Conflicto bélico en Irak

El relevo de Al Qaeda

MARC MARGINEDAS

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El cielo estaba libre de nubes y colmado de estrellas en aquella fría noche de principios de febrero en un punto indeterminado del norte de Siria. Abú Omar (el alias es falso) montaba guardia en el remolque de una furgoneta pick up en movimiento, vehículo que formaba parte de un gigantesco convoy organizado por el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL) que huía del noroeste de Siria. Charlaba en francés y en tono distendido con dos rehenes occidentales acerca de su estricta interpretación de la religión islámica, al tiempo que les hacía partícipes de sus ideas sobre el futuro del yihadismo en Oriente Próximo y sobre el deterioro de las relaciones entre su grupo, el ISIL, con Al Qaeda, la organización matriz del extremismo islámico mundial.

De las palabras de Abú Omar se desprendía que las diferencias entre ambos movimientos, que propugnaban la guerra santa, no parecían tener su origen en cuestiones ideológicas; más bien se basaban en un problema jerárquico, de lucha de poder, es decir, de quién era más importante y quién debía someterse a quién. «Al Zauahiri (el sucesor de Bin Laden) no tiene el carisma de Bin Laden; Al Qaeda ya es solo una etiqueta. Nosotros, en cambio, hemos logrado controlar el territorio», dijo en un tono de menosprecio.

Esta intensa conversación entre captor y prisioneros, que evidencia la aspiración del ISIL de liderar el movimiento yihadista mundial, se produjo en un momento de gran trascendencia y tensión: fue poco después de que el mando general de Al Qaeda, en un comunicado difundido por internet, desautorizara los métodos del grupo, reiterando que el ISIL no era «una rama» de la organización liderada por Al Zauahiri. Además, coincidió en el tiempo con la ofensiva que otras facciones rebeldes sirias llevaban a cabo contra el grupo yihadista, que provocó finalmente la expulsión del ISIL de Alepo, la segunda ciudad siria, y de las regiones colindantes.

Naturaleza transnacional

Pero, ¿qué es el ISIL? ¿Quién lo forma y de dónde surge? El ISIL, según definen los expertos en extremismo islámico, es una organización yihadista transnacional, formada por entre 5.000 y 6.000 combatientes, la gran mayoría de ellos de origen extranjero, con presencia en Irak y Siria, y con una sola aspiración: crear un califato islámico que abarque las provincias de mayoría suní de ambos países y se extienda hasta las orillas del mar Mediterráneo en el Líbano.

En el artículo La estrategia siria de Al Qaeda, publicado en la revista Foreign Policy, los analistas Barak Barfi y Aaron Y. Zelin reconocen que el número de combatientes del ISIL es relativamente pequeño en comparación con los que integran otros grupos armados en el bando rebelde sirio, pero a la vez constatan su gran ventaja respecto a estos últimos: «Muchos de sus miembros han luchado antes en otras guerras santas, incluyendo Irak, Afganistán, Yemen y Libia».

El ISIL intenta ganarse el apoyo de la población en las zonas bajo su control con una gestión de los recursos públicos que bordea el paternalismo. «En Raqqa -feudo del grupo en Siria- los ciudadanos no pagan por la electricidad», se vanagloriaba un captor el pasado invierno ante un grupo de periodistas, medida posible gracias a que controlan la gigantesca presa de Al Tabqa. En estas regiones han impuesto una estricta interpretación de la sharia, con castigos expeditivos por supuestas ofensas religiosas, incluyendo ejecuciones públicas y crucifixiones.