Mandela, sus cartas desde la prisión

Zamaswazi Dlamini Mandela y la editora Sahn Venter en Londres

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Begoña Arce

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La primera vez que Nelson Mandela vio a su nieta Zamaswazi Dlamini-Mandela fue en la siniestra cárcel Robben Island, un campo de trabajos forzados. "Era un bebé, porque a los niños mayores de dos años y menores de dieciséis no les permitían visitar a los presos", comenta la que hoy se ha convertido en ‘embajadora’ del legado epistolar de su abuelo. Para entonces, el hombre que llevó la paz a Suráfrica, llevaba 17 encarcelado. Tenía sesenta y dos años y había sido condenado a cadena perpetua por el régimen del apartheid.

Madiba, como le llamaban los suyos, pasó en total 27 años entre rejas durante los cuales, el preso político más famoso del mundo, escribió miles de cartas. Más de dos centenares se publican ahora (Nelson Mandela. Cartas desde la prisión. Ed Malpaso), coincidiendo con el centenario de su nacimiento.

Escritos desde la celda

La impresión de Zamaswazi  al leerlas, "fue que mi abuelo era una persona muy consistente. Sabía perfectamente quien era cuando entró en la cárcel y cuando salió. Se mantuvo muy digno y respetuoso. Era un hombre íntegro, honesto, alguien con grandes principios y valores y todo eso lo mantuvo durante sus años en prisión".

La investigadora Sahn Venter, de la Fundación Nelson Mandela, ha pasado una década buscando, leyendo, trascribiendo y seleccionando las cartas que ahora se publican. "Si se lee el libro se logra tener la historia completa de sus años en prisión", afirma, "y no es una mirada atrás, un análisis realizado después. Es lo inmediato, lo que escribió en su celda y por eso se ven aspectos de su carácter con mucha fuerza".

Aislarme, desmoralizarme

Las cartas iban destinadas a su familia, los amigos, los colegas y también a las autoridades penitenciarias. Las familiares, "le muestran como al padre de niños de corta edad, que se están criando sin él y desde la cárcel trata de transmitirles su amor y estar cerca de ellos, aunque no pueda verles. Por ejemplo, preguntaba por cómo iban en la escuela y les recomendaba libros para leer".

A veces los sacrificios personales del que se convertiría en "el padre de la nación" surafricana, fueron muy dolorosos.  “Algunas cartas las escribió en momentos especialmente dramáticos, cuando murió su madre, o su hijo Thembi en un accidente”. Las autoridades penitenciarias le negaron el permiso para acudir a los funerales y obstruían su correspondencia.

Muchas de las cartas fueron halladas años más tarde sin abrir en los archivos de la cárcel. "Hay una política e intención deliberadas por parte de las autoridades de arrancarme y aislarme de todo contacto externo, para frustrarme y desmoralizarme, para que me desespere y pierda toda esperanza y finalmente me rompa”, le diría Mandela a sus abogados.

El lugar de Winnie

A Zamaswazi, hay una carta en particular quele "emociona" mucho. "Es la le escribió a mi madre, cuando mi abuela Winnie había sido detenida. Le dice que ella y sus otros hijos pueden quedarse huérfanos, porque ni él ni su madre están allí y  solo puede imaginar a los niños asuntados y solos. Intenta consolarles desde la cárcel, sin saber siquiera si les llegará esa carta”. 

Zamaswazi cree que el libro devuelve a la figura de Winnie, su controvertida abuela, la importancia que merece. "Tengo la sensación de que la pone en el lugar correcto de la historia de Suráfrica, en  un momento en el que hay gente que trata de borrarla. Lo que me da pena es que mi abuela no esté aquí para ver este libro, porque sirve para mostrar su verdadera posición en  la historia del país y su contribución en la lucha del ANC, por mantener el nombre de mi abuelo vivo y el de todos los otros presos políticos en Robben Island".

Suelo firme

"En un momento con el racismo, la homofobia y el fascismo en alza" señala Sahn Venter, “la visión de Mandela por los derechos humanos, la democracia y la libertad en Suráfrica, se pueden aplicar al resto del mundo". El ex presidente Barack Obama, cuya cita figura en la portada del libro, está de acuerdo. "Las palabras de Madiba son una brújula en un mar de cambios, suelo firme en aguas turbulentas".    H