Nuevo curso político en Estados Unidos

Obama: ambición y retos

Obama se ajusta los pantalones en el hoyo 18 de un campo de golf de Kailua (Hawái), el pasado 1 de enero.

Obama se ajusta los pantalones en el hoyo 18 de un campo de golf de Kailua (Hawái), el pasado 1 de enero.

EL PERIÓDICO
NUEVA YORK

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Cuando ofreció su última rueda de prensa del 2013, año de raquíticos logros políticos y enconada polarización en el Congreso, Barack Obama se declaró «deseoso de salir de Washington» y pasar dos semanas en Hawái, reflexionando sobre qué «se puede hacer mejor el año próximo». El 2014 ha llegado, hoy regresa de las vacaciones y emprende un nuevo curso político, cargado de ambiciones como la lucha contra la desigualdad económica y la reforma de las leyes de inmigración pero lleno de retos.

En noviembre se celebrarán unas elecciones legislativas que podrían complicar aún más el resto de su segundo y último mandato. Además de elegirse 36 gobernadores, en los comicios se renovará toda la Cámara baja y un tercio del Senado (35 escaños). Es tradicional que los congresistas desvíen su atención a sus propias elecciones. Pero, además, la parálisis que el control republicano de la Cámara de Representantes ha impuesto en Washington desde el 2010 podría hacerse mayor si los conservadores lograran mantener esa mayoría (probable) y arrebatar a los demócratas el Senado (posible).

Obama sabe que libra una carrera contra el reloj. Y pronto se van a poner a prueba sus posibilidades. Hoy mismo el Congreso podría empezar a debatir la extensión de prestaciones para parados de larga duración, que expiraron hace unos días y son una meta de los demócratas y la Casa Blanca a la que los republicanos se oponen. Y aunque un acuerdo presupuestario bipartidista en diciembre garantizó que en el 2014 no habrá cierre del Gobierno, a finales de febrero o inicios de marzo habrá que volver a elevar el techo de la deuda.

EL ESPÍRITU DE DIÁLOGO, A PRUEBA / En esas dos complicadas negociaciones, Obama tomará el pulso al espíritu de diálogo en el Congreso. Y quiere ver una puerta abierta tras el acuerdo bipartidista de presupuestos. Un portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, ha declarado que «se ha creado una hoja de ruta sobre cómo se pueden hacer las cosas». Y en referencia al acuerdo presupuestario y otra norma pactada para combatir abusos sexuales en el Ejército, Earnest ha dicho: «Aunque no son hitos como piezas de legislación, representan pasos positivos».

Ese optimismo se deja sentir, moderadamente, en lo relativo a una de las primeras metas de Obama para el 2014: la reforma de las leyes de inmigración. El líder republicano de la Cámara baja, John Boehner, se ha mostrado dispuesto a aprobar alguna medida, aunque su estrategia de ir paso a paso, eso sí, difiere de la de la Casa Blanca, que prefiere hacer una reforma completa de una vez.

Para luchar contra la imagen de no haberse esforzado hasta ahora en su diálogo con el Congreso, el presidente ha realizado tres fichajes de personal que, por sus contactos con congresistas, pueden reactivarlo. Pero se guarda también cartas clave en la manga por si la táctica fracasa.

Obama ha sumado a sus filas como asesor especial a John Podesta, que fue jefe de personal de Bill Clinton. Y tanto ese fichaje como el desbloqueo de nombramientos que le facilitaron a finales de año los demócratas en el Senado al acabar con el filibusterismo hacen augurar en el 2014 lo que Politico define como «un ejercicio del poder de la Casa Blanca contundente, sin concesiones y ocasionalmente provocativo».

GOBERNAR EJECUTIVAMENTE / En noviembre, Obama insistió en que «no hay atajos para la democracia», descartando la posibilidad de gobernar a base de órdenes ejecutivas. Pero en una entrevista antes de su fichaje, Podesta aseguró que la Casa Blanca está dando el giro. «Siempre lo entendieron respecto a política exterior y en el área de seguridad nacional -dijo-. Ahora lo harán en el área nacional».

A finales de mes, Obama enumerará sus prioridades políticas en el discurso sobre el estado de la Unión, pero ya ha dado indicios de que va a hacer prioritaria la lucha contra la desigualdad económica. Y él y los demócratas van a pelear en el 2014 por la subida del salario mínimo.

Su intención no es solo lograr el aumento del sueldo mínimo federal desde los actuales 7,25 dólares por hora hasta los 10,10, sino también colocar propuestas en las papeletas de noviembre en estados disputados para animar la participación.