NUEVA JORNADA DE PROTESTAS

Violentos enfrentamientos entre policía y manifestantes en Hong Kong

Activistas lanzan cócteles molotov contra las fuerzas de seguridad y estas responden con gases, agua y tinta azul

Tinta azul contra los manifestantes en Hong Kong.

Tinta azul contra los manifestantes en Hong Kong. / periodico

Adrián Foncillas

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Tres jóvenes se asoman a la barandilla con la copa en la mano y se desgañitan mientras progresan los antidisturbios por una de las arterias céntricas. "Policía basura", "mafiosos", "Hong Kong libre"...  Es una ira tan desbocada como efímera. Perdidos de vista ya, regresan al sano disfrute de un sábado noche. Hong Kong ha entrado en su tercer mes de protestas con la dinámica fragorosa ya asentada y los enfrentamientos callejeros como signo identitario de un territorio que había sublimado el sosiego y la concordia.

La jornada nació con la incógnita de si la prohibición policial de la marcha y la cancelación de los organizadores dejaría a los antigubernamentales en casa. El balance deja similares escenas que en las manifestaciones legales: choques furiosos y sin bridas, asedios a comisarías, cócteles molotov y adoquines por un lado y gases lacrimógenos y cañones de agua por el otro, agentes infiltrados con vestimenta oscura entre los activistas, vandalismo, disparos al aire, recíprocas acusaciones de brutalidad...

Los activistas se habían reunido en el albor de la tormenta para rezar por los pecados de Carrie Lam, jefa ejecutiva y ferviente católica, quien años atrás reveló que ya tenía un hueco reservado en el cielo por su amontonamiento de buenas acciones. El sarcasmo mutó en guerrilla urbana con los ataques a la sede del Parlamento y el rápido contagio por todo el distrito de Admiralty. Los antigubernamentales montaron barricadas y repelieron los avances de la policía. La cobertura periodística a su vera revela los gajes de su oficio. Desde un paso elevado son recibidos con adoquines de tamaño respetable y cócteles molotov que explotan a escasos metros. Ante ese cuadro se antoja más seguro tragarse los gases lacrimógenos desde el bando contrario.

Tinta azul para identificar

La policía usó por segunda vez los cañones de agua para dispersar a los manifestantes. Esta vez dotó al chorro de un tinte azul para identificar con más facilidad a los congregados pero la táctica se reveló inútil por su horrible puntería. Los activistas, por su parte, añadieron los incendios a su repertorio. Consiste en amontonar todo el mobiliario urbano de la zona, especialmente conos y otras señalizaciones de tráfico, y prenderle fuego cuando se aproximan las fuerzas de seguridad. Es el imprescindible peldaño que cada fin de semana sube el frente antigubernamental en sus movilizaciones y que, respondido desde la policía también con más brío, convierte la falta de mártires en un milagro.

El día transcurrió con las escaramuzas por los distritos de Central, Admiralty o Wanchai. Las protestas en el corazón comercial y financiero de la excolonia alumbran improbables postales como los antidisturbios ajustándose su recio material contra la fachada del icónico y mastodóntico centro comercial Times Square o los jóvenes tomando los jardines que rodean el Parlamento.

Negociación imposible

Es improbable que Hong Kong escape de esta agitación porque la negociación es imposible. La agencia Reuters desvelaba esta semana que Lam planteó a Pekín ceder en las dos exigencias más posibilistas de los antigubernamentales (la retirada definitiva de la ley de extradición y un examen independiente de la actuación policial) y recibió una negativa rotunda. Por delante queda un camino hacia el abismo. "Estas protestas me sirven para liberar toda mi furia, pero todos sabemos que China nunca nos dará el sufragio universal. Ya he entregado los documentos para emigrar", señala el veinteañero Joe, empleado en el sector de seguros.

A medianoche solo persistían esporádicos focos de irreductibles. El grueso se había marchado ya. Unos esgrimían el miedo a que Hong Kong dicte la draconiana ley de emergencia y otros preferían reservar fuerzas. Un mensaje se había extendido horas atrás por las redes sociales: "Mañana, todos al aeropuerto".