Un canje discutido

Los republicanos acusan a Obama de vulnerar la ley con el inusual intercambio de prisioneros y de poner precio a los soldados de EEUU

R. M. DE F.
WASHINGTON

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EEUU lleva varios años tratando de negociar con los talibanes un acuerdo que pueda sentar las bases para la reconciliación entre la insurgencia fundamentalista y el Gobierno proocidental en Kabul que pueda otorgar cierta estabilidad al país o evitar al menos que descienda hacia una nueva guerra civil una vez que se retiren las tropas estadounidenses en el 2016. Esas conversaciones para resolver el futuro político no han ido a ningún sitio, pero a la postre le han servido a EEUU para recuperar al único prisionero de guerra que le quedaba en Afganistán. Tras varios contactos fallidos en Alemania y Catar, la oportunidad se reabrió el pasado mes de noviembre después de que los talibanes expresaran su deseo de abordar el canje.

No hay demasiados detalles sobre las conversaciones secretas, conducidas  a través de intermediarios catarís, pero en la fase final del acuerdo el comandante de las fuerzas especiales de EEUU en Afganistán estuvo en contacto directo con los talibanes para asegurarse de que no habría sorpresas. «En una operación como esta, donde hay siempre incertidumbre y peligro, tienes que preparar para todas las eventualidades», dijo ayer el secretario de Defensa, Chuck Hagel. Su Administración niega que haya negociado directamente con el grupo terrorista y ayer defendió en varios programas de televisión el intercambio de presos y la forma expeditiva en que se produjo.

Porque el acuerdo va a traer cola. Algunos republicanos acusaron a la Casa Blanca de violar la ley al pasarse por alto la obligación de informar al Congreso con 30 días de antelación cuando se va poner en libertad a presos de Guantánamo, donde estaban encerrados los cinco talibanes que se han sido trasladados a Catar. Allí deberán permanecer al menos durante un año.

«Teníamos motivos para pensar que esta era una situación urgente y perentoria, que su vida podía estar en peligro. No teníamos 30 días para esperar», le dijo a la CNN la asesora de seguridad nacional Susan Rice refiriéndose al sargento Bowe Bergdahl. Según Hagel, por lo que sabe el Pentágono, en los cinco años que pasó capturado no tuvo ningún contacto con otros angloparlantes. «Probablemente este hombre ha pasado por un infierno», afirmó.

Los republicanos también se quejaron del pago con presos. «Los términos del acuerdo son muy preocupantes», decía el senador Ted Cruz. «¿Acaso no acaban de poner precio a otros soldados estadounidenses? Es un precedente muy peligroso». Para su correligionario, el presidente de la Comité de las Fuerzas Armadas en la Cámara baja, Howard McKeon, podría tener consecuencias para los militares desplegados en el extranjero. «Nuestros enemigos terroristas tienen ahora un fuerte incentivo para capturar a estadounidenses».

Vía de diálogo

Pero no es la primera vez que EEUU lo hace. Como recordaba desde la Rand Corporation, un laboratorio de ideas conservador, John Blank, ya se hizo con la Alemania nazi o con Corea del Norte. «El intercambio de prisioneros es práctica normal durante la guerra. Aquí no hay ningún precedente».

En cualquier caso, las palabras de la Administración de Obama se van a medir con lupa porque parte del país cree que mintió en su relato de lo sucedido en el 2011 en Bengazi, cuando un grupo yihadista mató a su embajador en Libia y tres empleados más. Un episodio que ha provocado que recientemente se creara una comisión de investigación en el Congreso.

En cualquier caso, el canje de prisioneros podría reabrir la posibilidad de diálogo entre las dos partes sobre el futuro político de Afganistan. «Esto podría abrir una ventana y esperamos que así sea», dijo Hagel.