vaya como ha funcionado. Un Gobierno en minoría apoyado desde el Parlamento por dos fuerzas anticapitalistas y antieuropeístas ha pilotado una recuperación económica admirada en toda Europa en medio de una gran estabilidad institucionalrecuperación económica admirada en toda Europaestabilidad institucional. Cuatro años sin sobresaltos que han generado confianza, tanto dentro como fuera del país. Exactamente los mismos cuatro años en los que España va a celebrar sus cuartas elecciones por la incapacidad de las fuerzas de izquierda de llegar a algún tipo de pacto, ni la 'geringonça' que hizo soñar a Pedro Sánchez y rechazó Podemos, ni nada.
En Portugal fue posible porque hubo gran pragmatismo en las dos partes. Para Costa llegar al poder era cuestión de supervivencia política en un PS agitado por los escándalos de corrupción que afectaban al exprimer ministro José Sócrates y el desastroso legado de éste: un país en manos de la 'troika' que impuso un duro ajuste a cambio del rescate. Para las fuerzas de extrema izquierda, era la oportunidad de acabar con los programas de austeridad.
Un objetivo mayor
La ‘geringonça’ nació con desconfianza, de los portugueses y entre los propios socios, que debían dejar de lado sus divergencias- sobre el euro, las nacionalizaciones o la devolución de la deuda- para crear una alternativa del Gobierno de izquierdas. Venían tiempos de cesiones, de búsqueda de consensos. Nadie como el hábil negociador que todo el mundo reconoce en Costa para conseguirlo.
Como subraya para este diario el politólogo António Costa Pinto, la buena marcha "de las finanzas públicas ha permitido al Gobierno cumplir los acuerdos con el Bloque y con los comunistas como el aumento del salario mínimo, recuperación parcial del salario de los funcionarios". A la vez, subraya que "a diferencia de Podemos, el Bloque ha sido posibilista"” votando"a favor de la ortodoxia fiscal" que exige Bruselas –a través de la aprobación de cuatro presupuestos muy restrictivos en el gasto- a cambio de conquistas sociales y sin comprometerse en una acción de Gobierno que su electorado no compartiría".
Han pasado cuatro años y la 'geringonça' que solo debía durar unos meses ha sobrevivido con nota. "Hemos derribado el muro de incomunicación de la izquierda", afirma Costa. El dirigente no quiere ir más allá en esa asocacion y ante la previsión de que el Bloque exija entrar en Gobierno a partir de ahora, contesta: "¿Por qué estropear una bonita amistad con un mal matrimonio?"”.
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