Golpe a la libertad de expresión en Turquía

Erdogan evidencia su autoritarismo con el bloqueo de Twitter

Una turca mira su móvil inteligente delante de un cartel con la imagen    de Erdogan, ayer, en Estambul.

Una turca mira su móvil inteligente delante de un cartel con la imagen de Erdogan, ayer, en Estambul.

ANDRÉS MOURENZA

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El bloqueo de Twitter en Turquía decretado la medianoche del jueves al viernes por la Dirección de Telecomunicaciones (TIB) -solo unas horas después de que el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, anunciase su intención de «erradicar» la popular red social- ha levantado un clamor en el país y en el exterior pues supone la última gota en un vaso ya hace tiempo colmado por el creciente autoritarismo del mandatario islamista.

«Es una prohibición del pensamiento, que ha arrasado con la reputación de nuestro país», denunció el jefe de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu: «La gente tuitea y dice lo que piensa. ¿Por qué Erdogan tiene miedo? Significa que tiene algo que ocultar y por eso lo teme». Para TÜSIAD, la patronal laica, se trata de una medida «desproporcionada». «Este tipo de prohibiciones no hace ningún favor a la democracia», afirmó en un comunicado.

Ante unos medios de comunicación cada vez más dóciles con el Gobierno -cuyo favor ha ido comprando mediante suculentos contratos públicos-, en los últimos tres meses la red social ha sido usada para difundir enlaces a supuestas grabaciones telefónicas que demostrarían esquemas de corrupción en los que estaría implicada la familia Erdogan.

COMPLOT / El primer ministro acusa de ello a un complot orquestado por el líder religioso Fethullah Gülen, residente en EEUU y cabeza de una influyente comunidad similar al Opus Dei. De hecho, entre los turcos cobra cada vez más fuerza el rumor de la existencia de vídeos de contenido sexual en los que aparecerían altos cargos del Gobierno y que serían difundidos antes de las cruciales elecciones del 30 de marzo, vistas como un referendo sobre Erdogan.

El viceprimer ministro y portavoz del Gobierno turco, Bülent Arinç, defendió la prohibición ya que ha habido «quejas» sobre el comportamiento de «ciertos usuarios de Twitter» que publican en la red «de forma irresponsable». Sin embargo, alegó que el bloqueo no ha sido obra del Ejecutivo, sino de TIB -un organismo supuestamente independiente pero de facto controlado por fieles a Erdogan-, obligada judicialmente.

Al entrar en la web de Twitter, los usuarios turcos se encuentran un mensaje de TIB en el que se informa de que la página está bloqueada en cumplimiento de las sentencias de tres tribunales menores y una decisión de la oficina estambulí de la Fiscalía General de la República. Sin embargo, el fiscal jefe en Estambul, Hadi Salihoglu, desmintió este último punto en declaraciones al diario Radikal: «Nosotros no hemos tomado una decisión (respecto a Twitter). Es una decisión administrativa». Según algunas fuentes progubernamentales, el Ejecutivo de Erdogan y Twitter -con sede en California- estarían negociando la reapertura a cambio de que la empresa acceda a eliminar ciertos perfiles y links, como ya se ha pactado con Facebook.

CONDENA INTERNACIONAL / En el exterior, el bloqueo de Twitter fue recibido con irritación. «La libertad de expresión, un derecho fundamental en cualquier sociedad democrática, incluye el derecho a recibir e impartir información e ideas sin interferencia de las autoridades», recordó el comisario de Ampliación de la UE, Stefan Füle, advirtiendo a Ankara de que su decisión «arroja dudas sobre el compromiso [turco] con los estándares europeos».

Neelie Kroes, comisaria de Agenda Digital, denunció que el cierre de Twitter va en la dirección «contraria» a lo prometido por Turquía en la negociación con la UE, a la que aspira a entrar.

Asociaciones como Human Rights Watch y Amnistía internacional condenaron la medida, que supone un «ejemplo ominoso de cómo el Gobierno está usando la reforma de la ley de internet para controlar los contenidos de la red». El texto, aprobado el mes pasado, permite a TIB bloquear webs sin necesidad de una orden judicial y obliga a los proveedores de internet a poner a disposición de las autoridades el historial de visitas de cada usuario. Pero las críticas internacionales caen en saco roto en el caso de Erdogan -que también amenazó con bloquear Facebook y Youtube- pues antes de que se hiciese efectivo el cierre de Twitter dijo: «La comunidad internacional dirá esto o dirá lo otro, me da exactamente igual. Van a ver lo que es el poder del Estado turco».