Erdogan amenaza con "abrir las puertas" para que los refugiados crucen Europa

Recep Tayyip Erdogan.

Recep Tayyip Erdogan. / periodico

JAVIER TRIANA / ESTAMBUL

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Turquía hará saltar por los aires el pactomigratorio que mantiene con la UE y abrirá sus fronteras para que crucen los refugiados que así lo deseen. Es la última amenaza del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a sus vecinos de la Unión Europea.

“No mantuvisteis vuestra promesa –afirmó Erdogan–. Cuando se juntaron 50.000 refugiados en Kapikule (el paso fronterizo terrestre entre Turquía y Bulgaria), gritasteis y empezasteis a decir: '¿Qué haremos cuando Turquía abra la puertas?'. Mirad, si vais más lejos, se abrirán esas puertas. Deberíais saberlo”, advirtió ante un congreso de mujeres en Estambul.

Erdogan ha manifestado así su malestar por el voto de este jueves en el Parlamento Europeo en el que la mayoría de la Cámara se pronunció a favor de detener las negociaciones de adhesión de Turquía al bloque en una votación que no es vinculante. “Ni yo ni mi pueblo nos veremos afectados por estas amenazas vacías”, aseguró el líder turco.

“Nunca tratasteis a la humanidad de manera honesta y no cuidasteis de la gente de un modo justo”, apuntó el presidente turco, dirigiéndose a la UE. “No rescatasteis a los bebés que llegaban a las orillas del Mediterráneo. Nosotros alimentamos a unos 3,5 millones de refugiados en este país”, apostilló, exagerando la cifra real que se estima reside en el país eurasiático en estos momentos.

Respuesta alemana

Desde Europa, se ha respondido de manera mucho menos encendida a las invectivas lanzadas por el islamista Erdogan: Ulrike Demmer, portavoz de la cancillera alemana, Angela Merkel, señaló que mantener el acuerdo anti-inmigración va “en el interés de todas las partes” y que “las amenazas a cualquiera de los dos lados no ayudan”.

Ni Alemania ni Croacia (que inició las negociaciones de adhesión a la UE a la vez que Turquía y es miembro de pleno derecho desde 2013) creen que sea beneficioso para ninguna de las partes interesadas romper el diálogo entre Ankara y Bruselas.

Desde el acuerdo migratorio alcanzado entre Bruselas y Ankara el pasado 18 de marzo, la Unión Europea está usando a Turquía como tapón para frenar la llegada de refugiados, inmigrantes y solicitantes de asilo a cambio de una fuerte inversión en programas de ayuda a estos colectivos, de la liberalización de visados para algunos ciudadanos turcos y de la reapertura de capítulos en la negociación para la adhesión al espacio económico europeo. Pero Ankara –que no cumple por completo sus promesas– asegura que estas contraprestaciones no llegan y utiliza a los refugiados para presionar a sus socios europeos en su favor.

La fricción entre ambos bloques se produce por una de las condiciones exigidas por la UE a Ankara: una modificación de la Ley Antiterrorista que defina de manera menos amplia el concepto de “terrorista”. Desde profesores universitarios hasta periodistas han sido acusados de terrorismo por Turquía y están siendo procesados por ello. Sin embargo, el Gobierno turco se escuda en que está librando una guerra contra el terrorismo en muchos frentes y no puede modificar ahora mismo esa ley.

En cualquier caso, ni la amenaza de Erdogan ni la táctica de usar a los refugiados en el trato con la UE son nuevas. En una entrevista con EL PERIÓDICO, el experto en migración de la Universidad de Koç (Estambul) Ahmet Içduygu indicó que cuando las negociaciones de adhesión comenzaron (formalmente, en 2005) y había cierto optimismo sobre la entrada en la UE, Turquía detenía a unos cien mil migrantes sin papeles cada año. “Pero desde que se atascaron y se sumaron las crisis en Afganistán, Irak y Siria, vuelve a haber un aumento en los números de inmigrantes irregulares”que pasan a Europa, explicó entonces.

Desde el golpe de Estado fallido del pasado 15 de julio, Bruselas ha aumentado en fuerza y frecuencia sus protestas por la represión de las autoridades turcas a sus ciudadanos en detrimento de los derechos humanos y las libertades fundamentales del país eurasiático, que asimismo cuenta con un numeroso segmento de la población que no quiere entrar en la UE o no cree que la entrada vaya a suceder jamás.