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Maduro gana las elecciones en Venezuela pero su principal rival impugna el proceso

Abel Gilbert

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Nicolás Maduro ha sido reelegido este lunes presidente con 5,8 millones de votos pero la victoria en las elecciones de Venezuela no le traerá tranquilidad: su escolta Henri Falcón ha impugnado la contienda por coacción a los electores, mientras que los opositores que llamaron al boicot han destacado un importante absentismo en las urnas.

De los 20 millones de personas que podían votar, solo lo hicieron ocho. "Volvimos a triunfar, enfrentados a todos los retos y desafíos, cuánto me han subestimado, y aquí estamos con el pueblo dispuestos a seguir trabajando", ha dicho Maduro este domingo por la noche de Caracas tras conocer los resultados, al tiempo que ha convocado a sus adversarios a sentarse otra vez a negociar una salida pacífica de la peor crisis de la historia moderna.

Maduro ha oscilado entre la concordia y la jactancia. "Reencuentro, reconciliación, diálogo permanente y no peleas estériles", ha asegurado, aunque acto seguido ha recordado que, en menos de un año, el chavismo ha vencido en las elecciones constituyentes sin competidores, así como en las contiendas regionales y municipales. "Es impresionante: nuestro pueblo nunca se rinde. Este día ha sido histórico".

El 68% de sufragios acreditados a Maduro ha sido considerado por el Gobierno como una lección que le han dado los venezolanos al mundo.  La asistencia confirmada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) aporta algunos datos que matizan su euforia: solo el 46% de los venezolanos acudieron a las urnas contra el 79% que lo hicieron en el 2013, cuando Maduro ganó su primera elección. "Nocaut", ha alardeado no obstante Maduro.

Desconocimiento

Pero no es solo esa cifra la que tiñe la legitimidad del triunfo. Falcón, el chavista disidente que ha obtenido casi dos millones de votos, ha descalificado las elecciones en duros términos. "Desconocemos este proceso electoral categóricamente. Asumo la responsabilidad de lo que estoy diciendo. No hubo elecciones. Hay que convocar a una nueva".

Ha sido la declaración que estaba esperando Washington con los brazos abiertos. Para Falcón, el aparato estatal se ha lanzado sin pudores a la compra de voluntades.  Hizo referencia a los miles de "puntos rojos", como se conocen los  puestos callejeros del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que se levantaron próximos a los centros de votación. De acuerdo con la oposición, el PSUV pidió a los poseedores del "Carnet de la patria", un documento necesario para acceder a programas sociales, pasar por esos improvisados locales para reportar su participación electoral. Falcón no tuvo dudas en asegurar que se trata de un mecanismo "perverso" que fomenta la coacción y la compra de voluntades. El politólogo Nicmer Evans,  quien abandonó el chavismo disidente para sumarse al Frente Amplio,  aseguró que el Gobierno utilizó como nunca antes las cajas de comida que entregan los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) como "instrumento de extorsión" a los sectores sociales más vulnerables. "Ese es el dando y dando de Maduro; dame tu voto y te doy cajas, o el apartamento".

La posición de Bertucci

El pastor evangélico Javier Bertucci, quien fue votado por 800.000 personas, también cuestionó la existencia de los "puntos rojos". Sin embargo, se diferenció de Falcón.  "Si los resultados hubieran sido muy cerrados los habríamos desconocido. Pero si Maduro, con todas las ventajas que le ha dado el aparato del Estado, gana por amplia ventaja es difícil asegurar que la elección fue completamente manipulada". Bertucci consideróque si bien Maduro ganó los comicios, "Venezuela ha perdido". El presidente reelecto "no va a poder manejar esto. No creo que el país aguante mucho con este presidente". Maduro no pasó por alto las palabras de sus adversarios. "Dicen que los obligaron a votar, los coaccionaron, es una falta de respeto".  Reivindicó a su vez al "Carnet de la patria" como un instrumento de protección social de cinco millones de personas.

El horizonte inmediato

Maduro dio por cerrado los días del frenesí electoral de un país en recesión desde que asumió su primer mandato,  donde el PIB se contrajo 45% y se triplicó el monto de la deuda pública, de unos 150.000 millones de dólares.  "Tenemos dos años libres de elecciones para resolver los problemas de la economía y luchar contra las mafias". El más urgente es la inflación, que cerrará 2018 con una tasa del 13.000%.  Ningún analista le predice días tranquilos.  En los barrios acomodados  y de clase media de Caracas estallaron los cacerolazos como primeros avisos.  En esas zonas urbanas es donde se hizo más fuerte el abstencionismo. Se espera que el lunes EE.UU y América Latina en general desconozcan el resultado electoral y se inicie una nueva etapa de sanciones.

"¿Cómo es posible que el madurismo le haya dado a la derecha los argumentos que nunca tuvo para atacar a Chávez? ¿Qué hayan llevado a nuestro pueblo a tal situación de pobreza, material y espiritual, que borraran la esperanza de los ojos de los jóvenes, los humildes? ¿Cómo es posible que hayan envilecido tanto la ética y el ejercicio del poder?", se preguntó Rafael Ramírez Carreño, ex representante de Venezuela ante la ONU y brazo de Hugo Chávez en la petrolera estatal PDVSA, y enemigo declarado del presidente desde hace varios meses. A pesar de la reelección, el debate interno en el chavismo y el frente militar está lejos de cerrarse.