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Australia investiga la desaparición de uno de sus ciudadanos en Corea del Norte

Canberra teme que Alek Sigley, quien reside en Pionyang donde estudia un posgrado en literatura coreana en la Universidad Kim Il-sung, haya sido detenido por las autoridades de Pionyang

Imagen del estudiante australiano Alek Sigley, retenido en Corea del Norte.

Imagen del estudiante australiano Alek Sigley, retenido en Corea del Norte. / periodico

Adrián Foncillas

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Un joven australiano que estudia en la más prestigiosa universidad norcoreana ha desaparecido. Las informaciones sobre su detención han empezado a circular esta mañana, dos días después de que se perdiera su rastro. Canberra ha aclarado que “está pidiendo información urgentemente” sobre el paradero de Alek Sigley, de 29 años, y apelado a la sensibilidad del asunto para no desvelar más datos.

La familia de Sigley ha afirmado que la falta de contacto por redes sociales con él es “inusual”. El Gobierno australiano ha acelerado las consultas diplomáticas pero el camino es pedregoso. Su embajada en Seúl ha contactado en Pionyang con la cancillería de Suecia, uno de los pocos países occidentales con representación en el país asiático. No ha trascendido ninguna información oficial y la rumorología que rodea todo cuanto ocurre en Corea del Norte apunta a cargos de espionaje.

Ha habido extranjeros detenidos antes en Corea del Norte pero Sigley no cumple el perfil presuntamente hostil. El joven es uno de los escasos estudiantes extranjeros admitidos en la Universidad Kim Il Sung, donde se ha matriculado en Literatura Coreana. Es un defensor del socialismo, se ha especializado en propaganda norcoreana y durante su año en Pionyang ha publicado en las redes sociales inofensivos comentarios sobre cultura, gastronomía y otras cuestiones inocuas que “normalizan” a un país condenado frecuentemente a la caricatura más grotesca.

Confianza del régimen

Sigley ha disfrutado de una libertad de acción extraña que sugiere la confianza del régimen. “Puedo dar vueltas por la ciudad sin que nadie me acompañe. La interacción con los locales es limitada en algunas ocasiones pero puedo comprar o cenar allá donde quiera casi sin excepciones”, escribió recientemente. Su cuenta de Twitter es seguida por muchos observadores porque ofrece una rara aproximación desde dentro. Su último tuit incluía una fotografía del Hotel Ryugyong, un edificio conocido por su imbatible fealdad y que permanece inacabado. Quizá al sensible régimen le ofendió la publicidad de un fracaso arquitectónico de tal magnitud.

Su desaparición llega en las vísperas de que el presidente australiano, Scott Morrison, se reúna con sus colegas globales en la cumbre del G20 en Osaka. Corea del Norte será uno de los principales asuntos en la agenda y ya está confirmado que Donald Trump, presidente estadounidense, viajará después a Seúl para tratar el proceso de desnuclearización con su homólogo surcoreano, Moon Jae-in. Los expertos no descartan que este fin de semana se anuncie una tercera cumbre Trump-Kim Jong-un.

Corea del Norte ha detenido a periodistas, misioneros, profesores y estudiantes extranjeros. Los relatos de los últimos prisioneros coinciden en la cordialidad de los captores. El californiano Matthew Miller fue liberado seis meses después de ser condenado a seis años de trabajos forzados de los que no cumplió ni un día. Fue enviado a otra casa de invitados y pudo utilizar su iPhone y escuchar su música en el iPad. Miller había forzado su detención rompiendo su pasaporte en Corea del Norte porque quería vivir una aventura. Jeffrey Bowle estuvo encerrado en una habitación de las plantas altas del hotel Yanggakdo con la orden explícita de no cruzar el umbral del pasillo. Otros detenidos han ido a parar a ese hotel que destina las plantas más bajas a la prensa occidental que visita el país. La política norcoreana consiste en cuidar a los detenidos por su formidable valor diplomático.

Vaporoso cargo

En los últimos años ha repetido la jugada: ciudadano estadounidense detenido en Corea del Norte por cualquier vaporoso cargo, condenado a varios años de trabajos forzados y entregado poco después por razones humanitarias a algún alto funcionario enviado por Washington. Es fácilmente vendible a la audiencia interna como prueba de un Gobierno poderoso y misericordioso a la vez.

La dinámica se rompió dos años atrás con Otto Warmbier. El estudiante estadounidense fue detenido, juzgado y condenado a trabajos forzosos por robar un póster de los líderes en su hotel durante su visita turística. Un año después fue entregado en estado de coma a Estados Unidos y murió poco después. La familia achacó su muerte a la tortura mientras muchos expertos sugirieron un accidente o un intento de suicidio como hipótesis más factibles.  

Los casos son opuestos. Warmbier robó un póster y Sigley fundó la agencia turística Tongil Tours para llevar extranjeros a Corea del Norte y “fomentar el mutuo entendimiento”.