POLÉMICA EN EEUU

Sospechas de deserción

Operación en Afganistán 8 Imagen de la entrega de Bergdahl, en un vídeo difundido ayer por los talibanes.

Operación en Afganistán 8 Imagen de la entrega de Bergdahl, en un vídeo difundido ayer por los talibanes.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Escribía The New York Times el martes que, antes de desaparecer hace casi cinco años, el sargento Bowe Bergdahl dejó una nota a sus compañeros de pelotón donde decía que había dejado de creer en la misión estadounidense en Afganistán y se marchaba para iniciar una nueva vida. Ese detalle ahonda en la tesis de que el prisionero de guerra canjeado el pasado fin de semana por cinco presos talibanes de Guantánamo era un desertor, como sostienen algunos de los soldados que sirvieron junto a Bergdahl en la provincia afgana de Paktika. Esta circunstancia añade otro elemento de controversia a un canje ya de por sí discutido por el precio que pagó EEUU para recuperarlo y por el hecho de que la Administración no notificara al Congreso con la antelación prevista la transferencia de los detenidos afganos. Pero también demuestra que el caso se está politizando: los republicanos quieren otro Bengasi.

Hasta el momento el Pentágono se ha resistido a emitir juicios de valor sobre las circunstancias de la desaparición. Un vídeo publicado ayer por los talibanes documenta el momento del canje. Afeitado, pálido y desorientado como si saliera de una oscura mazmorra, el sargento es entregado sin violencia a unos soldados estadounidenses que lo suben a un helicóptero. Una voz talibán dice: «No vuelvas a Afganistán. Si vuelves, nunca te marcharás». El Pentágono no ha cerrado la puerta a investigar a Bergdahl, aunque esperará a que esté plenamente recuperado. «Abordaremos el asunto de una forma integral, con un esfuerzo coordinado que incluirá hablar con el sargento Bergdahl para conocer mejor las circunstancias de su desaparición y cautiverio», dijo un portavoz del Ejército.

La presión va en aumento. Varios compañeros no solo le acusan de haber desertado, sino que le responsabilizan de la muerte de ocho militares mientras le buscaban. «Él ha regresado, pero esos hombres nunca tendrán la oportunidad de hacerlo», escribió ayer uno de ellos. Pero los diarios de guerra filtrados por Wikileaks en su día disputan esa tesis. En ningún sitio se dice que murieran en una operación para localizar a Bergdahl.

Sus compañeros críticos han hablado con la prensa con la ayuda inestimable de un exasesor de John Bolton, el halcón neoconservador que ejerciera de embajador ante la ONU durante la presidencia de George Bush, y también de Mitt Romney, candidato republicano a las presidenciales del 2012. Richard Grenell les puso en contacto con el Times, por lo que se deduce que hay un interés político por dar fuerza a la deserción, aunque todos los elementos apuntan a que es verdad.