Crisis política

El sandinismo llama al diálogo en Nicaragua pero la oposición exige cambios profundos

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Abel Gilbert

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“Que se vayan Ortega y (Rosario) Murillo”. “Daniel y (Anastasio) Somoza son la misma cosa”. Las consignas coreadas en las calles donde miles de personas pidieron la salida del matrimonio que está en el poder desde hace años y compararon al exguerrillero con el dictador al que contribuyó a derrocar hace 39 sugieren un cambio irrevocable de escenario político en Nicaragua.

Después de las protestas contra la reforma de la seguridad social que costaron al menos 30 muertos, y que todavía no se han silenciado, Ortega tuvo que retirar el proyecto y convocar a un diálogo con las cámaras empresariales. Los diputados sandinistas aprobaron en el Congreso una resolución a favor de encontrar una salida consensuada a la crisis, de la que deben participar además de la patronal los trabajadores y la Iglesia Católica. El Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) dejó en manos del arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, la responsabilidad de negociar con el Gobierno las condiciones para sentarse a conversar. “Para facilitar el diálogo, consideramos esencial e imperativo de parte del gobierno como cada miembro de la sociedad civil evite todo acto de violencia, de irrespeto a la propiedad pública y privada y prevalezca un clima sereno y de absoluto respeto a la vida humana de todos y cada uno de los nicaragüenses”, dijo Brenes. Pero tanto Cosep como la Cámara de Comercio Americana Nicaragüense  (AmCham) pidieron sumar al movimiento estudiantil, a estas alturas convertido en el principal y más elocuente foco opositor al orteguismo. “Ellos tienen sus demandas propias; es importante que estén presentes”, dijo María Nelly Rivas, de AmCham.Los estudiantes tienen su propio pliego de exigencias: la “liberación inmediata” de más de 200 jóvenes y profesores arrestados, respeto al derecho de libertad de expresión y la renuncia de la jefa de la Policía Nacional, Aminta Granera.

Ortega no vio lo que venía

La Universidad Politécnica es el centro de operaciones del nuevo movimiento. “Somos nacionalistas, a todos nos une la misma causa. No hay partidos políticos y tampoco financiación de nadie, estamos aquí por el apoyo del pueblo. Somos gente que quiere lo mejor para el país”, le dijeron algunos de los líderes a 'El Nuevo Diario', y se dejaron filmar encapuchados. En el medio del grupo, un sacerdote asiente con la cabeza. Empresas, un sector juvenil y la Iglesia articulan esta nueva fuerza que, por ahora, encuentra a los partidos fuera de escena. Las autoridades siguen viendo a EEUU detrás de esto. La administración Trump habló de la “repugnante violencia política de la policía y los matones progubernamentales en contra de los nicaragüenses”. Washington, dijo la Casa Blanca, “se une a la comunidad internacional en llamados a un diálogo amplio y en apoyo para el pueblo de Nicaragua”.

Según el diario 'Trinchera', Ortega “ha sufrido una derrota aplastante a manos de la sociedad que salió a las calles a protestar como no lo había hecho desde los años 90”. Negar esta realidad “es estar ciego y no querer entender lo que ha ocurrido en la última semana”. En su editorial, 'Trinchera' interpreta que los protagonistas de estas acciones reclaman “un cambio total y de fondo”, un país “con otro liderazgo en el que los sueños sean realidad” y que deje de ser “saqueado”. El sandinismo “no vio la revolución que se estaba formando”.