PARO NACIONAL EN ESTADOS UNIDOS

Miles de estudiantes de EEUU exigen un mayor control en la venta de armas

Estudiantes del instituto Redondo Union protestan contra las armas en el paro nacional convocado en EEUU, en la playa Redondo (California), el 14 de marzo.

Estudiantes del instituto Redondo Union protestan contra las armas en el paro nacional convocado en EEUU, en la playa Redondo (California), el 14 de marzo. / periodico

Idoya Noain

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En el mes que ha transcurrido desde el tiroteo en el instituto Marjory Stoneman Douglas en Parkland (Florida) los estudiantes adolescentes de Estados Unidos se han convertido en el enemigo más temible para la Asociación Nacional del Rifle y para los políticos que reciben el apoyo económico y organizativo del poderoso lobi. Son jóvenes, duchos natos en el universo de las redes sociales. Están hartos de vivir en una sociedad donde las masacres con armas de fuego son el pan de cada día y sus aulas uno de los teatros comunes de esa guerra. Y aunque la mayoría aún no vota, muchos están a punto de poder hacerlo.

Armados de razones, con el "basta" tatuado en la piel y el sueño de “nunca más”, llevan todo el mes demostrando su capacidad de organización, movilización e incluso influencia, creando por primera vez la sensación de que, quizá esta vez, algo puede cambiar en lo que se refiere al control de armas en EEUU. Y este miércoles, cuando se cumple un mes de la tragedia y 10 días antes de la gran marcha organizada en Washington DC para el día 24, en la que se espera que participen al menos medio millón de personas, han vuelto a mostrar su poder.

A las diez de la mañana, en un esfuerzo colectivo organizado por la rama de empoderamiento de la juventud del movimiento que creó la Marcha de las Mujeres, estudiantes de al menos 3.100 centros educativos de todo el país han vaciado las aulas y tomado las calles o los campus. Han marcado 17 minutos de homenaje, uno por cada víctima de Parkland. Su movimiento, no obstante, es más que lágrimas, dolor, oraciones o silencio.

La ola naranja

Es reivindicación, que se viste de color naranja. Es un torrente de pancartas y eslóganes que preguntan lo que parece obvio: “¿Cuántos niños tienen que morir?”, “Es nuestro futuro”. Y es organización, incluyendo esfuerzos para registrar votantes entre quienes tengan o vayan a cumplir 18 años y el contacto con los legisladores que tienen en sus manos cambiar las leyes, como ya ha pasado en Florida. La semana pasada el gobernador del estado, el republicano Rick Scott, firmó una ley que eleva a los 21 años la edad mínima para comprar un arma y dio crédito a los estudiantes de Parkland. Ya ha sido demandado por la Asociación Nacional del Rifle.

Los jóvenes también han logrado impacto en la empresa privada, pero su efecto en la Casa Blanca y en el Congreso de Washington está aún por ver. Aunque Trump inicialmente abrazó propuestas de más control, este lunes reculó. Entre lo poco que ha hecho es crear una de esas “comisiones de estudio” que hace solo unos días criticaba como inútiles. Y el plan de acción de su Casa Blanca insiste en la idea de armar más a profesores, financiando programas que los entrenen en el uso de esas armas y animando a veteranos y policías jubilados a volverse maestros, aunque quienes rechazan o critican esa propuesta siguen sumando argumentos. El martes un profesor en California que realizaba una demostración de seguridad en un aula disparó accidentalmente su arma. Un estudiante resultó herido (aunque no se ha especificado si de bala o por la caída de materiales que provocó el disparo en el techo).

Momento histórico

No en todos sitios la protesta de este miércoles era bienvenida. En algunos distritos escolares se amenazó a los estudiantes con sanciones. Pero sin duda el movimiento triunfó, tanto en muchas zonas rurales como en muchos suburbios o en grandes ciudades como Nueva York. “Es un momento histórico”, les ha dicho a sus compañeros en la protesta en las puertas del instituto LaGuardia en Brooklyn Kate Whitman, comparándolo con otros de décadas pasadas como la lucha por los derechos civiles de la que fue emblema Martin Luther King o las protestas contra la guerra del Vietnam. “Estáis todos en el lado correcto de la historia”, insistía. Y lanzaba un mensaje a los políticos: “Escuchen, hablen, comprométanse”. Es una petición. Y una exigencia.