perfil

La mujer incombustible

MICHELLE BACHELET. Su historia personal, huérfana y exiliada, supone una garantía de honestidad para muchos chilenos

ABEL GILBERT / Buenos Aires

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Tiene todos los componentes para escribir una buena historia, con episodios dramáticos y adversidades que logra superar. Pero sobre todo vive en plena evolución», han dicho de ella Rosario Guzmán y Gonzalo Rojas, los autores de La hija del tigre, la más reciente biografía de Michelle Bachelet. Los chilenos no la eligieron presidenta por segunda vez en virtud de sus rasgos más novelescos: esperan mucho de ella y creen que su historia personal sigue siendo una suerte de garantía frente a una posible defraudación política.

La historia de Bachelet habría sido diferente de no haber ocurrido el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Quizá también la de Evelyn Matthei, su rival en los comicios de ayer. Ambas son hijas de generales de la Fuerza Aérea y hasta fueron compañeras de juegos en el barrio militar de Cerro Moreno, en la norteña región de Antofagasta. Una y otra seguirían a su modo los ejemplos de sus padres. Alberto Bachelet manejó la Dirección de Abastecimiento durante el Gobierno de la Unidad Popular (UP). Fernando Matthei se desempeñaba entonces como agregado militar en la embajada de Londres. Tras la caída del presidente Salvador Allende, retornó a Santiago y se hizo cargo de la Academia de Guerra Aérea. En sus sótanos había sido encarcelado el general Bachelet. Fallecería más tarde de un infarto, agravado por las torturas.

Matthei luego sería ministro y miembro de la Junta del dictador Augusto Pinochet. Cargaría con la vergüenza de haber abandonado a su amigo y a la familia. Michelle y su madre, Ángela Jería, fueron detenidas y sometidas a tormentos. Se exiliaron en la República Democrática Alemana (RDA). Juntas regresaron en los años 80, cuando parte de Chile empezaba a mostrar su hartazgo con Pinochet. Michelle estudió medicina y militó en la facción del Partido Socialista que, por esos años, pensaba que al general solo se le sacaba con la violencia de las masas. Otra biografía, la de los periodistas Andrea Insunza y Javier Ortega, ha reconstruido los días en los que realizaba trabajos en la clandestinidad y mantenía contactos con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, la guerrilla originada en el seno del Partido Comunista y que, en 1986, intentó asesinar al dictador.

Pero Chile no sacaría a Pinochet del poder como los nicaragüenses a Anastasio Somoza, sino mediante un plebiscito y bajo las reglas impuestas por el general. En 1990 se inició otra etapa en el país. ¿Quién era en los primeros años de la transición aquella mujer a quien el destino no le ofrecía aún ninguna señal que la proyectara hacia el centro de la escena política? Una militante sin pergaminos. Una médica epidemióloga que, además de trabajar en el Ministerio de Salud, llegó a ganarse la vida como consejera del suplemento para adolescentes de LUN (Las últimas noticias). Participaba en la sección Amigo Doc y aconsejaba a las lectoras sobre temas como el acné, la celulitis, el pie plano o el exceso de peso. Una vez le consultaron sobre cuestiones pilosas. La chica no sabía qué hacer. Bachelet le contestó a Charo: «Efectivamente, restaurar el bigote es la peor solución, porque al crecer nuevamente aparece un pelo más grueso y más oscuro. Ante esta situación deberás recurrir a la depilación. Para esto puedes recurrir a la cera fría o a jaleas».

Al mando de los militares

Después, todo se aceleró. Alcanzó un súbito renombre cuando fue nombrada al frente del Ministerio de Defensa bajo la presidencia de Ricardo Lagos. Una mujer, y nada menos que ella, al mando de los uniformados. El desafío se duplicó cuando, dos años después, ganó la presidencia. Bajo su Gobierno comenzaron las manifestaciones estudiantiles que, años después, ocuparían la escena principal. Abandonó el Gobierno en medio de un terremoto devastador. Se fue a Nueva York, a dirigir ONU Mujer.

Manhattan le dio otro roce. Allí conoció figuras políticas y celebridades. Una vez se encontró con Meryl Streep. Siempre había admirado a la actriz por su versatilidad. Era capaz de cantar en un musical como Mamma Mia o representar a Margaret Thatcher en La Dama de Hierro. Aquella película muestra a la premier británica en sus días de declive físico y político. Bachelet debió sentirse impresionada con semejante corolario. En lo más íntimo se ha prometido que su historia, por más cautivante que fuera, nunca se le parezca.