ITALIA

El primer ministro italiano amenaza con dimitir si la Liga y el M5S siguen peleándose

El gran triunfo de Salvini en las elecciones europeas ha desatado la tensión entre las dos formaciones de gobierno

Giuseppe Conte, primer ministro italiano.

Giuseppe Conte, primer ministro italiano. / periodico

Irene Savio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Giuseppe Conte es un primer ministro en la cuerda floja. Casi no pasa un día sin que la prensa italiana aluda a que pueda dimitir o que acabe despedido en medio de las incesantes peleas políticas entre los dos belicosos socios del Gobierno italiano, la ultraderechista Liga y el populista Movimiento 5 Estrellas (M5S). De manera que, este lunes, ha sido Conte quien lo ha dicho abiertamente. “Ya estoy preparado para dimitir”, ha afirmado al lanzar su ultimátum a los dos partidos para que pongan fin a la constante confrontación que mantienen.

Los partidos políticos italianos deben “ser conscientes de sus responsabilidades”, por lo que si “los compromisos no son coherentes, pondré mi cargo en manos del presidente de la República”, ha explicado. “Seguiremos adelante si todos mantienen la palabra dada. No tenemos tiempo que perder”, ha sido la respuesta inmediata de Matteo Salvini, el jefe político de la Liga. 

Conte, un jurista de 54 años, ha acabado en los últimos meses en la mira de la Liga por sus intentos de conciliación con Bruselas sobre asuntos como las políticas presupuestarias de Italia y la migración. “Conte no es imparcial. Esto no es una acusación, es un hecho”, ha llegado a decir Giancarlo Giorgetti, el brazo derecho de Salvini, en referencia a la vinculación del primer ministro con el M5S.

Provocación y polémica

De ahí que ese haya sido precisamente uno de los temas que el mandatario señaló en su amenaza. “Si el ministro de Economía (Giovanni Tria) y el primer ministro están dialogando con las instituciones europeas para evitar un procedimiento de infracción”, los ministros del Gobierno "no pueden intervenir con provocaciones y generando polémica”, ha criticado, después de que el propio Salvini dijera que Bruselas no puede enviar “cartitas” a Italia.

El insólito pulso salió a la luz pública poco antes de la última cita electoral europea, pero venía fraguándose desde finales del año pasado. En ese entonces, después de meses mantener un perfil bajo y discreto —algunos habían llegado a llamarle de ‘títere’ de los dos vicepresidentes, Luigi Di Maio y Matteo Salvini, los líderes de M5S y Liga—, Conte pasó inesperadamente al contrataque.

Impulsado por la hábil maquinaria de comunicación del M5S, multiplicó las entrevistas a la prensa y las intervenciones en las cadenas de televisión. “Creemos que hay que robustecer su credibilidad ante las instituciones europeas e internacionales”, explicaba en esos días una fuente cercana al M5S.

Reformas aparcadas

Con ello también se aparcaron algunas reformas patrocinadas por la Liga, como el proyecto de ley para otorgar un mayor autogobierno a tres regiones del rico norte italiano —Véneto, Lombardía y Emilia Romaña—, y otras para facilitar la concesión de contratos públicos a constructoras, así como medidas para volver a poner en discusión la actual ley de divorcio. “Así no podemos seguir adelante. El Gobierno está paralizado”, le volvió a decir Giorgetti, considerado la eminencia gris de la Liga.

No obstante, el gran triunfo electoral de Salvini en las elecciones europeas ha precipitado la tensión entre las dos formaciones gubernamentales. Tras obtener la Liga el 34% de los votos y relegar el M5S en tercera posición —detrás de los progresistas del Partido Democrático—, Salvini ha dejado claro que quiere que los equilibrios internos que se habían establecido anteriormente sean puestos en discusión. “Seguridad y (bajar) los impuestos. Esto será lo primero”, dijo la semana pasada el líder legüista.

A todo ello se ha sumado ahora también la Comisión Europea, que en estos días ha vuelto a pedir a Italia explicaciones sobre sus gastos presupuestarios y el aumento de la ya alta deuda pública italiana (131% del PIB, según Eurostat). Algo que deja abiertas todas las hipótesis sobre el futuro del Gobierno italiano, aunque los analistas apuntan mayormente a una remodelación del equipo de ministros.

TEMAS