EL DESAFÍO YIHADISTA
Faltan soldados en Siria
El presidente Barack Obama compareció el lunes ante el Pentágono para ofrecer otra lectura optimista de la guerra contra el Estado Islámico, una guerra que en agosto cumplirá un año de intervención directa estadounidense. Obama aseguró que los yihadistas han perdido el control de una cuarta parte de los territorios que controlaban en Irak y una proporción menor e indeterminada en Siria. Insistió en que se están haciendo «progresos» y cifró en más de 5.000 los bombardeos aéreos realizados por la coalición en el último año. «Las pérdidas sufridas recientemente por el ISIL en Siria e Irak demuestran que puede ser derrotado», dijo utilizando uno de los acrónimos de las milicias de Al Bagdadi.
Pero un día después sus comandantes ofrecieron otra lectura mucho más descorazonadora. Estados Unidos está teniendo serios problemas para reclutar aliados y combatientes «voluntarios» en ambos teatros bélicos, especialmente en Siria. Para comprenderlo, hay que retroceder hasta mayo del 2014, cuando Obama anunció un plan para crear un Ejército rebelde sirio de la nada, una idea que pasaba por desplegar 5.000 combatientes al año durante un trienio. El Congreso aceptó la propuesta y le entregó 500 millones de dólares.
Desde entonces la CIA y el Pentágono han buscado a sirios dispuestos a trabajar al mando de EEUU, pero según reconoció el martes el secretario de Defensa, Ashton Carter, solo han podido reclutar a 60 de los 5.000 que pretendían. «No es un número demasiado impresionante», replicó con ironía el senador John McCain. Carter lo achacó a los rigurosos criterios aplicados para impedir que se cuelen infiltrados e islamistas de lealtades dudosas. Pero muy seguramente la explicación tiene más que ver con el hecho de que la misión de ese Ejército mercenario pasa solo por combatir a los yihadistas y no al régimen de Bashar el Asad, cuyo sofocante autoritarismo y corrupción puso en marcha la revuelta hace cuatro años.
ARMAS Y ENTRENAMIENTO
«Les estamos diciendo que les damos armas y entrenamiento para ir en primera instancia contra el EI y no contra el régimen de Asad. Esa es nuestra prioridad», reconoció Ashton ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado. Obama ha dejado de insistir en que Asad «tiene que marcharse» porque lo necesita para prevenir que los yihadistas se acerquen a las fronteras de Jordania e Israel y se hagan con el control de toda Siria. Pero sus aliados no lo tienen tan claro o, al menos, quieren airear el farol para que EEUU no baje la guardia. Ambos países, dijo el jefe del Estado Mayor Martin Dempsey, creen «firmemente en la posibilidad» de que el régimen se desplome de la noche a la mañana.
En Irak los problemas de reclutamiento no son tan acuciantes, pero los números demuestran que a los iraquís apenas les queda amor por la nación que destrozó su país con el pretexto de liberarles de la tiranía. De los 24.000 soldados que pretendía formar para otoño, solamente 7.000 se han alistado. Y las tribus sunís siguen reticentes a aliarse de nuevo con el Tío Sam. No olvidan cómo Bush, después de comprarlos para combatir a Al Qaeda hace casi una década, los dejó a merced de las políticas sectarias del exprimer ministro chií Nuri Al Maliki.
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