VUELCO EN EEUU
Alemania se prepara preocupada para la nueva era Trump
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
CARLES PLANAS BOU / BERLÍN
La histórica y sorprendente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de ayer ha hecho contener la respiración a los tradicionales aliados de la potencia americana. Al otro lado del Atlántico, en una Europa donde la retórica populista del magnate ya ha empezado a causar estragos, Alemania ha hecho un esfuerzo para disimular su preocupación y tender la mano al futuro presidente republicano. Una diplomática Angela Merkel ha advertido que la relación de trabajo entre ambas potencias deberá sustentarse en valores esenciales como “la democracia, la libertad y el respeto por la ley y la dignidad humana más allá del origen de las personas, el color de su piel, religión, género, orientación sexual o convicción política”.
A pesar de la evidente varapalo ideológico que supone la elección de Trump, la cancillera no ha tardado tender puentes con aquel que la acusó de llevar a Alemania “a la ruina” con su política migratoria. La líder democristiana sabe que una relación estrecha con Estados Unidos es indispensable tanto económicamente como en el plano político para su Alemania. Merkel ha comparecido ante la prensa con una chaqueta roja bajo sus hombros, quizá un símbolo de proximidad con el candidato republicano para un nuevo periodo en el que la cancillera tendrá que ser más pragmática que nunca. Irónicamente la victoria de Trump coincide con el aniversario de la caída del muro de Berlín y el ‘Kristallnacht’ o la llamada noche de los Cristales Rotos, el primer gran pogromo de la Alemania nazi contra los judíos, dos fechas especialmente sensibles en el corazón alemán.
Pero a pesar de ese esfuerzo diplomático la preocupación que la victoria de Trump ha despertado en Alemania, como en la mayoría de países occidentales, es palpable. “Trump también es un peligro para nosotros. Es el pionero del nuevo autoritarismo y del chovinismo internacional”, ha sentenciado el líder de los socialdemócratas y vicecanciller Sigmar Gabriel. Más diplomático ha sido el ministro de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, consciente de que la impredecibilidad de Trump es un riesgo a nivel internacional. “Hay que estar preparados para unos EEUU mucho más inclinados a tomar decisiones unilaterales”, ha alertado el político más popular del país. Para enfrentar ese nuevo reto Berlín ya ha propuesto una reunión extraordinaria de ministros de Exteriores de la UE para analizar las consecuencias de la victoria populista.
ALAS A LA ULTRADERECHA CONTINENTAL
La cara larga de Merkel y otros líderes europeos remarca que la victoria de Trump va mucho más allá de una simple victoria nacional y repercute en las políticas internas europeas, dando alas a un discurso racista, islamófobo y 'antiestablishment' que cada vez se siente más cómodo en el continente. La alegría de la formación ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD), así como del Frente Nacional Francés de Marine Le Pen en Francia, lo ilustra. “EEUU ha optado por la renovación política en contra de la corrupción. “El resultado da ánimos a Alemania y a Europa”, ha celebrado la líder populista Frauke Petry.
Como Trump, AfD pone en jaque la estrategia de los partidos tradicionales para canalizar el voto protesta y poder así irrumpir con fuerza en el escenario político. A nivel regional se ha catapultado en el último año. Cara a las elecciones federales del año que viene las encuestas le auguran una impresionante tercera posición. Además de intentar adelantar por la derecha a la CDU de Merkel, algo inaudito en la democracia alemana de posguerra, AfD también amenaza con robar votos de los otros partidos y posicionarse como defensor nacionalista y pragmático de las clases más vulnerables afectadas por los abusos del sistema capitalista. El mismo descontento que Trump ha gestionado con un increíble dominio mediático para terminar imponiéndose en las presidenciales.
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