"Irak es una tormenta de destrucción"

Lugar donde se produjo el atentado con coche bomba en el barrio de Al Karrada, en Bagdad, que causó la muerte a 250 personas.

Lugar donde se produjo el atentado con coche bomba en el barrio de Al Karrada, en Bagdad, que causó la muerte a 250 personas. / AJ PT

ANA ALBA / JERUSALÉN

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El joven iraquí Abdel al Jaf había nacido para bailar. Ensayaba en su casa de Bagdad y colgaba vídeos de sus actuaciones en la calle en Youtube. Se hizo popular en las redes como Adel Euro y la compañía de danza Battery Dance, de Nueva York, le ofreció clases gratuitas por Skype y tenía previsto llevarlo a EEUU.

Adel soñaba con ser una estrella, pero no podrá. El Estado Islámico (EI) le arrebató su sueño en el atentado que el domingo pasado lo mató en Bagdad junto a otras 249 personas. Meses antes, Adel escribió en Facebook: “Esta zona geográfica donde vivo es una tormenta de destrucción, asesinatos, intolerancia, mentira, hipocresía, suciedad, estupidez”.

Desde que se inició la invasión anglo-americana en el 2003, Irak se desangra lentamente. La ONG Iraq Body Count calcula que han muerto 251.000 personas.

EEUU y el Reino Unido derrocaron al régimen de Sadam Husein y desmantelaron toda la estructura del Estado y las fuerzas de seguridad sin un plan eficaz para construir otro sistema. Abonaron el terreno para el caos.

MILLONES EN EL EJÉRCITO

Washington se gastó millones de dólares en el nuevo Ejército iraquí, que ha recuperado parte del territorio que controlaba el Estado Islámico (EI), pero no ha detenido las bombas. El EI llegó a tener un buen trozo de Irak en su autoproclamado califato. Según el Pentágono, ha perdido el 47% de lo que poseía.

La invasión anglo-americana provocó una insurgencia liderada por iraquís sunís contra las fuerzas ocupantes seguida de enfrentamientos internos que derivaron en guerra sectaria. Grupos yihadistas que se expandieron, entre ellos Al Qaida, formaron el núcleo del EI y nacieron también milicias chiís. En Irak combaten más de 40 grupos: sunís, chiís, baazistas (partidarios del Baaz de saddam), yihadistas y otros.

Irak tiene 33,7 millones de habitantes y la mayoría, más del 60%, es de confesión chií, pero en la era de Sadam, el poder era suní. Tras la instauración de un nuevo sistema democrático, las fuerzas chiís ganaron las elecciones y muchos sunís alegaron sentirse discriminados.

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El Gobierno actual está liderado por Haider al Abadi, que tiene apoyo suní y kurdo, algo de lo que carecieron los anteriores ejecutivos. Bagdad mejoró sus relaciones con la Región Autónoma del Kurdistán iraquí, que funciona casi al margen del Gobierno central, cuenta con sus fuerzas de defensa, los peshmerga, y no sufre la violencia del resto del país.

El acercamiento se tradujo en un acuerdo para compartir los beneficios del petróleo y cooperar militarmente. Pero sobre el Ejecutivo pesa la lacra de la corrupción, que inunda las instituciones.

RICO EN PETRÓLEO

Ningún gobierno ha podido estabilizar el país, la violencia ha destruido la economía de Irak, que cuenta con las terceras reservas de petróleo del mundo pero apenas nota sus beneficios. El Estado es incapaz de prestar servicios básicos de suministro de agua, electricidad y sanidad en varios lugares.

La población es víctima de bombardeos extranjeros, atentados con bomba de diferentes facciones, combates, secuestros, saqueos, ejecuciones, violaciones y desplazamiento forzoso. Cuando vieron caer la estatua de Sadam en Bagdad, en el 2003, muchos iraquís, esperaban eufóricos con un futuro mejor. Trece años después, una buena parte de ellos querría volver atrás en el tiempo.