RELEVO EN LONDRES

Boris Johnson, el 'tory' más famoso y más detestado

El conservador ha sido acusado repetidamente de mentir con descaro y actuar siempre en interés propio

Begoña Arce

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Se dice de Boris Johnson que es quizá el político conservador más famoso y posiblemente el más detestado del país. La controversia ha perseguido siempre a este hombre que acaba de ser escogido líder del partido conservador británico (Johnson ha obtenido 92.153 votos frente a los 46.656 de su rival, Jeremy Hunt). A los 55 años, el personaje al que es imposible tomar en serio alcanza el principal objetivo en su vida: ser primer ministro. Era ya el plan del adolescente que hacía de las suyas en la muy elitista escuela de Eton. El del estudiante de lenguas clásicas en la Universidad de Oxford. Eton Oxford, la ruta tradicional de la clase privilegiada para alcanzar los puestos de poder en Gran Bretaña.

Pero la elección de Johnson es de alto riesgo. La carrera de 'Bojo', como le apoda la prensa, está jalonada de incidentes y despropósitos. Tachado de charlatán, bufón, mentiroso e inconsistente, el personaje tiene más de ‘celebrity’, que de líder. Sus detractores reconocen la capacidad que posee para llevarse de calle una gran audiencia, pero le echan en cara el actuar siempre guiado por una ambición desmesurada y en beneficio propio.

"Podrido desprecio por la verdad" 

“Se puede discutir si es un sinvergüenza o simplemente un pícaro, pero de lo que no hay duda es de su bancarrota moral y su podrido desprecio por la verdad”ha dicho de Johnson el antiguo director del 'Daily Telegraph'Max Hastings, que fue su jefe en los años 80. Johnson era por entonces corresponsal en Bruselas del diario conservador, puesto en el que practicó a fondo lo que ahora se llama 'fake news'. Sus inventos, exageraciones y simples mentiras sobre la Unión Europea contribuyeron a crear a ojos de los lectores británicos la imagen distorsionada de Bruselas, que ha culminado en el ‘brexit’.

La falta de escrúpulos volvió a quedar patente durante la campaña del referéndum. El infame “autobús de Boris” aseguraba falsamente que el Reino Unido mandaba a Bruselas 350 millones a la semana, dinero que podía ir a la sanidad pública. El mensaje caló en el electorado.  La consulta sobre Europa fue su trampolín para abrirse paso hacia Downing Street. Después de pensárselo mucho, Johnson se inclinó a favor del ‘brexit’, para hacerse con el apoyo que necesita como líder entre los miembros del Partido Conservador. Su participación fue decisiva en el resultado. ¿Convicción u oportunismo? “El único interés que le mueve es su propia fama y gratificación”, asegura Hastings.

"Un enorme riesgo"

Johnson le gusta recordar su etapa como alcalde de Londres entre el 2008 y el 2015, mucho más que su desastrosa experiencia como ministro de Asuntos Exteriores. Aquellos años al frente de la capital  fueron costosos para los contribuyentes y dicen mucho sobre su forma de gestionar un puesto de responsabilidad.

Johnson se embarcó, desoyendo la opinión de los expertos, en al menos ocho proyectos fracasados, como la creación de un puente jardín, de un nuevo aeropuerto en el estuario del Támesis, o la compra de tres tanques de agua de segunda mano, en contra del parecer de la policía antidisturbios, que acabaron convertidos en chatarra. Steve Norris, un antiguo candidato conservador a la alcaldía y miembro de Transporte para Londres, considera que Johnson entraña "un enorme riesgo" como primer ministro. “Todos esos proyectos nos muestran que Boris nunca lee los informes, ni se fija en los detalles. Es muy bueno con la retórica, pero malísimo a la hora de actuar”, declaró Norris a 'The Guardian'.

Johnson dice demasiado a menudo lo primero que se le pasa por la cabeza, mete la pata, insulta o hace comentarios que rozan el racismo. Ningún otro político hubiera sobrevivido a su largo historial de deslices. En su primer libro, en el 2002, comparó el matrimonio del mismo sexo a la poligamia y el bestialismo.

De Hillary Clinton dijo que era como "una enfermera sádica en un hospital mental". También sugirió que Barack Obama, al ser "en parte de Kenia", tenía un “rechazo ancestral” por el Reino Unido. En una recepción, siendo alcalde, sugirió que el aumento del número de mujeres de Malasia en la universidad respondía su deseo de encontrar marido. En uno de sus artículos se refirió a la población africana como 'picaninnies' (conguitos) y aludió a sus “sonrisas de sandía".  A las mujeres musulmanas con burka, las describió “como atracadores de bancos” y “buzones de correos”. A la Unión Europea la ha comparado con Hitler.

Vida personal caótica

El nuevo primer ministro nunca había contado con grandes simpatías entre sus colegas en el Parlamento. Ahora lo apoyan, porque ven en él la última baza para frenar el ascenso de Nigel Farage y salvar el Partido Conservador. El problema con Johnson, temen los que le conocen, es que nunca se sabe qué va a pasar con él. Su vida personal ha sido tan caótica como la política. En la actualidad se está divorciando de su segunda esposa Marina Wheeler, una amiga de la infancia, con la que ha tenido cuatro hijos. Hay una hija más, fruto de uno de sus múltiples idilios e infidelidades. Su compañera desde hace más de un año es Carrie Symonds, de 31 años, que ha trabajado desde hace tiempo para los conservadores. La pareja tuvo una sonada trifulca durante la campaña por el liderazgo. Es dudoso que Symonds se instale oficialmente en Downing Street, pero podría inaugurar un papel inédito en la política británica: la “First Girlfriend”.