POLÉMICA EN FRANCIA

Valls pierde en la prórroga

Hollande reprocha al primer ministro su viaje a Berlín, que costó 20.000 euros al erario

Manuel Valls y François Hollande, en el Elíseo, este miércoles.

Manuel Valls y François Hollande, en el Elíseo, este miércoles. / AFP / FRANÇOIS GUILLOT

EVA CANTÓN / PARÍS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mientras el Barça lograba el triplete el pasado sábado en el estadio Olímpico de Berlín, ya se anunciaban turbulencias en el 'Falcon' que trasladaba a Manuel Valls de vuelta al congreso que los socialistas franceses celebraban en Poitiers. Lejos de amainar, la tormenta política generada por el viaje del primer ministro culé para asistir a la final de la Champions ha tenido una larga prórroga. No solo porque la escapada berlinesa le ha supuesto al contribuyente francés la friolera de 20.000 euros, sino porque a bordo del avión oficial iban también dos de los cuatro hijos del inquilino de Matignon.

De nada han servido los argumentos de Valls, que se defendió diciendo que fue a la capital alemana para hablar con el presidente de la UEFA, Michel Platini, de los preparativos de la Eurocopa de Fútbol que se celebrará en Francia en el 2016. Al subirse a un avión de la República para ver un partido de fútbol con sus hijos, Valls cometió una torpeza que puede costarle caro. Sobre todo porque echa por tierra las promesas de «ejemplaridad» en el ejercicio de la función pública con las que François Hollande se presentó ante los franceses en el 2012.

También porque el primer ministro se acerca peligrosamente a la imagen de un Nicolas Sarkozy mostrando sin pudor su gusto por el lujo al festejar su triunfo del 2007 en el carísimo Fouquet's de los Campos Elíseos. «Este asunto podría convertirse en un tema que se arrastra como una cruz, como le pasó a Sarkozy con el Fouquet's durante todo el quinquenio», decía en la emisora Europe 1 Olivier Farloni, diputado de los Radicales de izquierda, para quien el episodio puede ser «devastador» para la imagen del primer ministro. Especialmente cuando los socialistas se esfuerzan en mostrarse cerca de las preocupaciones de los ciudadanos y el clima es de sospecha permanente sobre los privilegios de la clase política. «Tiene el síndrome del todopoderoso. Pierde la lucidez porque tiene la sensación de dar su vida por el trabajo», señalaba en 'Le Parisien' un consejero ministerial.

CONTRADICCIÓN

En el propio Partido Socialista muchos llevan mal la ligereza del primer ministro por la contradicción que supone hablar al medio día del sufrimiento de los parados y los valores de la izquierda y volar a Berlín por la tarde con cargo al erario. Además, según 'Le Canard Enchaîné', parece que no hubo manera de convencerle para que se quedara en Poitiers y viera el partido en la tele, que fue lo que intentó sin éxito el portavoz del Gobierno y buen amigo de Hollande, Stéphane Le Foll.

En el Elíseo no ocultan su malestar con el episodio, hasta el punto de que Hollande le habría dado un toque a su primer ministro: «Lo hecho, hecho está, pero en el futuro habrá que tener más cuidado», informaba RTL.

Tras varios días dando peregrinas justificaciones, Valls mantuvo este miércoles silencio en medio de las numerosas reacciones de la oposición política, que le reclamaba asumir los gastos de su viaje familiar.