Las lecciones de los atentados de Kabul

RAFAEL VILASANJUAN

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Hay dos errores en los que no deberíamos caer tras los atentados en Kabul. El primero es que la memoria de los policías y de los civiles afganos que han pagado con sus vidas la defensa de la embajada española logre superar los días de campaña que quedan y que podamos honrar su trabajo cuando los cálculos electorales ya no sean el único motor de todos los discursos. Sencillo, basta con utilizar la carta del hermano de uno de los policías asesinados y apelar a la elegancia política para intentar un entierro en la intimidad y ofrecer a las víctimas y a la familia el homenaje y reconocimiento que merecen cuando los focos ya no apunten a las urnas.

El otro error que ya está sucediendo es juzgar lo que ha pasado sin tener un criterio claro e información suficiente ¿Es un ataque a España? Si es así ¿qué pretenden de nosotros? Y en todo caso ¿qué significa y qué estamos dispuestos a hacer? A primera vista España es solo un actor mas de la coalición occidental que apoya al gobierno de Afganistán frente a los diferentes grupos de la insurgencia talibán yseñores de la guerra que disputan el poder al Gobierno y que han venido proliferando durante mas de 30 años de conflicto.

Tal vez el objetivo fuera España pero no parece evidente, estando las embajadas en una zona común es lógico pensar que desgraciadamente España estaba en medio de algo que todavía desconocemos, pero que puede ir desde un ajuste de cuentas entre facciones, a una nueva señal de que los talibán quieren que los países de la coalición abandonen Afganistán.

UNA INVESTIGACIÓN SERIA

Es inevitable, la guerra en Siria e Irak nos hace olvidar otros tantos puntos donde la violencia continúa, a pesar de no ocupar el primer plano. Tal vez por eso la opinión pública haya perdido el foco de Afganistán, pero el país de las desiertos y las montañas lejanas no ha visto un solo día de paz desde los años 80. Es absurdo pensar que se puede permanecer en un contexto así sin asumir riesgos.

Pero el debate no es si la embajada estaba bien equipada, que se supone debería estarlo y que para eso los asesores, incluidos los policías muertos, han aportado todo su conocimiento. No, el debate es saber hasta qué punto se abre una investigación seria que reúna toda la información que tenga el Gobierno afgano, al que llevamos más de una década financiando y apoyando militarmente,y la de los servicios de inteligencia españoles y occidentales para averiguar quiénes han cometido este crimen y qué pretenden.

Morir en Kabul es fácil por eso es necesario ir hasta el final. Desgraciadamente las lecciones de este crimen ya no servirán a las víctimas, pero especular y mantener una presencia continuada en un país así, sin esclarecer las causas, es suicida para todos los que quedan.

Rafael Vilasanjuan

Director 

Policy & Global Development

ISGlobal

Barcelona Institute for Global Health