Un Estado que se descompone
Flandes debate los pros y contras de una hipotética independencia
Los partidos independentistas sumaron el 46% del voto
La transformación de Flandes en un estado independiente y soberano es el objetivo político de la Nueva Alianza Flamenca (NVA) de Bart De Wever, el partido que ganó las últimas elecciones generales del 13 de junio y que se convirtió en el primer partido de Flandes y de Bélgica.
La suma de los votos de la NVA y de los otros partidos que defiende la independencia de Flandes (el extremista Vlaams Belang y la Lista Dedecker) indican que el 46% de los electores flamencos votó a favor de la independencia.
Los democristianos flamencos (CDV), segunda fuerza regional, no se declaran a favor de la independencia, pero son profundamente nacionalistas, anteponen el interés de Flandes al de Bélgica y reclaman transformar a corto plazo el país en una especie de Estado confederal.
El bloqueo de las negociaciones para reformar el Estado desde el 2007 ha agudizado el nacionalismo entre los flamencos, que responsabilizan a los francófonos del bloqueo. El 60% de los francófonos, según un sondeo realizado por el diario Le Soir, tampoco ven otra salida a la crisis que la ruptura del Bélgica.
ECONOMÍA Una gestión más eficaz de los fondos
La independencia otorgaría a Flandes una gestión económica y laboral más eficaz, que permitiría incrementar el crecimiento y el empleo, según los economistas flamencos. La supresión de las actuales transferencias anuales de 6.000 millones de euros a la mitad sur de Bélgica y sus costes mucho más bajos en seguro de paro dejarían amplio margen. El 80% de las exportaciones belgas salen de Flandes, que también aporta el 63% del impuesto sobre la renta, por lo que el nuevo estado sería viable, según esos economistas.
COSTES Desorganización y lucha por Bruselas
La independencia obligaría a repartir la deuda pública belga (345.000 millones). Flandes debería a asumir al menos el 58% y su coste sería elevado, ya que los mercados penalizarian el tipo de interés. Esto exigiría un riguroso plan de austeridad.
Otro coste sería la desorganización que generaría la ruptura de Bélgica en las infraestructuras de servicios públicos, en las empresas privadas con sedes en diferentes zonas y entre la propia población.
Bruselas, sede del Gobierno y del Parlamento flamenco pero de mayoría francófona, es un obstáculo a la independencia. Los partidos flamencos quieren eliminar su estatuto de región federal para que sea gestionada por las dos comunidades. Los francófonos se oponen porque ven en ello una preparación para la ruptura y aspiran a sumar la capital a un eventual estado francófono. ¿Si Flandes se independiza, qué ocurrirá con los 250.000 flamencos que acuden cada día a trabajar a Bruselas y que representan el 30% de los empleos de la ciudad?
Los francófonos serían los más perjudicados en caso de ruptura, debido a su baja recaudación fiscal, su elevado paro y el coste de la deuda. Algunos dirigentes creen que una federación Bruselas-Valonia es inviable y que la única solución para Valonia es unirse a Francia y que Bruselas sea la capital de Europa.
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