CRISIS EN FRANCIA

París se prepara para un 'viernes negro' en los transportes por la huelga contra la reforma de las pensiones

Estación de metro de París vacía por una huelga.

Estación de metro de París vacía por una huelga. / periodico

Eva Cantón

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La paciencia de los usuarios del transporte público parisino deberá superar una dura prueba si se cumplen los pronósticos que anuncian un auténtico ‘viernes negro’ debido a la huelga contra la reforma de las pensiones que prepara el Gobierno francés. Las centrales sindicales prevén una movilización masiva, similar a la de octubre del 2007, también por una reforma del sistema de jubilaciones del presidente Nicolas Sarkozy.

El paro de los conductores obligará a cerrar diez líneas de metro, en el que solo funcionarán con normalidad las dos ramas automáticas que, no obstante, la empresa municipal de transportes desaconseja usar porque estarán saturadas; habrá un tercio menos de autobuses urbanos y ningún tranvía circulará fuera de las horas punta en seis de las nueve rutas existentes.

El caos afectará también a los trenes de cercanías que usan cada día miles de ciudadanos que viven o trabajan en la periferia de París. Dos líneas -entre ellas la B que lleva a los aeropuertos Charles de Gaulle y Orly- no prestarán ningún servicio fuera de las horas punta (6h30-10h30 y 16h30-20h30) una franja horaria en la que funcionará uno de cada tres trenes. Además, se interrumpirán las interconexiones con la estación del Norte.

Trabajar desde casa

Se teme tal jaleo que la empresa gestora de la red de transportes de París (RATP) sugiere a los usuarios evitar los desplazamientos y trabajar desde casa. Para quien no tenga más remedio que moverse, la prensa local difunde estos días todo un catálogo de alternativas, que van desde la bicicleta a la moto o el coche compartido pasando por los patinetes eléctricos, el taxi o los vehículos con conductor.

“Debido a un movimiento social, el tráfico se verá fuertemente alterado en la red de la RATP el viernes 13 de septiembre. La RATP le invita a limitar al máximo sus desplazamientos”, es el mensaje que se repite en bucle en las estaciones del metro parisino.

Consulta ciudadana

La reforma del sistema de pensiones fue una promesa electoral de Emmanuel Macron cuyo proyecto de ley estaba previsto para el 2019. Sin embargo, la crisis de los ‘chalecos amarillos’ alteró el calendario y el método del Gobierno, consciente de que, al igual que la del mercado laboral o la de la empresa nacional de ferrocarril (SNCF), se trata de un campo minado.

El primer ministro, Edouard Philippe, ya ha recibido a patronal y sindicatos y a finales de septiembre lanzará un consulta ciudadana para imprimir el sello del diálogo en la concertación social. La intención es que el texto se vote como muy tarde a mediados del 2020, entre en vigor en 2025 y se aplique íntegramente a partir del 2040, dejando un periodo transitorio de quince años. El nuevo sistema afectará a los nacidos después de 1963.

Las centrales sindicales han dejado clara su oposición -aunque entre ellas hay diferencias de matiz - a la intención del Ejecutivo de establecer un sistema universal por puntos para terminar con los 42 regímenes existentes hoy en día.

La nueva ley no toca la edad legal de la jubilación (62 años) pero habla de una “edad de equilibrio” y de incentivos para prolongar la vida laboral. Otra pista en estudio es aumentar los años de cotización, ahora en los 41,5 años, que podrían prolongarse progresivamente hasta alcanzar los 43 en 2035. Un objetivo primordial del Gobierno es lograr el equilibrio presupuestario dentro de seis años.

Fin de los regímenes especiales

Lo que preocupa a los trabajadores de sectores especialmente afectados por la reforma -como los conductores de la RATP que este viernes van a la huelga-  es perder los beneficios asociados a su régimen especial, que ahora les permite retirarse con 55,7 años. Además, sus pensiones se calcularían a partir del salario medio de toda su carrera y no del de los últimos seis meses. Esa ecuación, denuncian los sindicatos, no les sale a cuenta.

“La jubilación es sagrada. Es la única ventaja que tenemos. Sabemos que el Gobierno quiere atacar los regímenes especiales así que vamos a dar un toque de atención sin esperar a la concertación”, ha declarado en ‘Le Parisien’ el responsable sindical de Unsa Laurent Djebali.

Alega que la jubilación es la única compensación que tienen frente a las obligaciones que les impone el servicio público. “Queremos marcar un momento fuerte y expresar nuestras expectativas, que son más bien temores: trabajar más años por una jubilación menor”, ha añadido en France Info Thierry Babec, secretario general de Unsa, sindicato mayoritario entre los conductores. La central calcula que el paro tendrá un seguimiento del 100% en los trenes y del 90% en el metro.

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